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Guiliano Mireille - Las francesas no se hacen liftings

Aquí puedes leer online Guiliano Mireille - Las francesas no se hacen liftings texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: S.A;France, Año: 2014, Editor: Ediciones B;B Grupo Zeta, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Las francesas no se hacen liftings: resumen, descripción y anotación

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LAS FRANCESAS NO SE HACEN LIFTINGS Mireille Guiliano Traducción de Laura - photo 1

LAS FRANCESAS NO SE HACEN LIFTINGS

Mireille Guiliano

Traducción de Laura Paredes

Créditos Título original French Women Dont Get Facelifts Traducción Laura - photo 2

Créditos

Título original: French Women Don’t Get Facelifts

Traducción: Laura Paredes

Edición en formato digital: julio de 2014

© 2013, Mireille Guiliano

© Ediciones B, S. A., 2014

Consell de Cent, 425-427

08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

DL B. 14537-2014

ISBN: 978-84-9019-831-5

Conversión a formato digital: www.elpoetaediciondigital.com

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

¿Por qué no descansar, relajarse...

y dedicarse al placer?

¿Cuántas horas duermes por las noches? ¿Sabes si duermes lo suficiente? Si es así, ¿cómo? ¿Qué rituales sigues para prepararte?

¿Qué me dices del plage de temps (el espacio mental, y a veces físico, en que nos dedicamos tiempo a nosotros mismos diaria o periódicamente)? La mente es su propio lugar. ¿O de las vacaciones? Los franceses se toman muy en serio las vacaciones. ¿Y tú? ¿Qué entiendes por dedicarte al placer? Está bien, ¿qué otra cosa entiendes por dedicarte al placer?

Dormir. Tiempo para uno mismo. Vacaciones. Placer. Eso es todo.

Los franceses duermen de media nueve horas al día. Es considerablemente más que lo que duermen mis amigos estadounidenses, que parecen creer que es un honor hacerlo cinco o seis horas al día, o incluso menos. Mucha gente afirm­a que no es necesario dormir tanto. Tonterías. ¿No habrá por casualidad alguna relación entre la larga esperanza de vida de los franceses y las horas que ejercitan sus músculos del sueño?

Cuando estamos en París, mi marido, que es estadounidense, siempre se fija en lo oscuros que están los edificios cuando volvemos tarde, después de cenar en casa de un amigo o del teatro. Aunque apenas son las once, casi todas las luces están apagadas. Para empezar, los franceses no miran demasiado la televisión (no se quedan despiertos para ver los programas de la noche). Llegan a casa del trabajo, preparan la cena, se sientan a comer (¡eso sí que es diversión!) y se relajan. Algunos prolongan la velada leyendo o escuchando música media hora, pero hacia las diez o las once de la noche la mayoría está en brazos de Morfeo. Nada de enviar correos electrónicos o de quedarse frente a la pantalla del ordenador hasta altas horas. ¡Qué diferencia con Nueva York, la ciudad que nunca duerme! Desde nuestras ventanas de Manhattan, vemos muchas luces y personas en los edificios que nos rodean hasta bien entrada la madrugada. Y las pocas veces que nos levantamos al alba para tomar un avión, nos sorprende ver que hay bastantes lucecitas encendidas. ¡Caramba!

Evidentemente, no estoy diciendo que en París los jóvenes de veinticinco años no vayan a la discoteca a bailar y beber, o que no salgan en los barrios populares y hagan ruido por la calle los sábados hasta pasada la medianoche. No es que los chicos de dieciséis años dejen de enviarse mensajes de texto a una hora concreta... o que nadie mire la televisión y todo el mundo la apague a las once de la noche. Pero en comparación con Nueva York, París está en otro planeta. En nuestro barrio de Manhattan hay tanta gente en la calle a las once de la noche como a las once de la mañana, puede que más, todos los días de la semana. En Francia, eso solo pasa en las estaciones de ferrocarril.

Prueba los siguientes consejos para que también tú puedas disfrutar de las ventajas de una buena noche de sueño y puedas hacerlo naturalmente (la cantidad de productos para facilitar el sueño que se venden sin necesidad de receta está aumentando tanto en Estados Unidos como en Francia... ¡La globalización nos iguala a todos!).

Sin que importe tu edad (cuarenta y tantos, cincuenta y tantos, sesenta y tantos o más), lo siguiente te ayudará a hacer unos cuantos cambios; después puedes retocar ligeramente tu reto personal y mejorar tu sueño y tu salud (cuanto más se duerme, menos se come).

¡Muévete, muévete, muévete durante el día! Está científicamente demostrado que el ejercicio físico no solo sirve para quemar calorías, sino que facilita conciliar y mantener el sueño. No hace falta correr un maratón ni pasarse horas sudando; con un paseo enérgico de veinte a treinta minutos o una sesión de yoga bastará. (¡Procura no hacerlo inme­diatamente antes de acostarte, porque tendría el efecto contrario!)

Evita el consumo de estimulantes, como la cafeína, la nicotina y el alcohol. Estas tres sustancias nos ponen nerviosos, merman la calidad de nuestro sueño y afectan a nuestra capacidad de conciliarlo. Tras su consumo, puedes despertarte en plena noche aunque te hayas quedado dormido sin dificultad. Mucha gente que recurre a la cafeína para ir tirando a lo largo del día se horroriza al enterarse de que el efecto estimulante dura hasta doce horas después de haberla ingerido.

Intenta acostarte y despertarte a la misma hora todos los días. Nuestro organismo ansía el equilibrio, y si entrenamos nuestro cuerpo para que se duerma y se despierte a determinada hora (a pesar de que sigamos teniendo sueño), finalmente atenderá a nuestra petición. No lo cambiará ni el hecho de recuperar sueño el fin de semana.

Ahora bien, pasados los cincuenta, intenta acostarte una hora antes de lo habitual dos veces a la semana y comprueba cómo se traduce eso en una mayor energía.

Reserva la habitación solo para dormir. De acuerdo, hay otra cosa que está permitida, y que quizá te ayude a dormir. Pero mirar la televisión, cuadrar las cuentas bancarias, hacer papeleo, comer o trabajar con el portátil, o simplemente holgazanear en la cama puede ser fuente de problemas cuando finalmente llega el momento de conciliar el sueño.

Las infusiones obran maravillas. Las infusiones de manzanilla, anís, valeriana e hinojo son famosas por facilitar la relajación y contribuir a conciliar el sueño. La mayoría de las tiendas de productos dietéticos disponen también de sus infusiones especiales.

En la granja de mi abuela, tras tomar todos media taza de leche tibia recién ordeñada, la casa se quedaba en un silencio total durante ocho horas largas, sin que la edad fuera un factor condicionante.

Apaga más temprano las luces. La luz indica a nuestro cerebro que es de día y puede interferir en la capacidad de nuestro cuerpo de relajarse para dormir.

Los reguladores de intensidad pueden servir a tal efecto, aparte de para ahorrar electricidad.

Apaga el ordenador y el televisor por lo menos media hora, y preferiblemente una hora, antes de acostarte. Ambos aparatos suelen mantener activo nuestro cerebro, lo último que queremos antes de acostarnos. ¿Alguna vez se te ha ocurrido que la luz del ordenador puede alterar nuestros patrones del sueño, al sugerirte que es de día cuando es de noche? Pues así es. Ya sé que puede resultar difícil apagar el televisor y el ordenador, pero admite que necesitas un rato de preparación para dormir. Bueno, los juegos preliminares son otra cosa.

Si no concilias el sueño en media hora, levántate y lee un libro (mejor que no sea de acción o aventuras) o escucha música relajante un ratito. Quedándote en la cama solo lograrás agitarte más.

Evita las cenas demasiado copiosas antes de acostarte. Cena por lo menos dos o tres horas antes del momento en que piensas acostarte; e ingiere la mayoría de proteínas en el desayuno, menos en el almuerzo y aún menos en la cena. (Soy consciente de que es difícil seguir la norma de las dos horas cuando vas a cenar con amigos o familiares a un restaurante, pero esa es la excepción, no la norma.) Una cena ligera, con una sopa de primer plato (como suele hacerse en los hogares franceses) favorece una noche de sueño placentero.

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