• Quejarse

Adriana Royo - Ética del despiadado

Aquí puedes leer online Adriana Royo - Ética del despiadado texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: Barcelona, Año: 2020, Editor: Ediciones B, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Adriana Royo Ética del despiadado
  • Libro:
    Ética del despiadado
  • Autor:
  • Editor:
    Ediciones B
  • Genre:
  • Año:
    2020
  • Ciudad:
    Barcelona
  • Índice:
    5 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Ética del despiadado: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Ética del despiadado" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

El miedo al conflicto apoltrona, estanca y empobrece, por ello oprimimos y encorsetamos nuestra personalidad para agradar y que no nos castiguen. Tememos nuestra propia rabia, aceptamos la sumisión, mendigamos amor y creamos relaciones de poder en las que somos o dominantes o sumisos. Normalizamos, permitimos y pasamos por alto los abusos de baja intensidad. Creemos que ser buenos consiste en no expresar el enfado. Adriana Royo despliega, con un certero análisis y de manera crítica, los diversos mecanismos psicológicos del abuso, la manipulación, la culpa y la rabia, para que aprendamos a identificar y a protegernos de los distintos tipos de tiranos. Hace un recorrido por el ámbito familiar, así como por las relaciones de pareja y otros espacios sociales. En definitiva, este libro nos ayudará a rebelarnos, a amar con una rabia digna y así hacernos respetar.

Adriana Royo: otros libros del autor


¿Quién escribió Ética del despiadado? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Ética del despiadado — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Ética del despiadado " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
SÍGUENOS EN megustaleerebooks megustaleer - photo 1

SÍGUENOS EN megustaleerebooks megustaleer megusta - photo 2

SÍGUENOS EN

megustaleerebooks megustaleer megustaleer megustale - photo 3

Picture 4

@megustaleerebooks

@megustaleer

megustaleer megustaleer A mi madre Rita Introducción Que la - photo 5

@megustaleer

megustaleer A mi madre Rita Introducción Que la cajera de la tienda te - photo 6

@megustaleer

A mi madre Rita Introducción Que la cajera de la tienda te tire la bolsa a - photo 7

A mi madre, Rita

Introducción

Que la cajera de la tienda te tire la bolsa a la cara con desdén, pero no dices nada porque, pobre, tendrá un mal día. Que las madres que van con carrito aceleren el paso para que te apartes, porque ellas tienen más derecho que tú. El viejo que se cuela en la cola, falsamente despistado. Los que van en silla de ruedas eléctrica a toda hostia. Grúas y andamios protegidos con un mísero cono de plástico, la contaminación acústica o el diseño lumínico de la ciudad. Cuando te piden el código postal para que hagas gratis su estudio de mercado. Esas colas zigzagueantes que rebajan tu dignidad. El abuso y agresión del marketing. ¿Yo tengo que reciclar, cuando las corporaciones usan tanto plástico para publicidad? Las bolsas de patatas enormes, que vienen llenas de aire básicamente, o las cremas faciales, con doble fondo. Las llamadas grabadas, las llamadas de publicidad y el doble check. Tener que contestar un whatsapp para que el otro no se mosquee, o que te controlen si estás en línea. El algoritmo, la privatización de datos, el juicio social, la meritocracia. Un trato distinto según el género. Tener que trabajar mientras te retuerces de dolor de regla. Indiferencia social, abuso policial. La amiga que te recuerda que haces mala cara, el padre que hunde tu proyecto, el profesor que te minimiza. Abusos en el ámbito íntimo, laboral, político y económico. Sonreír y tragar ante el comentario de un conocido, «no creo que puedas escribir un libro sobre el abuso, tal vez si leyeras un poco más podrías ser más rigurosa», que, traducido, quiere decir: «eres una persona inculta y eres insuficiente».

Abusos de baja intensidad que crean un poso de odio, rabia e irritación que seguramente pagaremos con nuestros seres queridos. ¿Por qué lo permitimos? Si transigimos, también somos responsables de normalizar esos abusos cotidianos; cuando nos encontramos cediendo por el otro, entendiendo, justificando —porque somos buenos—, mientras nuestro estómago se encoge y se retuerce de cólera e irritación, macerando a nuestro tirano interno. La opresión diaria y constante que supone encorsetar nuestra personalidad para agradar, para que no nos castiguen. Hemos aceptado conductas de abuso a través del miedo, la indiferencia y la insensibilidad. La violencia velada.

Y con el abuso subrepticio, el maltrato físico, verbal, emocional y psicológico. Maltrato digital, institucional y económico. Agresión, acecho, presión, acoso, explotación. Manipulación, chantaje, juicios y amenazas. Abuso de autoridad, abuso de confianza y de superioridad. Abuso sexual. Verse perjudicado y engañado por aquel en quien confiabas, tener miedo de quien debía protegerte. Que se aprovechen de tu vulnerabilidad y la usen en tu contra, que atenten contra tu libertad o te despojen de tus derechos. Hombres que no ponen límites y buscan mujeres alfa que los dominen. Mujeres víctimas de maltrato de hombres inseguros. Madres histéricas que proyectan su frustración en los hijos. Personas culposas en busca de un opresor que las redima. Tiranos abusivos en busca de indefensos y desvalidos. Un padre, una pareja o un yogui iluminado por el prana y la presencia cósmica lucrándose con el abuso.

«Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa», así empezaban todas las mañanas en mi colegio. Un cura rezaba por megafonía mientras mirábamos atentos y dóciles el altavoz, como si nos hablara Dios directamente. «Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión.» Con doce años no había tenido tiempo de pecar, pero tampoco me creía con derecho a opinar distinto. Si no te veían rezar en voz alta te castigaban poniéndote puntos negativos en las notas finales. Ya que estábamos, por lo menos, podrían habernos puesto el atrezo entero, los látigos preparados junto a cada pupitre para las flagelaciones matutinas de rigor, ya que debías vivir subyugado, consciente de tu culpabilidad por existir, y, humildemente, arrodillarte ante Dios. Imponerte una penitencia diaria, agachar la cabeza. Cualquier ápice de rabia, rebeldía o expresión emocional impetuosa era una ofensa a Dios, y respetar a Dios significaba ser consciente de tu insignificancia. Qué forma tan brillante de obtener control: la culpa y el miedo a la rabia son la puerta de entrada perfecta hacia el abuso de poder. La rabia destruye y hiere, y eso la convierte en una emoción despreciable e infernal de la que teníamos que librarnos si queríamos ser puros y dignos; debíamos aspirar a la compasión para ser bondadosos. Sin derecho a enfado. ¿Adónde va toda esa rabia contenida?, ¿se puede ser bueno con los demás mientras nos maltratamos a nosotros mismos? ¿No estás cansado de que se aprovechen de ti?, ¿de sentirte saqueado, invalidado o manipulado? ¿De sentirte menos? ¿Y qué haces con toda esa injusticia?, ¿con toda esa rabia? Tendemos a sentir culpa de nuestras emociones y evitamos conflictos con tal de preservar nuestros vínculos. Si somos buenos, nos querrán, así que mejor contener nuestra rabia. «Benditos los puros de corazón porque verán a Dios.» ¿Los puros de corazón pueden tener rabia? Escogemos el amor externo antes que el amor propio. A la represión la llamamos bondad, pero yo solo veo miedo y cobardía. Alienación emocional.

¿Hasta dónde eres capaz de aguantar y de condenarte con tal de que no se vayan? ¿Cuánto estás dispuesto a perderte a ti mismo con tal de conservar a otro? Vivimos con este pavor a que nos juzguen y rechacen si expresamos lo que de verdad nos pasa por dentro. Creemos que el odio, la rabia, la ira o la agresividad son emociones y sentimientos indignos, indecorosos e inadecuados. Estamos dispuestos a perder la capacidad de sentir por nosotros mismos con tal de que no nos rechacen. No, claro, la inmolación es muchísimo mejor.

¿Eres adicto a algo? ¿Necesitas vías de escape? ¿Sufres depresión o ansiedad? ¿Explosiones de rabia, cambios de humor, dificultades para el simpe disfrute, para gozar de tu cuerpo? Eso huele a culpa. ¿Obsesiones, compulsiones o perversiones? Rabia reprimida. ¿Cuál es tu relación con la culpa? ¿Sabes cómo odias? Si no encaramos y confrontamos nuestra culpa y nuestra rabia, estas se expresarán, a pesar nuestro, de formas distorsionadas en nuestro comportamiento a través de enfermedades, patologías y adicciones.

Cuando rechazamos lo que sentimos por ganar la aprobación de los demás, ¿no es eso abuso a uno mismo? Queremos salvaguardar el amor del otro abusando de nosotros. ¿Dónde está la ética?, ¿dónde está el límite entre la empatía hacia uno mismo y la empatía con el otro? ¿Cómo hacemos para no convertirnos, por un lado, en un tirano ególatra que expresa su rabia sin tener en cuenta a los demás, y, por el otro, en un sparring humano de las frustraciones ajenas? No hablo del odio contra algo o alguien, sino del odio y la rabia convertidos en autoafirmación. ¿Conoces la diferencia? No hablo de enfadarte, de montar un pollo, de chillar histérico o de tener explosiones de rabia, hablo de poner límites. Hablo de autoridad, de amor y autodeterminación. Hablo de justicia y de reparación, de contención y de protegerse a uno mismo. Hablo de orden y rectitud, de exponer algo que nos molesta y tener la oportunidad de hacer crecer nuestros vínculos. Existe una ignorancia brutal con respecto a nuestra propia energía agresiva, a nuestra culpa, y hasta que no aprendamos de nuestro odio, no podremos respetarnos a nosotros mismos. La ética no es solo teoría, sino que es también práctica. ¿Miedo a convertirte en un tirano si amas tu odio?

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Ética del despiadado»

Mira libros similares a Ética del despiadado. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Ética del despiadado»

Discusión, reseñas del libro Ética del despiadado y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.