La república mediocre
Acotaciones y reflexiones en torno al sentido de la vida y de la política
Primera edición: abril 2018
ISBN: 9788417321437
ISBN eBook: 9788417335151
© del texto:
Diego Quintana de Uña
© de esta edición:
, 2018
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Impreso en España – Printed in Spain
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« Uno de los grandes riesgos que corren los hombres es olvidarse de las verdades establecidas.»
Bernard Crick
«Todo ya se ha dicho una vez; pero como nadie escucha siempre hay que decirlo de nuevo.»
André Gide
«Los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso, sino para comenzar.»
Hannah Arendt
«La verdad es que todos los males del mundo tienen una sola causa, que es la miseria cognitiva del ser humano en lo que atañe a realidades más profundas que la explícita. »
Darío Salas Sommer
Índice
1.6. El problema de la ilegitimidad del poder
en los mitos griegos 93
3.4. La política y los políticos:
mediocridad y excelencia 245
4.3. Los regímenes políticos abominables:
tiranía y totalitarismo 297
Agradecimientos
Cuando bebas agua, recuerda la fuente.
Proverbio chino
Como este libro trata de política, lo primero y primordial es iniciarlo aludiendo a su principal fundamento: la gratitud. Decía Polibio, y decía bien, que es la gratitud de los hijos con los padres o la del salvado con su salvador de donde nace la capacidad para considerar el valor del deber, que es principio y fin de toda justicia. Y como la justicia es, a su vez, el fundamento de la República, es obligado comenzar, por tanto, con la gratitud, que todos hemos de dar a los que nos ayudaron, pues todo lo que logramos en esta vida está preñado de las sinergias y asistencias que nos facilita el vivere civile de la República con el que nos enriquecemos todos los ciudadanos.
Este libro sería mucho peor si no hubiera contado con el apoyo de todas las personas que me asistieron en mi andadura intelectual y con las cuales compartí no pocas de las narrativas que aquí expongo. La asistencia informática y las correcciones literarias, psicológicas, políticas y científicas de Carmen Carcedo Olivares, Concepción Negrete Sansegundo, Carmen de Molina Ortiz de Zárate, Joaquín Martínez Gijón, Luis Rodríguez Prieto y José Ramón Pavía Martín-Ambrosio han sido imprescindibles para pulir un texto de desiguales perfiles y de demasiadas ideas, que necesitaban mejores ojos y criterios que los míos para precisar, allanar y diluir las espesuras de este relato. A todas estas amigas y a todos estos amigos mi agradecimiento sincero.
También quiero mostrar aquí mi gratitud a los que me orientaron y guiaron mi formación intelectual, sin cuya generosidad y apoyo muchas de las inquietudes, reseñadas en este ensayo, habrían quedado sin respuestas. Reconocimiento que merecen por esta razón mis amigos José María Vázquez González y Francisco Bobillo de la Peña y también Francisco Elías de Tejada y Spínola, los cuales me facilitaron muchos de los libros a los que responsabilizo en gran parte de que este ensayo ahora vea la luz; igualmente mi reconocimiento a Enrique Tierno Galván, cuyos sutiles y doctos consejos me ayudaron a acotar algunas de mis inquietudes teoréticas del momento; a Julien Freund cuya perspectiva schmittiana me ayudó a disolver mis penúltimas ilusiones políticas; mi franca gratitud a Raúl Morodo, por su magnanimidad y bonhomía, con el cual aprendí trabajando y conversando muchas de las virtudes que la práctica política requiere, sobre todo la astucia ( metis ) y la prudencia ( sophrosyne ), a las cuales, cómo no, era obligado referirme en estas reflexiones. Finalmente, mi agradecimiento eterno a mi maestro en los asuntos del espíritu, Darío Salas Sommer, cuya enseñanza, además, me ha servido para enhebrar con el hilo de la conciencia todas las acotaciones y reflexiones que integran este libro.
Introducción
Este es un libro de buena fe, lector.
Montaigne
Sobre Política e Historia se han escrito muchos libros y no pocos de sus autores justificaron sus obras asegurando que las habían emprendido con el desinteresado propósito de advertir a sus semejantes sobre sus contumaces errores. Antes que los libros existieron los mitos que, con menor prosopopeya y con sencilla y eficaz narrativa, nacieron con parecida intención. De manera que, con tal cantidad de literatura, oral y escrita, es de suponer que los seres humanos deberíamos andar advertidos y avisados. Y seguramente lo estamos, pero una cosa es saber algo y otra bien distinta es comprenderlo a cabalidad. Hay entre ambas formas de saber una distancia sideral, un salto cualitativo, que solo han superado los escasos seres humanos que han logrado una comprensión más profunda de las cosas.
En tiempos como los actuales, en los que tan escasos andamos de teorías generales, pienso que no está de más volver la vista sobre los antiguos mitos, con cuyas luces no deberíamos haber dejado nunca de alumbrarnos, por condensarse en ellos todos los sentidos que ligan al hombre con el mundo y con la vida y, sobre todo, en lo que aquí nos atañe, porque también fundamentaron el arte de la política sobre las bases imperecederas del respeto y la justicia. Los mitos no envejecen nunca; no han sufrido las modas que han cambiado una y mil veces la moral y las costumbres, los usos y las normas. Los mitos siempre están en su sazón, porque escarban en el alma humana para mostrar la hybris de nuestras pasiones más abyectas, que son las que nos impiden vivir en armonía y en paz entre nosotros. En los mitos encontramos la inicial esencia del saber , que diría Heidegger, eso sí, haciendo abstracción de todas las posteriores subordinaciones a las que han sido sometidos por el logos de la literatura erudita, el cual los ha vampirizado chupándoles su esencia hasta dejarlos convertidos en cuentecillos entretenidos o en superficiales alegorías.
En mi ensayo El síndrome de Epimeteo. Occidente la cultura del olvido utilicé varios mitos como hilos conductores del relato, y los volveré a utilizar en el presente, desarrollando y ampliando algunas de mis tesis, pero advirtiendo al lector que encontrará repetidas las historias de algunos de ellos y las consiguientes consideraciones al respecto, así como algunas ideas y citas, todas las cuales he preferido reiterar más de una vez para no romper la dinámica y las argumentaciones del texto, por lo cual solicito de antemano la oportuna clemencia, si las tales resultaren cargantes en algunos pasajes.
Pero si los mitos han sido algunas de las mimbres con las que he tejido la estructura de este ensayo, no podían quedar preteridos ni olvidados todos los autores, clásicos y modernos, que trataron los asuntos de la política con esmero y con tino, avisando también a sus contemporáneos de las dificultades intrínsecas con las que se encuentra en todos los tiempos el ejercicio de este noble arte. Y como quiera que sus consideraciones fueron expresadas con lúcidas formulaciones y en términos más brillantes de lo que a mí se me alcanza, pues aludiré a ellos en estas páginas cada vez que la ocasión lo requiera. Muchos apartados van precedidos de varias citas, a las cuales he acudido para que sirvan de punto de inflexión, a fin de centrar las reflexiones posteriores con la profundidad que entiendo que requiere la complejidad de los temas abordados. Y esto buscando siempre más la perplejidad y la duda que el descubrimiento de cualquier tipo de verdad al uso que pudiera tranquilizar nuestros desvelos y nuestras inveteradas incertidumbres pero, eso sí, contribuyendo con todas esas reflexiones y también con las mías propias a que cada cual, según las necesidades de su espíritu, escarbe por su cuenta y riesgo en el sentido oculto del mundo y de la vida.
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