Patricia Avigón - Abismo

Abismo

Primera edición: 2019

ISBN: 9788417915001
ISBN eBook: 9788417887803

© del texto:

Patricia Avigón

© de esta edición:

CALIGRAMA, 2019

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Impreso en España – Printed in Spain

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A mi abuelo Manolo, por reír y hacerme reír contigo casi sin darte cuenta.

Prólogo

Llevo bastante tiempo queriendo escribir algo que me represente, muchas palabras juntas que me hagan pensar. Siempre he recurrido a la típica historia adolescente, y he escrito varias, pero ninguna me llenaba tanto como esta.

La inspiración nunca llega cuando quieres- O por lo menos en mi caso- siempre llega cuando tu tiempo no te permite escribir. Muchas veces llega con la rabia y la ira, cuando transformas esas emociones en letras que a su vez se convierten en palabras que se combinan unas con otras para que las puedas leer y aprender con ellas.

Reconozco que muchas veces me planteo que quizá no soy lo suficientemente madura como para escribir algo importante que tenga éxito, miles de pensamientos rondaban mi cabeza a diario. Joder Patricia, solo tienes catorce años, mucho carácter y demasiado que contar, pero es que el éxito no lo ganaba por haber escrito un bestseller, lo ganaba por haber escrito algo que me representase, el poder decir: Esto, lo he escrito yo, en este libro hay sufrimiento, hay inspiración, hay millones de lágrimas ahogadas en la tinta, hay ideas reflejadas en el papel. Este libro soy yo, este libro es Patricia Avigón, la niña frágil que lloraba en un rincón, la niña que poco a poco fue creciendo, la niña que mando a la mierda las inseguridades, la niña que consiguió librarse de la mayor parte de sus complejos, la niña que se hará mujer quemando las etiquetas que la sociedad le otorga y le obliga a llevar. Esto también puedes ser tú, puedes ahogar en la tinta todo lo que quieras. Puedes ser todo lo que quieras.

Tú y yo

Vamos a empezar tuteándonos ¿De acuerdo? Así nos ponemos al mismo nivel.

1
Abismo

El abismo es un lugar vacío y solitario al que acudes cada vez que tienes los sentimientos a flor de piel. Un lugar tranquilo donde pensar, pero que también te hace sentir solo, muy solo.

A veces es agradable relajarte y trasladarte a tu abismo, sobre todo cuando es tu rinconcito de paz, pero otras veces acudes de emergencia con las lágrimas aún frescas en las mejillas pidiendo que tu abismo te abrace y te diga lo que tienes que hacer para huir de tus penas.

Hay gente que acude al abismo varias veces al día, algunos lo llaman rincón de pensar y otros simplemente comerte la cabeza, pero creedme, tener un abismo es importante. Tomároslo como un psicólogo personal que te escucha en los momentos más complicados.

Recuerda que es un lugar privado, no puede entrar nadie más que tú, así que disfruta esa intimidad por mucho que te amenace la soledad.

El abismo es parte de ti.

2
Sentir bien

¿Qué es sentir? Es bastante complicado de explicar, así literalmente, porque cada uno siente a su manera, a cada persona le hacen sentir bien cosas diferentes.

Piensa por un momento… ¿Qué te hace sentir bien? Te doy tres segundos… 1… 2… 3… Listo, ahora sonríes. Sonríes porque acabas de recordar algo que por un momento fue lo más importante de tu vida. Sonríes porque lo que te vino a la mente te hizo feliz y te hizo sentir bien.

Esa es la clave de absolutamente todas las cosas. Porque sentir son muchas cosas además de sentir.

3
Libertad

Libertad, aquello que nombramos con frecuencia, aquello que no sabemos que es pero que nombramos a nuestro antojo.

He oído tantas veces en bocas de personas encerradas por sus propios pensamientos decir «soy libre» y he sentido tantas veces la necesidad de sacarlos de la jaula que les impedía serlo.

4
El lado oscuro del abismo

Los abismos también tienen lados oscuros, en mi caso, ya que mi abismo es un mar turquesa, el lado oscuro sería la profundidad más profunda, aquella donde no llega la luz del sol, donde los seres marinos solo intentan comerte, donde la presión te amenaza constantemente y donde te cuesta respirar.

Mi lado oscuro me marcará para siempre, como una cicatriz, de esas grandes y en un lugar bastante visible. A veces las cicatrices son traicioneras y vuelven a abrirse tras años de paz cerradas. Séllala bien, que no se abra nunca. Es difícil porque no sabes qué ocurrirá mañana, pero toma buenas decisiones para tratar de evitar situaciones difíciles que te hacen sentir solo.

Mi cicatriz no fue traicionera, bueno, quizá sí, me tendió una trampa, creí que estaba cerrada pero no, aún salía sangre. Yo no me daba cuenta, o creía no dármela. Es difícil tener que afrontar que vuelves a tener herida, sabes que todo lo que te hizo daño, lo que te hizo no dormir, lo que te trasladaba a la soledad más profunda va a volver a pasar y aseguro por experiencia que no pasa rápido.

Para mí las clases eran muy duras, contar esto es muy personal, pero los libros están para abrirlos, si no, nunca sabrás lo que hay dentro. Nunca me costó aprobar las materias, tenía unas notas bastante decentes en casi todas las asignaturas, pero las clases se me hacían cuesta arriba por otro motivo que no tiene nada que ver con los libros.

Desarrollé un complejo que nunca había tenido y que el resto de mi entorno (fuera de clase) consideraba una virtud. Supongo que eso es algo bueno de la belleza, que al ser muy subjetiva, lo que yo odiaba tener otros suplicaban tenerlo.

Yo nunca he tenido problemas con mi físico, de hecho me gustaba- y me gusta -el deporte (aunque de vez en cuando prefiera peli, manta y helado) así que siempre he sido delgada (bueno, por eso y por los hábitos que he tenido en mi casa desde pequeña). Yo nunca he considerado eso un defecto, y desde que recuerdo me he sentido a gusto conmigo misma, pero parecía que el resto quería que no lo estuviera. Eso me chocaba y no lo entendía hasta tal punto que lo normalicé.

Normalicé los insultos, normalicé los empujones, normalicé que para ser respetado hay que hundir a los demás.

Uno de mis mayores errores fue escuchar. Escuchar no es malo, todo lo contrario, hay que escuchar, pero dependiendo de la situación debemos hacer caso o no.

Me creí que tenía un problema de peso y que debía engordar e hice de algo que me gustaba en mí un complejo.

En esos momentos en los cuales no puedes salir corriendo, en los que no puedes dar la vuelta y marcharte acudes al abismo. Mi abismo fueron los libros. Me refugiaba en los libros que ya había leído. Podría leer nuevos, pero los que ya había leído me recordaban a situaciones, a cuando todo iba bien, a cuando solo tenía que centrarme en estudiar ya que lo demás venía solo.

Desarrollé muchas inseguridades. Dejé de confiar tanto en las personas y cuando llegaba a casa me refugiaba en mi familia y amigos de toda la vida. Supongo que esa fue mi salvación, que mis amigos me ayudaban, me hacían sentir bien y mi familia me apoyaba y me hacía sentir que no estaba sola. Pero pienso que hay niños que no tienen donde refugiarse, ya tienen miedo hasta de su propio abismo que amenazaba con la soledad, niños que temen hablar con sus padres y que les acusen de cobardes. Todas esas cosas son las que me hacen pensar día a día que deberíamos aplicar la empatía la mayoría de las veces. Vive y deja vivir. No hay necesidad de hundir a las personas para ser respetado, es mucho mejor intentar ser un poco más humano y la gente te apreciará y te lo tendrá en cuenta.