John Gonzalez - COREA DEL SUR: El precio de la eficiencia y el éxito (Spanish Edition)

COREA DEL SUR: El precio de la eficiencia y el éxito.

Copyright © 2021 por John González y Young Lee,
.

Impreso en los Estados Unidos de América.

Todos los derechos reservados. Se prohíbe reproducir, almacenar, o transmitir cualquier parte de este libro en manera alguna ni por ningún medio sin previo permiso escrito, excepto en el caso de citas cortas para críticas. Para recibir información, diríjase a: John González, .

Publicado de forma independiente en los Estados Unidos de América.

Primera edición, 2021.

Traducción: John González y Ana Greenberg.

Corrección de texto: David Rochelero.

Diseño de portada: Enrique Arredondo (ArsDesigns)

Tipografía: Allan Ytac (Angelleigh)

Primera edición publicada originalmente en inglés en los Estados Unidos de América en 2019.

ISBN: 978-1-7376513-1-4

Dedicado a las personas que perecieron cuando
el transbordador Sewol se hundió.

Introducción

Mi recorrido por Corea del Sur

Al regresar a casa el 16 de abril de 2014, me enteré de que más de trescientas personas habían perdido la vida en un accidente marítimo. La mayoría, estudiantes de preparatoria, estaban participando en una excursión escolar a la isla de Jeju. Mi primera impresión fue que tanto mis estudiantes como yo podíamos haber sufrido esa tragedia. También pensé en lo devastador que este accidente les resultaría a una escuela, a los familiares de las víctimas y a todo el país. Muchas personas quedaron impactadas, y traumatizadas. En ese momento decidí escribir un libro acerca de Corea. Esa fue mi primera reacción al accidente del transbordador Sewol , una de las peores tragedias en Corea en los últimos años. Un total de trescientos cuatro personas perdieron la vida. Al momento de escribir este libro, nueve cadáveres aún no han sido rescatados.

Comencé a visitar Corea en los años noventa. Antes de poner pie en tierra coreana hablé con mis amigos coreanos quienes me relataron lo precioso que es su país. Yo quería verlo por mí mismo. Algunos de mis primeros viajes estaban concentrados en la meditación y tuve la oportunidad de visitar templos budistas en zonas rurales. Después de las excursiones, solía quedarme en el país unos días más para visitar ciudades grandes como Seúl, la capital, y Busán para adquirir una amplia perspectiva.

Cuando visité Corea por primera vez, quedé bien impresionado con la tecnología tan avanzada que tenía el país. Recuerdo cuan conveniente era, aun en esa época, alquilar un teléfono celular en el aeropuerto para comunicarme con amigos y familiares dentro y fuera del país. También me impresionó mucho ver a tanta gente en Seúl llevando teléfono celular a fines de los años noventa. En esos tiempos en Estados Unidos parecía que un porcentaje menor de personas usaban celulares. Pensándolo bien, comprendí que la costumbre tenía mucho sentido económico para un país como Corea, el cual estaba pasando por una transformación tecnológica, eludiendo el concepto de expansión de líneas telefónicas y adoptando el uso de la banda ancha y la tecnología inalámbrica. Después de todo, es más eficiente.

En mi primera visita, los «elevadores con voz electrónica» en mi hotel me impresionaron bastante. Estaba acostumbrado a subirme en «elevadores sin voz electrónica» en Estados Unidos. Para llamarlo, yo empujaba el botón y mientras esperaba solía fijar la vista con anticipación en el panel que me indicaba en qué piso se encontraba, especialmente si yo estaba de prisa. Así me preparaba para abordarlo. Cuando el elevador llegaba, las puertas se abrían y yo abordaba. Al entrar, empujaba el botón del piso deseado y las puertas se cerraban. Durante el trayecto, yo solía monitorear el progreso del elevador para asegurarme de no perder mi piso. A mi llegada, las puertas se abrían y yo salía del elevador. Esta era mi experiencia con elevadores.

Sin embargo, en Corea, la experiencia con elevadores era mucho más completa y satisfactoria. Como de costumbre, presionaba el botón para llamar al elevador. A su llegada, una voz electrónica por el parlante interno anunciaba el piso. Aunque no comprendía el coreano, imaginaba que la siguiente frase anunciaba que las puertas se estaban abriendo. Al entrar yo empujaba el botón correspondiente al piso de mi destino y enseguida el elevador anunciaba el número del piso que yo había escogido. Después de algún tiempo me enteré de que en Corea se podía anular la elección errónea de piso; algo que no se podía hacer en Estados Unidos. La falta de disponibilidad de esta función era una fuente de frustración, especialmente cuando tenía prisa, ya que el elevador estaba forzado a hacer una parada innecesaria. En Corea, después de escoger mi piso el elevador se movía según mi indicación. Al llegar, la voz electrónica anunciaba por el parlante el piso diciendo que las puertas estaban a punto de abrirse. Las puertas se abrían y yo salía. Esta experiencia era como si estuviera en una excursión con guía que me indicaba paso a paso lo que estaba sucediendo. Podía imaginar lo eficiente que les resultaba esto a personas que entendían el idioma. Se podrían enfocar en otras actividades, por consiguiente podrían evitar la actividad ineficiente de mirar constantemente el indicador del número de piso en el panel. Esta característica de «elevadores con voz electrónica» fue y sigue siendo una herramienta efectiva para personas con capacidades diferentes y para personas con visión limitada. Hoy día, mientras el elevador lleva los pasajeros a su destino, las personas pueden ver su correo electrónico o sus cuentas de redes sociales, o pueden revisar su maquillaje en el espejo, asegurando que su tez está radiante, o que su pelo está bien peinado.

El uso eficaz de la tecnología continuaba impresionándome. En los restaurantes vi botones en las mesas que los clientes usaban para llamar meseros. Durante mi período de encuesta y preparación para escribir este libro, me di cuenta que estos botones se conocen como «sistema de apretar para servicio». Cuando el cliente presionaba el botón en su mesa, un timbre sonaba y uno de los empleados decía de inmediato algo en voz alta indicando que el llamado se había recibido. A la vez decía que uno de los meseros atendería su mesa lo más pronto posible. Basado en mi observación, el uso de este sistema se ha expandido desde que empecé a visitar Corea. El propósito del uso de la tecnología por supuesto era proveer al cliente el mejor servicio posible, pero el uso del botón era motivado por la eficiencia. El cliente recibe la atención inmediata de un mesero. Este a su vez sabe inmediatamente cual mesa necesita servicio, las necesidades del cliente son atendidas y así el cliente puede disfrutar su comida lo más pronto posible. Hay una gran diferencia entre esta situación y una similar en Estados Unidos donde es casi imposible captar la atención de un mesero, especialmente en restaurantes populares que tienen muchos clientes. Por lo general, en restaurantes norteamericanos, el servicio de mesa está asignado a mesas específicas. Es raro que un mesero provea servicio a clientes que estén sentados en una mesa fuera de su designación. Si lo hace, desafortunadamente es posible que no lo haga bien.

Un aparato tecnológico que ha surgido en Estados Unidos es el indicador de mesa (o table tracker ), el cual es cuadrado con un lado curvo que mide aproximadamente nueve o diez centímetros por lado. De acuerdo a LRS, una de las compañías que fabrican este instrumento, el indicador de mesa aumenta la productividad y la eficiencia y amplifica la satisfacción del cliente. El uso de esta tecnología elimina la responsabilidad de los meseros de tomar órdenes y evita que el restaurante tenga que emplear a un anfitrión que generalmente se encarga de atender al cliente y llevarlo desde la puerta hasta su mesa. En lugar de este proceso tradicional, el menú se encuentra en la entrada y en lugar de un anfitrión el restaurante emplea a una persona para tomar órdenes cerca de la entrada y de repartir indicadores de mesa a los clientes. Después de dar la orden y de recibir su indicador de mesa, los clientes se dirigen a la caja, que también se encuentra cerca de la entrada, para pagar. Después de pagar, el cliente escoge su mesa. El sistema le informa al cocinero la orden y el indicador de mesa le indica al mesero donde está sentado el cliente. Cuando el cocinero termina de preparar la comida, el mesero la sirve al cliente y recoge el indicador de mesa. Cuando el cliente termina de comer, el mesero recoge los platos y limpia la mesa. En realidad, los meseros se encargan de entregar la comida y de limpiar las mesas. En esta situación, los meseros hacen su propio trabajo y el de ayudante de mesa. De esta manera le ahorran dinero al dueño del restaurante. En este ejemplo es evidente que los conceptos de eficacia y automatización están claramente presentes.