Andrés Panasiuk - Un equipo ganador: Secretos para parejas que quieren ganar en el juego del dinero

Un equipo ganador

© 2021 por Andrés Panasiuk

Publicado por Grupo Nelson en Nashville, Tennessee,

Estados Unidos de América.

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Los nombres en las historias de este libro son ficticios. Las circunstancias son reales, aunque hemos cambiado algunos elementos para resguardar la privacidad de las personas involucradas.

Editora en Jefe: Graciela Lelli

Edición: Marta Liana García

Diseño: Mauricio Díaz

ISBN: 978-1-40027-777-3

eBook: 978-1-40027-779-7

Edición Epub Julio 2021 9781400277797

Impreso en Estados Unidos de América

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DEDICATORIA

A mis hermanos y amigos de todo el continente –como la Fundación Principios de Vida, en Paraguay, o la Universidad de la Familia, en Brasil– que lo han dado todo con el fin de traer vidas saludables a los matrimonios de nuestra querida Latinoamérica.

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CONTENIDO

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Nadie se casa para divorciarse. Sin embargo, en ese camino andábamos Rochelle y yo a comienzos de la década del 90, solo tres años después de prometernos amor para toda la vida.

Lo peor de todo es que luego de recorrer casi tres millones de kilómetros alrededor del mundo, y a pesar de no tener un estudio científico que me apoye, mi experiencia me dice que no estábamos solos. Creo que un alto porcentaje de parejas que se divorcian (quizás entre el 60 y el 70%) apuntan a problemas de dinero como parte del proceso del divorcio, y una buena cantidad (entre el 40 y el 45%) se deben estar divorciando primordialmente por cuestiones económicas.

Ese era el caso de Juan Carlos, un conocido asesor legal del presidente de la república en un país latinoamericano. Lo respetaban, apreciaban, escuchaban y reconocían como un líder de pensamiento en su nación. También había hecho algo de dinero. En realidad, bastante. Tenía dos empresas, varios autos, un chofer y, cuando me vino a ver a mi hotel, estaba a punto de divorciarse de su tercera esposa.

Allí estaban los dos, en la madrugada de un lunes invernal, tratando de evitar a la prensa del lugar, sentados frente a mí con un café con leche de por medio. Juan Carlos y María Rosa hacían una hermosa pareja: educados, sofisticados y bien conectados en la sociedad. Sin embargo, su matrimonio se encontraba abrumado bajo el peso del caos económico que habían cosechado como consecuencia de una serie de malas decisiones a nivel personal.

Algo no andaba bien en la vida de mis buenos amigos latinoamericanos. A pesar de tener fama, fortuna y el respeto de la comunidad, sus vidas se les estaban cayendo a pedazos. Cuando la crisis económica entró por la puerta del frente, el amor pareció haber salido por la de atrás.

Luego de escucharlos atentamente por unos quince minutos de explicaciones, recuerdo haberles pedido hacer una pausa y con mucho cariño decirles: «Me parece que el problema que ustedes tienen no es financiero; es un problema de pareja». Los miré a los ojos y agregué: «Los dos están jugando... y están jugando con todas las ganas del mundo. Pero el problema es que están jugando en canchas distintas».

Juan Carlos estaba manejando los negocios por su lado, sin consultar con la esposa. Ella le había dicho que no estaba de acuerdo con la forma en que sus hijos de matrimonios anteriores lo manipulaban emocionalmente para sustraerle dinero y posiciones de trabajo, pero Juan Carlos no hacía caso de sus consejos.

Por otro lado, María Rosa había tomado unos 70.000 dólares de una cuenta familiar sin consultar con su esposo para lanzar el negocio de sus sueños. Sin embargo, como no tenía ninguna experiencia en ese tipo de negocios, pronto se metió en serios problemas de deudas, y el «Titanic», en la medida en que se estaba hundiendo, se llevaba al fondo del mar los recursos familiares y los negocios de Juan Carlos.

Él se resentía por las decisiones económicas de ella. Ella por las de él. Y en medio del caos financiero, el vínculo matrimonial estaba bajo altos niveles de presión.

Recuerdo que les recomendé: «Si ustedes quieren salvar su matrimonio y su vida económica, lo primero que tienen que hacer es comprometerse “a muerte” a participar juntos en el juego de la vida: no solo deben comenzar a jugar en la misma cancha, sino también ponerse la misma camiseta y patear en la misma dirección».

Las parejas más exitosas que conozco en el mundo, ¡y conozco a unas cuantas!, funcionan como un equipo, como un solo cuerpo. En ese lugar, se pasa de tener energía a tener sinergia: un sitio en el que uno más uno ya no es dos, sino que puede ser dos y medio o tres...

Por desgracia, eso no es lo que muchos de nosotros hemos visto en casa o la sociedad en general. En la actualidad se tiende a enseñarnos a funcionar como dos individuos que vivimos bajo un mismo techo y no como una pareja. A buscar nuestros propios intereses y metas en vez de trabajar juntos para cumplir las metas de la familia, y eso lleva al desastre.

El asesor financiero certificado Jason Crowley, escribiendo para Survive Divorce [Sobrevive al divorcio], plantea que el dinero es la razón número UNO por la que los matrimonios terminan en divorcio en Estados Unidos. No creo que las estadísticas sean muy diferentes en el resto de las naciones del mundo de habla hispana. Pienso que, por lo menos, el dinero se debe encontrar entre las tres primeras causas de divorcio en la mayoría de nuestros países.

Considero que la razón es clara: el dinero toca transversalmente todas las áreas de nuestra vida. Entonces, el problema del dinero, en el fondo, no es una causa, sino un síntoma. Como pareja, tenemos dificultades para trabajar juntos, para estar bien alineados, para funcionar como un solo cuerpo, como un