Juan Pablo Barreyro
1. La comprensión del texto desde un punto de vista cognitivo
La comprensión del texto forma parte de la rutina diaria de la mayoría de las personas, que leen por varios motivos, ya sea para informarse del estado actual del mundo, para aprender nuevos conocimientos, o para escaparse a la ficción literaria. En este sentido, la habilidad que implica comprender un texto es transversal a la mayoría de las actividades cotidianas, y es requerida en todos los ámbitos académicos y profesionales.
Una pregunta, muy importante en el ámbito de la psicología que tiene como propósito estudiar la comprensión del texto, es saber cómo entendemos lo que leemos. En este sentido, hoy en día es conocido el hecho de que la comprensión lectora depende de la ejecución e integración de muchos procesos cognitivos (Kendeou, van Den Broek, Helder y Karlsson, 2014; van den Broek, Rapp y Kendeou, 2005). Por ejemplo, para comprender una oración, uno debe procesar visualmente cada una de las palabras por separado, identificarlas y acceder a sus representaciones fonológicas, ortográficas y semánticas, y conectar estas representaciones para comprender el significado subyacente de la oración. En el mismo sentido, para comprender un texto, el lector debe procesar y conectar las ideas que aparecen en las oraciones, lo que resulta (si todo va bien) en la construcción de una representación mental coherente acerca del contenido del texto. El problema consiste en que, para que estos procesos tengan éxito, todo depende de una gran cantidad de factores que juegan un rol muy importante, estos factores están supeditados a las características del lector, a las propiedades del texto y a las demandas de la tarea de lectura (Kendeou et al., 2014).
Aunque los diferentes modelos teóricos de la comprensión del texto enfatizan diferentes aspectos de la comprensión, todos ellos comparten la noción central de que, en esencia, comprender un texto implica construir una representación mental coherente del significado del texto en una memoria episódica (Kendeou et al., 2014; Kintsch, 1998; Kintsch y van Dijk, 1978; van den Broek y Kendeou, 2008; van den Broek, Rohleder, y Narváez, 1996). Esta representación mental incluye información proveniente del texto, pero también del conocimiento previo del lector, que se activa a partir de relaciones semánticas. El lector identifica las relaciones semánticas a través de inferencias que realiza sobre el texto, esto ocurre porque el texto deja indicios y/o pistas que activan esquemas de conocimientos previos y completan la información del texto (León, 2001; Molinari Marotto, 1998; Molinari Marotto y Duarte, 2007). En el armado de esta representación, inciden factores vinculados al lector que interactúan con aspectos del texto. Los factores vinculados al lector se identifican con el nivel de vocabulario y de conocimiento previo que el lector tenga (Cain y Bignell, 2014; Strasser y Río, 2014), y también con su capacidad atencional y de memoria de trabajo (Barreyro, Cevasco, Burín y Marotto, 2012; Cain, Oakhill y Bryant, 2004; Finney, Montgomery, Gillam y Evans, 2014; Komori, 2016; van den Broek, Risden y Husebye Hartmann, 1995). Los factores vinculados al texto tienen que ver con el nivel de coherencia interna que este tenga y su nivel de dificultad (Prat, Seo y Yamasaki, 2016; Singer y Ritchot, 1996), muchas veces medido a partir de los niveles de legibilidad (Muñoz y Muñoz, 2006). La legibilidad se refiere al conjunto de características que permiten leer un texto y comprenderlo con facilidad, y tiene dos dimensiones: la legibilidad tipográfica, que viene condicionada por el tamaño, forma, diseño y disposición espacial de los caracteres gráficos del texto, y la legibilidad lingüística, que tiene que ver con la estructura, la construcción gramatical del texto y el nivel de significado de las palabras (Barrio Cantalejo