CORAZÓN
SANO
Cómo controlar el colesterol, la hipertensión y
mantener una óptima salud cardiovascular.
Michael Janson
Colección: Guías Prácticas de Salud, Nutrifarmacia y Medicina Natural
www.guiasbrevesdesalud.com
Título: Corazón sano
Subtítulo: Cómo controlar el colesterol, la hipertensión y mantener una
óptima salud cardiovascular
Autor:© Laurel Vukovic
Traducción:© Carlos G. Wernicke
Copyright de la presente edición: © 2007 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
www.nowtilus.com
Editor: Santos Rodríguez
Coordinador editorial: José Luis Torres Vitolas
Diseño y realización de cubiertas: Carlos Peydró
Maquetación: JLTV
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido
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preceptiva autorización.
ISBN-13: 978-84-9763-358-1
Libro electrónico: primera edición
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. EL FUNCIONAMIENTO NORMAL DEL CORAZÓN
2. LAS ANOMALÍAS CARDIACAS
3. FACTORES DE RIESGO
4. SUPLEMENTOS BÁSICOS
5. SUPLEMENTOS AVANZADOS
6. SUPLEMENTOS HERBALES
7. UN PROGRAMA TERAPÉUTICO GLOBAL
8. OTROS TRATAMIENTOS
9. DIETA Y ESTILO DE VIDA
CONCLUSIÓN
NUTRIFARMACIAS ONLINE
INTRODUCCIÓN
L as enfermedades del corazón (especialmente la cardiaca arterioesclerótica) son los asesinos más letales en Estados Unidos, en España y en los principales países desarrollados del planeta.
A menudo, la muerte repentina por ataque cardiaco es el primer indicio de que había algún problema. Por eso es importante tomar medidas lo antes posible, aún cuando ni siquiera se perciba el primer síntoma de trastorno.
Todos sabemos que la mayor parte de las veces, las enfermedades cardiacas son el resultado de los malos hábitos y estilos de vida (fumar, un excesivo consumo de alcohol, una mala dieta, la falta de ejercicio, el estrés…). Y, aunque parezca raro, esto es una buena noticia; significa que hay medidas concretas que podemos tomar. Podemos agarrar las riendas de ciertos aspectos de nuestra vida y ejercer una influencia importante si tomamos las decisiones adecuadas.
Cuando yo estaba en el primer año de la escuela preuniversitaria, en 1962, se me obligó a someterme a una evaluación rutinaria hecha por un cardiólogo, puesto que toda mi vida había tenido un soplo cardiaco. Siempre se me había dicho que este soplo era “funcional” o “inocente”, sin importancia para el funcionamiento del corazón. Según se descubrió entonces, las evaluaciones anteriores habían sido incorrectas, y mi soplo significaba que una válvula cardiaca, probablemente desde mi nacimiento, cerraba mal. No es necesario decir que esto fue un fuerte golpe tanto para mis padres como para mí.
El cirujano cardiovascular les dijo a mis padres que era necesario operarme para reemplazar la válvula causante del soplo. Aun cuando yo no tenía ningún síntoma, el cirujano les advirtió de que, si no era operado, probablemente padecería en diez o veinte años una insuficiencia cardiaca, cuando el músculo cardiaco ya no pudiese aguantar la carga progresivamente mayor causada por la filtración valvular. Me instó también a interrumpir toda actividad física, ya que yo era un adolescente muy activo y hacía mucho deporte.
No seguimos su consejo. Pero esto estimuló mi interés por la salud del corazón y por la medicina como carrera, y en los años siguientes excitó mi curiosidad por los tratamientos alternativos a los convencionales, así como por la manera de cuidar mejor mi corazón. Esta motivación personal me llevó a descubrir los más importantes desarrollos en el tratamiento de las enfermedades cardiacas, tanto en relación conmigo mismo como con mis pacientes. Si bien es cierto que la estructura genética contribuye al desarrollo de las patologías cardiacas, esto es mucho menos importante (cuando se trata de evitar una enfermedad cardiaca) que la elección de un estilo de vida, asunto sobre el cual todos tenemos grandes posibilidades de control.
Aunque en nuestra familia haya antecedentes de enfermedades cardiacas (o de casi cualquier otra enfermedad degenerativa crónica), no debemos creer que inevitablemente llegaremos a tener el mismo problema. Muchas investigaciones han demostrado que la dieta, el ejercicio, el control sobre el estrés y otros elementos juegan un papel importante en el mantenimiento de un corazón sano (o de lo contrario, dependiendo de las elecciones que hagamos). Por otra parte, la literatura científica es bastante clara: hay muchos suplementos dietéticos que resultan valiosos como complementos de las terapias tradicionales o, en muchos casos, como sustitutos incluso de medicaciones y hasta de la cirugía.
EL FUNCIONAMIENTO
NORMAL DEL CORAZÓN
P ara apreciar mejor el valor de los suplementos dietéticos para el corazón es útil comprender la estructura y el funcionamiento básicos de este órgano. Después de todo, el corazón bombea todos los días y todo el día a lo largo de nuestra vida, sin poder “tomarse un respiro” nunca. De modo que vale la pena dedicar unos minutos a averiguar cómo realiza su trabajo. Sin embargo, no es necesario entender la manera en que funciona el corazón para obtener beneficio de los suplementos dietéticos o de otros cambios en el estilo de vida de los que hablaremos más adelante en este libro. Si se desea, se puede ir directamente a los capítulos que tratan sobre los beneficiosos suplementos relacionados con las enfermedades cardiacas; siempre será posible volver más tarde a este punto.
ANATOMÍA Y FUNCIONAMIENTO
DEL CORAZÓN
El corazón es un músculo en gran parte similar a cualquier otro en el organismo, si bien con ciertas diferencias microscópicas. Este músculo, o miocardio, consiste en un saco que está organizado en cuatro cámaras interconectadas. La aurícula y el ventrículo derechos reciben la sangre que llega desde el cuerpo y los pulmones, respectivamente. La sangre, que ha dejado algo de su oxígeno en los tejidos y ha recogido algunos productos de desecho del metabolismo, llega a la aurícula derecha por la vena cava, la vena más grande del cuerpo. Desde los pulmones, la sangre que ha obtenido oxígeno vuelve a la aurícula izquierda a través de la vena pulmonar.
La aurícula izquierda bombea entonces la sangre a través de una válvula llamada válvula mitral hacia el ventrículo izquierdo. Si bien la mayor parte de la sangre, en realidad, pasa hacia este sin necesidad de una acción de bombeo, la contracción auricular ayuda en buena medida a que la sangre entre en el ventrículo. Luego, el ventrículo izquierdo bombea la sangre oxigenada, a través de la válvula aórtica, hacia la aorta, la arteria más importante del cuerpo, y desde ahí hacia el resto de los tejidos y órganos del cuerpo (salvo los pulmones). Mientras el ventrículo izquierdo se contrae (un hecho denominado “sístole”), la válvula mitral impide que la sangre regrese a la aurícula izquierda. Al pasar por los riñones y el hígado, la sangre remueve los productos de desecho y las toxinas.
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