A mi Padre que está en los cielos: Jamás sabré la razón por la que me amaste tanto (¡Y me sigues amando!) como para darme un corazón nuevo. Todos mis sueños se cumplen si mi corazón puede parecerse lo máximo posible al tuyo. Jeremías 24:7 es la promesa que me llena de esperanza.
A mi mujer, Miriam, y a nuestras hijas, Iami, Kenia y Mel: No hay un solo rincón de mi corazón en el que no estéis brillando. No pasa un solo momento sin que mis pensamientos os abracen. Habéis llenado de amor mi vida de tal manera que me siento como un niño inmensamente agradecido, asombrado y feliz.
A mis padres, Jaime y Carmiña, muchas gracias por alimentar mi corazón con la Palabra de Dios y por enseñarme a vivir siempre dependiendo de su Espíritu.
A todos mis amigos y hermanos en el Señor, a quienes Dios ha usado cientos de veces para enseñarme cómo su Gracia y su Amor son infinitos conmigo.
A Cristina y Marta, vuestra creatividad y ayuda para entender, no sólo lo que escribo sino también lo que imagino, no tiene límites.
A la gente de Editorial Vida por animarme siempre en todos los proyectos. Pido a Dios que bendiga siempre vuestro trabajo y vuestra dedicación a Él.
A ti que estás leyendo ahora mismo: tu corazón es mucho más valioso de lo que crees, el Señor Jesús te ama mucho más de lo que puedas imaginar, y su Amor va mucho más allá de todos los límites.
Cuando era adolescente, tenía un póster colgado en mi habitación: «Si tienes que elegir entre dos caminos, escoge el que tenga corazón. El que elige el camino del corazón no se equivoca nunca» Aunque sabía que no era del todo cierto, me encantaba. En esos mismos años fui aprendiendo lo que Dios dice, y comparando todas las cosas que leía a la luz de la Palabra de Dios. Entonces encontré aquel versículo de Proverbios «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida» (4:23, RVR 1960) y comencé a comprender que el corazón es la «clave» de la vida en muchos sentidos. Ese es el lugar en donde se dirime la pelea más importante del universo, porque en nuestro corazón cada uno de nosotros decidimos lo más importante de cada día.
Conforme fueron pasando los años y después de conocer a mucha gente diferente en casi todos los países y culturas del mundo, comprendí que muchos de los problemas que tiene la gente aparecen por vivir con su corazón esclavo, limitado. A veces incluso después de creer en Dios, seguimos dejando que muchas cosas limiten nuestro corazón.
Muchas personas creen que están disfrutando de la vida, pero en realidad, lo único que hacen es sobrevivir, porque su corazón está atado a cosas materiales, limitado por circunstancias o por otras personas; están esclavizados casi sin saberlo por diferentes situaciones o incluso por sí mismos. Y desgraciadamente los días pasan sin que sepan lo que significa realmente vivir.
Una de las personas más sabias de la historia de la humanidad fue Salomón. Creo que todos conocen su historia: un día Dios le dio la posibilidad de escoger un regalo, lo que quisiera, y el rey Salomón escogió la sabiduría. Quería ser sabio para guiar al pueblo y para vivir de una manera responsable. Dios se lo concedió:
«Dios dio a Salomón sabiduría, discernimiento en todas las cosas y un corazón sin límites como la arena que está a la orilla del mar» (paráfrasis 1 Reyes 4:29).
Ser sabio y disfrutar de lo que Dios nos ofrece en la vida no es cualquier cosa. Si nos fijamos en cada detalle, encontramos que el Creador regaló a Salomón …
Sabiduría, es decir, conocimiento de las cosas y las razones. Ese conocimiento en sí es bueno, pero no lo es todo. El mismo Salomón se dio cuenta en muchos momentos de su vida, que conocer por conocer no tiene límites, y está muy lejos de eliminar las frustraciones del alma. Si todo lo que tenemos es conocimiento teórico, nuestra mente se va a ir llenando casi en la misma proporción que se vacía nuestra alma.
El discernimiento es un segundo paso imprescindible: se trata de llevar el conocimiento a lo práctico, saber tomar decisiones sobre lo que podemos o no podemos hacer, lo que es bueno y lo que no, es decir, aplicar los principios de sabiduría a nuestra vida. Si no tenemos discernimiento, nuestra mente está llena de conocimiento y conceptos en su mayor parte inútiles.
En tercer lugar, Dios le promete a Salomón un corazón sin límites. Puede parecer una concesión a la belleza del texto, o una manera de hablar que se acerca al romanticismo, pero no es así. Cuando examinamos todo lo que Dios nos dice en su Palabra nos damos cuenta de que es imposible ser sabio en la vida si nuestro corazón está limitado.
Un corazón libre es el fin de las demás cosas. No sólo saber y aplicar lo que sabemos; sino sobre todo que nuestro corazón no esté esclavizado ni limitado, que nadie ni nada pueda destruirlo. El corazón no debe tener límites en el conocimiento, en las decisiones, ni tampoco en lo que siente. Tener un corazón indestructible es vivir de una manera diferente, es disfrutar de la libertad, soñar, crear, tener una vida que merece la pena … Es, para decirlo de una manera muy sencilla, ser como nuestro Creador y parecernos a Él, porque Él no tiene límites en la esencia de su Ser.
Un corazón sin límites, indestructible
«Amplitud de corazón», dice literalmente; aprender a vivir con un corazón que no esté esclavizado. Si me acompañas en los próximos capítulos, vamos a recordar juntos algunas de las cosas que limitan nuestro corazón y nos hacen vivir lejos de la voluntad y el carácter de Dios. Oraremos y le pediremos a Dios que rompa todos esos límites, porque Él nos creó con un corazón amplio, indestructible, un corazón hecho para soñar, para romper barreras, para crecer en todas direcciones. Un corazón para conocerle a Él y tenerle a Él en su interior.
Un corazón que vive en la voluntad de Dios porque quiere ser como Él. Un corazón que quiere parecerse al corazón de su Creador.
A todos nos encanta soñar, imaginar situaciones y logros a los que queremos llegar, y sobre todo, ser nosotros mismos, porque sólo a cada uno de nosotros pertenecen nuestros sueños. Dios menciona esos deseos una y otra vez en su Palabra. Nos dice que quiere cumplirlos, porque Él, que nos creó, sabe cuáles son nuestros sueños, los que ningún otro ser humano conoce. Cuando nuestro corazón sueña, se extiende mucho más allá de todas las cosas e intenta abrazar a Dios, porque quiere llegar más allá del espacio y el tiempo.
Dios nos hizo de una manera tal que nadie pudiera limitar nuestra vida. Nosotros rechazamos a Dios cuando nos rebelamos contra Él y creemos que podemos vivir más felices con nuestro pecado y nuestras propias decisiones en lugar de dejar nuestra vida en sus manos. La única manera de volver a vivir con un corazón sin límites es volver a nuestro Creador, dejar a un lado todo lo que nos ata y sumergirnos por completo en la Fuente de la Vida.