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Jessica Gómez - Come chocolate y no discutas con idiotas: #52 tips para la paz mental

Aquí puedes leer online Jessica Gómez - Come chocolate y no discutas con idiotas: #52 tips para la paz mental texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2019, Editor: Ediciones Martínez Roca, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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  • Libro:
    Come chocolate y no discutas con idiotas: #52 tips para la paz mental
  • Autor:
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    Ediciones Martínez Roca
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    2019
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Come chocolate y no discutas con idiotas: #52 tips para la paz mental: resumen, descripción y anotación

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Un día son los niños, otro día un cuñao, otro tu pareja, otro la ITV, otro tu madre que no te peinas... Y cuando parece que todo está en calma, ¡BAM!: se le rompe un asa a la bolsa del súper en mitad de la escalera. Pero, ¿sabéis de qué me he dado cuenta? De que te lo tomas de otra manera si te propones afrontar cada imprevisto/ contratiempo/maldicióngitana/loquesea como una oportunidad de llevarte al extremo para aprender y mejorar. Como cuando haces estiramientos y cada vez levantas la pierna un poquitiiiiiiiiiiiito más. Que es prácticamente imperceptible, pero que tú sabes que está ahí porque te pincha. Y me he planteado, como propósito que empiezo hoy, porquecomosiempreempiezotarde (con lo que el propósito de «no hacer las cosas tarde» ya se me ha ido a la mierda), a sintetizar al menos UN aprendizaje cada semana para respirar hondo, sentir que llevo las riendas y hacerme ilusiones pensando que, cada vez, estoy un poquito más cerca de la paz mental.

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Un día son los niños, otro día un cuñao, otro tu pareja, otro la ITV, otro tu madre que no te peinas… Y cuando parece que todo está en calma, ¡BAM!: se le rompe un asa a la bolsa del súper en mitad de la escalera.

Pero, ¿sabéis de qué me he dado cuenta? De que te lo tomas de otra manera si te propones afrontar cada imprevisto/ contratiempo/maldicióngitana/loquesea como una oportunidad de llevarte al extremo para aprender y mejorar. Como cuando haces estiramientos y cada vez levantas la pierna un poquitiiiiiiiiiiiito más. Que es prácticamente imperceptible, pero que tú sabes que está ahí porque te pincha.

Y me he planteado, como propósito que empiezo hoy, porquecomosiempreempiezotarde (con lo que el propósito de «no hacer las cosas tarde» ya se me ha ido a la mierda), a sintetizar al menos UN aprendizaje cada semana para respirar hondo, sentir que llevo las riendas y hacerme ilusiones pensando que, cada vez, estoy un poquito más cerca de la paz mental.

A todas las mujeres que me rodean, que me leen y que comparten conmigo un poquito de ellas, porque me nutren e inspiran y me hacen un poco mejor. Os quiero, Maris.

A todos los hombres que me leen, que son cuatro mataos, pero que están ahí, y presumen de seguir a una escritora feminista. También os quiero, Maris.

A mi gente, que tiene que sufrir mi sentido del humor en primera persona y aun así me quiere.

Y a Don Huevazos, que se está esforzando por abrir bien los paquetes de cereales.

INTRODUCCIÓN

Existen dos mujeres en mi interior. Bueno, han de existir unas treinta y siete, pero ahora mismo con hablarte de estas dos es suficiente.

Una soy yo: una tipa normal, muy de andar por casa, a la que le encanta espatarrarse en el sofá e irse por ahí a tomar algo con las amigas. Chabacana, que dice muchos —muchos— tacos y que se toma la vida con cachondeo y, a veces, llora de la risa cuando se habla de pedos. De la otra cuentan que es una mujer profunda y reflexiva, capaz de filosofar sobre el sentido de la existencia mientras mira una servilleta tirada en el suelo. Delicada y armoniosa en el hablar, con un don, dicen, para desgranar sentimientos y enriquecerte como persona.

Este libro lo ha escrito la primera.

* * *

Si algo tiene este mundo revoltoso es que, casi a diario, se pone a prueba nuestra paciencia. Un día son los niños, otro día un cuñao, otro tu pareja, otro la ITV, otro tu madre que te llama na más que pa decirte que a ver si te peinas… Y cuando parece que todo está en calma, ¡BAM!, se le rompe un asa a la bolsa del súper en mitad de la escalera, que te quedas como What the fuck, Pili? Pásame el tequila.

Pero ¿sabes de qué me he dado cuenta, Mari? De que te lo tomas de otra manera si te propones afrontar cada imprevisto/contratiempo/maldicióngitana/loquesea como una opor­tu­nidad de llevarte al extremo para aprender y mejorar. Como cuando haces estiramientos y cada vez levantas la pierna un poquitiiiiiiiiiiiito más. Que es prácticamente imperceptible, pero que tú sabes que está ahí, que lo has logrado, porque te pincha.

Así que un buen día me lie la manta a la cabeza y me propuse, firmemente, sacar provecho de todas las mierdas del día a día y sintetizar y escribir, durante un año entero, al menos UN aprendizaje cada semana: un tip para respirar hondo, sentir que llevo las riendas y hacerme ilusiones pensando que, cada vez, estoy un poquito más cerca de la paz mental.

Después, para variar, tardé algo así como dos meses en ponerme a ello y me atropellé yo sola, con lo que mi propósito de no ir siempre con el tiempo pegado al culo ya se me fue a la mierda, PERO más vale tarde que nunca. Y aquí están, al fin: a ritmo —teórico— de uno a la semana, recopilados todos esos aprendizajes en la increíble, maravillosa e irrepetible colección…

#52 TIPS PARA LA PAZ MENTAL

Aviso legal: no puedo prometer compatibilidad entre todos ellos ni coherencia de ningún tipo. No se garantiza la paz mental.

Avisada/o estás.

#1
TE PUEDES EQUIVOCAR
y no es el puto fin del mundo

Te puedes equivocar siempre, en cualquier circunstancia.

Con tu pareja, cuando juras que tú no tienes la llave del coche y que sí, que fijo que la tienes en el bolso, y tú montas en cólera porque a ver si piensa que eres gilipollas y que en el bolso no has mirado ya, y os mareáis buscándola por toda la casa una hora y al final es verdad que la tenías en el bolso, ahí enterrada entre el monedero, los kleenex, la discografía de Melendi y las siete bolas de dragón.

Con los niños, cuando pierdes los papeles y te pones a levantar la voz y mientras lo haces empiezas a pensar que suenas igual que tu madre y quieres parar y no puedes y luego te sientes peor que un chicle pegado a una suela de esparto.

En el trabajo, cuando se te cruzan dos datos y no te das cuenta y tiras p’alante como los de Alicante porque, oye, pudiendo hacer las cosas rápido, pues pa qué vamos a hacerlas bien, y luego tienes que deshacer el entuerto e invertir el triple de tiempo —o de dinero, o de esfuerzo, o de todo—.

Con Fulano Random, que te dijo que esto en el IRPF se declaraba así y tú juraste y perjuraste que no, que era asá, porque tú estás superinformada porque TIENES GOOGLE y leíste en un blog que era asá y pondrías tu mano en fuego valyrio por ello y al final, mátame camión, pues sí que era así.

En el súper, cuando vas a por un par de litros de leche y sales con una compra de cuarenta euros que incluye un ambientador, una cortina de ducha y una jarra de vidrio que pone «No envejezco: evoluciono» que, por supuesto, no necesitas para nada, pero que te hace ilusión pensar que esa jarra te conoce. Sí: sales con muchas cosas. Y sin leche.

Estudiando, cuando se te olvida si primero se hacían las multiplicaciones o las sumas o cuando te pones a hacer una resta con llevadas y el uno que te llevas se te queda ahí atascado que no sabes si se sumaba arriba o abajo, y tu subconsciente se anega en el vacío porque empiezas a oler tu propia decrepitud.

Te puedes equivocar. Y NO PASA NADA. El problema de equivocarse, el único problema REAL de equivocarse, es que nos han enseñado que equivocarse está mal, pero no es verdad. Equivocarse es parte de aprender, es normal, somos personas. Lo realmente jodido de equivocarse es enrocarse en la equivocación, negarla, intentar ignorar que existe —cuando sabemos que sí— y no ser capaces de decir: «ESTABA EQUIVOCADA».

—Joder, cari, perdona, estaba convencida de que no tenía la llave en el bolso.

—Chicos, perdonad, he perdido la paciencia. No ha sido culpa vuestra.

—Vaya, me equivoqué con los paquetes. A ver qué soluciones puedo plantear.

—Ostras, Fulano, pues no tenía ni idea de este dato.

—Beber mucha leche es malo, le echo al café el doble de azúcar y ya está Come chocolate y no discutas con idiotas 52 tips para la paz mental - image 1. Venga, no: dejo las bolsas en el coche y vuelvo a por la leche, no problem.

—Yo es que soy de letras. Voy a ver si encuentro un tutorial de restas en YouTube.

Y ya está. Y NO PASA NADA.

Te equivocaste: se reconoce, se soluciona lo que haya que solucionar, se piden disculpas si hace falta y a otra cosa mariposa. Que no es el fin del mundo, joder.

#2:
OLVIDA EL RELOJ
el reloj es el mal

El ser humano es un ente malévolo, culpable de la creación de las más horrorosas afrentas a la vida, como los cardados de los ochenta o las dietas détox. Pero si hay un invento que representa la inconmensurable maldad de la que somos capaces, sin duda ese invento es el reloj. Dime tú qué necesidad había. No, no me lo digas, que ya te lo digo yo: ninguna.

Mira que era fácil: sale el sol, te levantas; es de noche, te acuestas; hace calor, es verano; hace frío, es invierno. Con eso ya éramos más que capaces de vivir, y tan ricamente. Pero no, claro, ahí tuvo que llegar el iluminao de turno con su cacharrito de medirnos hasta el último puñetero segundo del día para que así pudiéramos andar todos con prisa y midiéramos nuestra vida en ajuste a las horas que pasaban, en lugar de medirla en ajuste a las cosas que pasan. Señora, qué cruz.

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