Fabrizio Cornalba - Transformar Los Deseos En Resultados

¿Recuerda cómo se sintió la primera vez que le preguntaron delante de toda la clase? ¿Le resultó agradable? ¿Le pusieron buena nota? Cualquiera que fuera la emoción que sintió en ese momento, probablemente le haya marcado y le haya hecho amar u odiar la simple idea de hablar en público. ¿Es posible que un episodio tan lejano nos pueda hacer temblar las piernas, aún hoy, cuando debemos levantarnos frente a un grupo de personas para iniciar un discurso? Sin lugar a dudas, la respuesta es sí.

Personalmente me encontré en una situación parecida hace algunos años y recuerdo como si fuera hoy cómo me sentí: tenía que hacer una presentación durante una hora frente a un público desconocido y, ya algunos días antes de hacerla, el simple hecho de pensar en ello me aterrorizaba. Sabía que dominaba perfectamente la materia y que había preparado la presentación concienzudamente; sin embargo, la idea de estar de pie frente a toda esa gente me bloqueaba y era como si todo lo que había preparado hubiera desaparecido de mi mente. El hecho de saber que algunas personas se habían quedado en blanco aun conociendo a la perfección aquello que debían decir no me ayudaba en absoluto, porque yo quería hacer una buena presentación, o, todavía mejor, ¡una presentación excelente!

El fatídico día llegó y recuerdo que, mientras el orador que me precedía estaba terminando su presentación, yo estaba tranquilamente sentado esperando mi turno, hasta que me di cuenta de que tras pocos minutos tenía que hablar. Entonces, me quedé helado, me empezaron a temblar las piernas y el corazón se me disparó. «¡Dios, tengo que hacer algo!», me dije, y de repente pensé: «Sólo hay dos posibilidades: que todo vaya bien o que vaya perfecto». Esta idea me desbloqueó por completo. No sabía por qué, pero había funcionado, y al final la presentación fue todo un éxito.

Ese episodio me cambió la vida, desde entonces he hablado en público en numerosas ocasiones y, paralelamente, he ido estudiando y descubriendo diferentes instrumentos para el control emocional. Mi intención, al escribir este libro, es compartirlos con usted. Le enseñaré varias técnicas. Es cierto que no puedo cambiar sus experiencias, pero le puedo dar algunos consejos para que en futuras ocasiones le vaya mejor. Todos deseamos mejorar, así es la naturaleza del ser humano, pero sólo pocos lo consiguen. Este libro se dirige a esas personas que han decidido aprender a gestionar de modo eficaz sus recursos físicos y mentales para hacer frente a los retos de la vida de un modo distinto.

Cada día nos encontramos ante situaciones inesperadas que debemos afrontar y, a menudo, no sabemos dónde encontrar los recursos necesarios para gestionarlas de la mejor manera. Si frente a estas situaciones difíciles no consigue sacar lo mejor de sí mismo y desea transformar lo que tiene dentro en resultados, este libro le ayudará a encontrar respuestas a sus problemas. El objetivo es, pues, ayudarle a gestionar mejor su estado de ánimo a la hora de afrontar situaciones en las que sea indispensable dar el máximo de sí mismo.

Se ha intentado tratar los argumentos con simplicidad, para permitir al lector que aprehenda los principios y las enseñanzas contenidos, con el fin de poderlos utilizar en la vida privada y profesional. A veces en la vida nos encontramos ante oportunidades importantes, pero, sin los recursos necesarios, no sabemos cómo afrontar, por ejemplo, la necesidad de hablar en público o de llamar a un cliente importante. Estas situaciones y muchas otras pueden, pues, incidir negativamente en el logro de nuestros objetivos. En muchas ocasiones, el éxito o el fracaso dependen de una sola palabra, de una frase, de un gesto, que permiten gestionar, en el momento oportuno y de la mejor manera posible, nuestras emociones. Recuerde: posee la capacidad necesaria para conseguir el éxito personal, sólo debe aprender a reconocerla y ponerla en práctica.

Quiero escribir este libro siguiendo el consejo del tucán, usando un lenguaje sencillo que pueda ser entendido incluso por los niños, el lenguaje de las imágenes. Por eso intentaré transformar los conceptos que le enseñaré en imágenes, de modo que pueda acceder a la misma modalidad de aprendizaje que los niños utilizan y que tanto les ayuda a crecer. Sólo le pido que no juzgue como pueril este modo de explicarme, porque usándolo podría redescubrir la determinación que tuvo cuando aprendió a caminar, superando las dificultades, insistiendo y alzándose cada vez, hasta que consiguió lo que más deseaba, caminar por sí mismo. Si desea volver a tener la fuerza de entonces y está dispuesto a intentarlo, no puedo hacer más que desearle un «buen viaje».