(NADIE PIENSA Y MUCHO MENOS escribe solo. No hay soledad. Toda comunicación es colectiva. Nosotros dos siempre somos mucho más que dos, ni quién lo dude.
Para escribir este manual, reconociendo que es imposible decir el nombre de todo mundo, queremos nombrar muy especialmente a los alumnos con quienes en clase y en la dirección de tesis profesional hemos venido pensando poco a poco, paso a paso, película a película, plano a plano, con mucho gusto, con mucha calma, el loco acontecimiento eléctrico del cine. Muy en especial todos aquellos y aquellas que durante los años de 1987 a 1993 estudiaron con nosotros las materias de Lenguaje y sociedad, Psicología de la comunicación y Psicoanálisis y sociedad en la FCPyS, Sociología de la comunicación y Teoría de la comunicación III en esta ENEP ARAGÓN, y de forma de veras entrañable los del curso experimental del Taller de Apreciación Cinematográfica de la Biblioteca de México. Con ellos pasó lo indispensable, la verdad.
Nada hubiéramos logrado pensar de todo esto sin ayuda de amigos tan generosos y sabios como Alfonso Mendiola Mejía, Carlos Mendiola Mejía, Luis F. Aguilar Villanueva, Guy Rozat, Jorge Juanes, Ross Gandy, Manuel Lavaniegos, Adriana Guadarrama, Julio Amador y, de forma clave: Alberto Paredes.
Todo se lo debemos otra vez a la buena voluntad y ejemplo de nuestro maestro Jorge Ayala Blanco, y sin la lectura de cosas puestas por escrito por Gustavo García, Andrés de Luna, Enrique Layna, Carlos Monsiváis y otros colegas del rumbo todo hubiera sido mucho más difícil. A José Buil le debemos el gusto de ver y nombrar la praxis.
La importancia de Hortensia Moreno en todo esto sólo puede decirse con este enunciado, donde volvemos a darle una y mil veces las gracias por todo, especialmente la dirección espiritual, el té y la simpatía. Jorge y Carlos Amador Bedolla, Claudia Marmolejo, el Güero Moreno, Mijares, Julia, Pix y family también están todo el tiempo en nuestros agradecimientos. El Sapo Mendiola (qepd), Irene Mejía, Tomás Hernández y María Elena Reyes también merecen en este punto nuestra memoria y amor eterno.
Tampoco deben quedar afuera de este paréntesis de agradecimientos nominales los miembros activos de la guerrilla ronera del comandante Lococháwer (José Luis Perdomo Orellana), Los Expénsif Guáinos: Flavio Mejía Ramos, Chucho Martínez García, Raúl Salazar Benítez y Toño Teja. Las nuevas generaciones. Ea.
Angélica Beltrán, Marta Lamas, Amalia Fischer, Ricardo Yáñez y El Trío Latino, Víctor Roura y El Financiero, Paul Simon y Art Garfunkel, Tin Tan y Marcelo, Brecht y Weil y Jean-Luc Godard. Irene, Raúl, Irene, Deni, Fernanda, Dulce, Arturo, Malena, Ana, Bety, Luz María y Marina. La amistad de María Elena Martínez, Ramón Aguilar, Grisell Vargas, Josefina Escobar Hernández, Alma Ramírez Tapia, Auxilio Alcantar y Severo Sarduy. Alicia Rodríguez, Márgara Millán, Dolores Guzmán Lechuga, Concepción Estrada García y Ana Luisa Arenas Velázquez, por sus investigaciones personales y buena voluntad. Toda la flota del colectivo Chillys Willys: activas, dispersas, anexas, violentas, marimachos y bisontes de la llanura. El bomp y quien lo puso, plus Johny B. Goode y el Inquebrantable Hombre Arana (Federico, san; la calle), por la naftalina y el ritmo. Súmense, sin duda, Julieta Salinas, Lulú Vudú (Nava Pérez), Julio Cortázar, Otaola, Francisco Pina, Juan Carlos Onetti, Guillermo Cabrera Infante y G. Caín, Luis Buñuel, Ricardo Mestre y todos los de la manta anarquista con la cita de Proudhon, Moisés Chávez, Edgar Liñán, Leticia Tú, la bella Alejandra, Ruby Tuesday, Daniel El Malo, Lalo Pachuquilla y la banda nefasta de adictos a Moconilla Férguson en persona.
Lógico, sin el apoyo de los amigos y amigas de Debate feminista, el Seminario de Arte y Comunicación de esta ENEP ARAGÓN, UNAM, y la Biblioteca de México, lo de agradecer la publicación de un manual sería todavía un sueño guajiro.
Pero de tener, ay, suspiro de amor, que ser breves y correctos:
Nosotros dos tenemos un cuerpo místico, Bella Bella (Gloria Hernández Jiménez). Todo el tiempo un mismo espíritu… Un sólo amor.
Como siempre el choro mental y los ostracismos y otros regones de pluma sólo son de los dos que firmamos y ocurren completamente sin querer. Cuiden la mente de los niños para que nunca duerma el moho… Polvo enamorado.
«Estamos por todos lados».
Gracias.
María Adela y Salvador.
Domingo 13 de septiembre de 1992, la Luna pasa al menguante).
¿EN QUÉ CONSISTE EL TRABAJO de un manual de apreciación cinematográfica? En darle valor/(a)precio a la recepción del mensaje cinemático, o sea, mejorar la recepción personal de película(s).
Este manual tiene como objetivo principal coordinar los trabajos theóricos de un taller de apreciación de cine, un sitio de conversación de cierto modo inaccesible para el texto. La máquina textual propone un sitio para trabajar con otros la reflexión crítica en forma de taller, entre la institución académica y el arte, un sitio activo para fijar laboralmente el precio auténtico del cine. Su valor real, lo esencial de la esencia del cine que nos demanda decidir si de aquí en adelante tomamos en serio al cine (poesía, profecía) y cómo.
A propósito, muy a propósito, este manual quiere ser abstracto. Hegelianamente abstracto. Para poder abarcar lo más que se pueda. Es decir, poder alcanzar el mayor grado de certidumbre crítica y así cumplir mejor la tarea, comunicar el «precio» del cine. Tal es la razón de que no utilicemos ejemplos concretos. Hemos notado que citar películas dificulta la recepción; quienes no han visto la película poco entienden del ejemplo, lo encuentran vacio. Por eso mismo no hacemos ninguna «historia» del cine, ni proponemos «nombres» de autores, ni clasificaciones de géneros y esas cosas. Lo mismo vale para el (en realidad) siempre inexistente cine mexicano. Optamos, ya en lo abstracto, por lo más abstracto: la semiótica y retórica del cine, la hermeneusis radical. Con ello queremos delimitar con claridad y distinción práctica el valor de la apreciación cinematográfica, y el efecto comunicante de nuestra máquina textual…
Según el diccionario, apreciar significa «poner precio» o «reconocer el mérito de las personas o las cosas». Un acto intelectual práctico.
El precio «expresa el valor de una mercancía en unidad monetaria», es la «estima en que se tiene algo» o el «sacrificio o dolor con que se consigue algo». Un hecho económico. Pues no se olvide que trabajar todavía significa dolor y sacrificio.
Y por mérito se entiende una «acción de la persona que la hace digna de elogio o de censura», el «resultado de un acto loable» o «lo que da valor a las cosas». Un hecho ético. De valor muy especial cuando está dirigido o refiere a un fenómeno cultural en vez de una persona.
Entonces, el trabajo en sí de este manual, dentro de un taller de apreciación cinematográfica, expresa la clave para pensar el cine como cine; deja ver y nombrar lo propio del cine como objeto de nuestra reflexión. Una actividad o trabajo que sobredetermina el campo semántico que genera la interrelación de tres palabras: trabajo, precio y pensamiento. Los hechos de sentido que produce el trabajo del pensamiento que aprecia el valor del trabajo mismo al interior de la «experiencia cinemática» (ver películas). Luego entonces, el nuestro es un trabajo intelectual ético de marcada característica económica; reconoce, descubre y propone valores para la recepción de la experiencia, crea las condiciones de pensamiento para saber si tiene sentido tomar en serio el cine. Hace utilizar con sentido el cuerpo, la mente y la comunicación, para así reconocer lo que está de nosotros en la experiencia cinemática. Para ver y nombrar el acontecimiento que le da precio al cine, el acontecimiento que nos hace apreciar el discurso cinemático, el mensaje espiritual de las películas. La comunidad que su interpretación provoca.