Capítulo 10
Más allá de la motivación: el poder de los rituales para vivir una vida extraordinaria
DAN
Brian, hemos llegado al final de nuestro viaje, y probablemente a una de las partes más importantes de nuestro programa. Hay algunos temas en los que una prueba de éxito es ser capaz de superar o dejar pasar ese mismo tema en algún momento.
Por ejemplo, creo que el rasgo de unos padres exitosos es que educan a unos hijos tan independientes, motivados y felices que estos últimos pueden dirigir su propia vida, de forma que el papel de los padres acaba siendo innecesario. Mientras que los padres no exitosos son aquellos que educan a hijos dependientes y sin motivación, que acaban dependiendo de ellos hasta bien entrada la edad adulta y perpetuando ese rol de padres.
También puede decirse que un buen médico de cuidado primario es aquel que educa e informa a sus pacientes para que cuiden ellos mismos de su salud para evitar problemas médicos graves en el futuro. En definitiva, les está ayudando a convertirse en su propio médico, en lugar de necesitar uno constantemente para sus miles de padecimientos.
Yo veo la motivación como un tema parecido. Un rasgo de una persona exitosa es que su vida está afinada en la medida en que está programada para tener éxito, de forma que al final la motivación constante día tras día es casi innecesaria. Esto se logra programando la vida con una serie de rituales o hábitos diarios que posibilitan el éxito con mucho menos esfuerzo. ¿Puedes hablarnos de cómo la creación de una serie de rituales o hábitos que fortalezcan nuestra vida puede hacer que la motivación no sea tanto problema?
BRIAN
Sí. Cuando comencé a estudiar la gestión del tiempo, algunas personas me decían: “Si gestionas tu tiempo de forma demasiado estricta, te vuelves demasiado rígido, no eres flexible ni espontáneo, no eres agradable” y todo eso. Investigué esa idea con mucha atención, y descubrí que es exactamente lo contrario. Cuantos más aspectos puedas automatizar en tu vida, para que no tengas ni siquiera que pensar en hacerlos, más podrás liberar la mente para las actividades de mayor nivel. Cuantas más cosas sean automáticas, más podrás usar la mente para lograr una mayor cantidad de tus objetivos, de la misma forma que cuando te levantas por la mañana no dices: “¿Cómo le pongo la pasta a mi cepillo de dientes? ¿Cómo preparo los huevos?” No, haces eso sin pensar, lo que libera la mente para asuntos más importantes.
Las personas exitosas desarrollan rituales que les permiten rendir a un nivel mucho mayor. Ya les di mi pequeña fórmula para aumentar tus ingresos al 1 000%: 2% al mes, 25% al año, 10 veces en 10 años. Se trata de rituales que llevas a cabo en tu vida diaria. Ha habido miles de personas que regresaron conmigo y me dijeron: “En cuanto entras en el ritmo de madrugar, reescribir tus objetivos, estudiar y actualizar tus habilidades, planear tu día con antelación y todo eso, logras hacer muchas más actividades con tan poco estrés que estás deseando llevarlas a cabo. Se vuelve automático y sencillo”.
Mi último libro trata sobre el poder del hábito. Es muy difícil desarrollar un hábito al principio, pero después es sencillo vivir con él. Es muy difícil lograr la disciplina necesaria una y otra vez, pero después se afianza y se vuelve automática. Simplemente, lo haces sin pensar.
Las personas exitosas tienen rituales para el éxito. En primer lugar, la hora de acostarse y de levantarse. Como dijimos antes, tu capacidad de descansar a fondo la mente, el cerebro y el cuerpo tiene un efecto increíble en tu día. Recuerda: eres una máquina pensante. Te pasas el día resolviendo problemas y tomando decisiones. Una gran idea es suficiente para hacerte rico. Una gran decisión puede transformar un negocio. Un problema resuelto puede permitirte progresar más en un par de años de lo que mucha gente avanza en muchos años.
Así que, lo primero de todo, ve temprano a la cama y levántate temprano. Ya lo decía Benjamin Franklin: “Quien temprano se acuesta y temprano se levanta será un hombre sano, rico y sabio”. La única razón por la que no nos acostamos temprano es porque nos distraemos con la televisión, así que la regla es apagarla aproximadamente a las nueve de la noche, para que el cerebro pueda desconectarse, y acostarse a las 10 de la noche. En un estudio reciente descubrieron que los ricos ven menos de una hora de televisión al día, y que suelen ver programas pregrabados, para verlos en el horario que ellos decidan. Ver la televisión antes de dormir puede confundir la mente.
Otra cosa: deberías cenar tres horas antes de irte a la cama, porque así permites que el cuerpo haga la digestión y que puedas quedarte dormido. Si tomas alimentos más tarde, eso puede mantenerte despierto y hacer que duermas mal, de forma que estarás en la cama la misma cantidad de horas, pero te levantarás cansado, arrastrándote. Así que permanece alerta y celoso sobre tus horas de sueño: piénsalo, organízalo y deja de lado los demás asuntos.
Tengo un amigo muy exitoso. Cuando éramos jóvenes, salíamos a cenar a las ocho o nueve de la noche, comíamos y bebíamos hasta las 10 u 11 y nos íbamos a casa a medianoche. Actualmente él y su esposa cenan a las cinco o seis de la tarde y se acuestan a las ocho o nueve a más tardar. Se levantan a las cuatro o cinco de la mañana, se ponen a trabajar y su día laboral es tremendamente productivo. Si logras dormir ocho, nueve o incluso 10 horas por la noche, tu productividad al día siguiente aumenta muchísimo. Así que convierte en un ritual el acostarte y levantarte temprano.
Siempre abogo por hacer la noche antes una lista de todo lo que tienes que hacer al día siguiente. Repasa la lista, organízala y tenla presente. Una de las principales razones por las que no dormimos es porque nos quedamos despiertos dando vueltas en la cama, pensando en algo que tenemos que hacer al día siguiente y que se nos olvidó anotar. Cuando lo escribes todo, tu mente se despeja totalmente. Es casi como cuando borras una de esas pizarras blancas mágicas. Tienes la mente totalmente despejada, porque escribiste todo lo que tienes que hacer al día siguiente.
Escribir las cosas también aprovecha el poder de la mente. El subconsciente y el superconsciente trabajarán en esa lista toda la noche. Muchas veces, cuando te despiertas por la mañana, tienes una idea o imagen clarísimas de cómo resolver un problema o alcanzar un objetivo. Así que escríbelos la noche de antes, y durante toda la noche, la increíble computadora del subconsciente trabajará para darte ideas. Muchos de los grandes avances en la vida les ocurren a personas que se despertaron, a veces en mitad de la noche, con una idea que cambió su vida. Algunos de los grandes avances científicos ocurrieron así.
Por cierto, siempre es bueno tener una libreta y un lápiz o una pluma en la mesita de noche, por si te despiertas a mitad de la noche con una gran idea, para que puedas escribirla; porque si no lo haces, desaparecerá. Napoleon Hill tenía una regla: “Atrapa la idea y escríbela”. Imagínate que la idea está volando por el aire como un cometa. Atrápala y escríbela. A veces esa idea cambiará tu vida.
Un segundo ritual que practico todos los días es hacer ejercicio al levantarme por las mañanas. Hace poco estuve hablando con un grupo de fisioterapeutas profesionales. No paraban de decir que si eres de los que hacen ejercicio por las mañanas, es mucho más probable que sigas haciéndolo, y tendrás muchas más probabilidades de obtener todos los beneficios del ejercicio. Si tomas la decisión de hacerlo más tarde, la posibilidad de poner excusas es mucho mayor. Estás cansado. Estás ocupado. Es tarde. Por eso, yo me levanto por las mañanas y hago ejercicio de 15 a 50 minutos. Como mínimo hago una serie completa de ejercicios de estiramiento, abdominales y rutinas básicas.
Por cierto, todos deberíamos hacer de 100 a 200 abdominales cada mañana. Ése es el único músculo que no se puede desgastar. La forma correcta de hacerlas —lo aprendí de un especialista en atletismo— es poner las manos detrás de la cabeza y subir las rodillas con los pies apoyados en el piso, y después alzar únicamente los hombros. No hay que subir más. No hay que hacer esas abdominales que practican en el ejército, en las que se tocan las rodillas con la cabeza. Todo lo que tienes que hacer es levantar los hombros del piso para que estiren los músculos, y puedes repetirlo unas 100 veces. Casi todo el mundo puede hacer eso 10, 20, 50 o 100 veces. Cuando ejercitas tu centro, fortaleces todo el cuerpo y tu postura, te sientes mejor y te duelen menos la espalda, las caderas, las rodillas o los hombros. Simplemente con ese poquito de ejercicio.