Brian Tracy - Conecta con el dinero: La ciencia para multiplicar tu riqueza

La ciencia de la economía:
Reglas para tener una economía nacional dinámica

Antes de concluir el libro me gustaría que cambiáramos nuestra perspectiva, que dejáramos atrás el nivel en que nos encontramos en la Tierra, y que nos eleváramos 15 kilómetros para ver la manera en que nuestro aprendizaje se relaciona con la economía nacional completa, la cual es cada vez más global. No es ningún secreto que en Estados Unidos enfrentamos actualmente dificultades económicas y que esto no cambiará. Brian cree que como ciudadanos responsables tenemos la tarea fundamental de saber lo que se necesita para que nuestra economía prospere en el futuro próximo. Después de hablar sobre esto, Brian concluirá el libro con una revisión de lo que has aprendido y sugerencias para que tu economía personal también crezca en las siguientes décadas.

BRIAN

Cuando era niño me sentía muy confundido respecto a la economía, y cuando uno está confundido es susceptible de ser manipulado por la retórica política y la demagogia. De hecho, la mayor parte de la política moderna depende de la ignorancia de la población respecto a la realidad económica.

Te voy a contar una excelente historia sobre un rey que llegó a acumular gran riqueza y decidió que recolectaría toda la sabiduría del mundo: sería su gran legado. Envió a sus sabios con presupuestos ilimitados a buscar por todo el mundo y traer de vuelta la sabiduría colectiva de la humanidad. Los sabios regresaron con 100 mil libros, y para cuando cumplió 50 o 55 años dijo: “Son demasiados libros, tienen que deshacerse de la mayor parte y consolidar el conocimiento principal”.

Los sabios se reunieron y decidieron conservar sólo mil libros, pero para entonces el rey ya tenía 60 años. “Nunca podré leer mil libros, tienen que hacer una colección más sintética.” Los sabios se fueron y trabajaron 10 años más, durante los cuales lograron condensar el conocimiento en 100 libros. El rey ahora tenía 70 años y se sentía muy avejentado. “Siguen siendo demasiados libros —dijo—. ¿No podrían sintetizar más la colección.”

Los sabios se fueron y cinco años después regresaron a ver al rey. El líder de los sabios tenía consigo un pequeño trozo de papel. Le dijo al rey: “Pudimos resumir toda la sabiduría de todos los tiempos en este trozo de papel, aquí tiene, majestad”.

El rey desdobló el papel y leyó: “El almuerzo nunca es gratuito”.

Éste es el gran principio de la economía: el almuerzo nunca es gratuito. Hoy en día, en el mundo occidental tenemos lo que se llama economía de Santa Claus, es decir, una economía en la que puedes obtener algo a cambio de nada. Los políticos usan el erario para comprarse puestos, luego aumentan los impuestos y usan el dinero público para mantenerse en esos puestos. Toda la política depende de un intercambio de votos: si tú votas por mi programa de gastos y mi plan tributario, yo votaré por el tuyo. Todos le rascan la espalda a alguien más: los políticos llegan a sus puestos prometiéndole a la gente dinero a cambio de nada y regalando dulces y juguetes, como Santa Claus. Sólo presta atención: en las elecciones siempre hay alguien que hace el papel de Santa.

De vez en cuando un adulto se pone de pie y dice: “¿De dónde va a salir el dinero que estás prometiendo?”, y abuchea al Santa Claus en cuestión. “El gobierno lo pagará. Como siempre.” Pero una de las reglas económicas es que el gobierno no tiene dinero. Rush Limbaugh solía decir: “Este dinero no es suyo, amigos”. El gobierno no tiene dinero excepto por el que extrae del sector privado.

Te daré una imagen para ilustrar. Imagina una piscina. Un empleado del gobierno saca una cubeta de agua de un extremo de la piscina y luego corre al otro extremo y vierte el agua de nuevo. Es lo mismo que hace el gobierno. Toma dinero de un lugar, de una persona o grupo en particular, y enseguida va y lo vierte en otra parte, pero no hay ganancia neta para la economía.

Lo peor de todo es que, como los empleados del gobierno son torpes, derraman 80% del agua, así que la cantidad real que se vierte de vuelta es muchísimo menor a la que sacaron. Ésta es la razón por la que los gastos del gobierno aumentan, y la riqueza nacional o del gobierno disminuye. El desempleo crece en la misma medida que los gastos gubernamentales. Los salarios llegan a su tope mientras el gasto del gobierno continúa incrementándose, porque en realidad el gobierno es un peso muerto que la sociedad tiene que cargar. Éste no produce nada de valor, nada que le sirva a la gente o que quiera, porque si lo quisiera el sector privado también lo produciría.

El alcalde de Indianápolis encontró la manera de transformar lo que era, en resumen, una economía sumida en la deuda. Le llamó a su experimento “Prueba de las Páginas Amarillas” y dijo: “Cualquier función que exista en el gobierno y que sea ejecutada por tres o más empresas del sector privado, la realizaremos a través de subcontratación”. Los sindicatos del sector público se pusieron como locos porque a ellos suelen pagarles muy bien cuando el gobierno lleva a cabo las obras. De hecho, debido a los billones de dólares de activos no financiados, estos sindicatos tenían en bancarrota a casi todas las ciudades, estados y condados, así como al gobierno nacional. Era de esperarse: los sindicatos se volvieron locos, pero tuvieron que aguantarse.

Así pues, si necesitabas transportar basura, dar mantenimiento a los carros de los bomberos, realizar trabajos de jardinería para los parques municipales, y todo ese tipo de tareas, primero buscaban si había una empresa privada que hiciera ese trabajo, y luego se lanzaba una licitación. Sorprendentemente, los sindicatos del gobierno tuvieron que participar en las licitaciones y competir con el sector privado, así que bajaron sus precios. Luego tuvieron que despedir a sus empleados flojos y empezaron a hacer el trabajo bien y a precios competitivos.

Hace muchos años el economista Henry Hazlitt escribió un tratado llamado Economics in One Lesson (Economía en unalección) basado en el ensayo de Frédéric Bastiat, What is Seen and What is Not Seen (Lo que se ve y lo que no se ve), el cual dice que lo que uno ve es resultado de los gastos del gobierno. Los gobiernos contratan empleados, pero lo que no vemos es que, por cada persona contratada por el gobierno, dos deben perder su empleo en el sector privado. Tal vez te enteres de que el gobierno ha creado una gran cantidad de empleos nuevos, pero no ves los que desaparecieron porque los empresarios tuvieron que despedir gente o porque, para empezar, ni siquiera pudieron abrir su negocio debido a lo elevados que son los impuestos. Todos éstos son principios económicos comunes.

Recuerdo a un político que se enfrentó a este cuestionamiento: “¿Sabe usted algo sobre economía básica? Permítame explicarle: no puede sacar algo que no haya puesto en ella. No puede consumir lo que no produce. El almuerzo no es gratuito”. Y contestó: “No sé nada ni quiero aprender nada sobre economía, porque si lo hiciera cambiaría mi voto”. Ésta es la enfermedad que se ha diseminado en Occidente.

Hace poco vimos a Japón caer en recesión a pesar de ser una de las economías más prósperas en potencia. Hace 20 años era la tercera en el mundo, uno de los países más prósperos, pero luego introdujeron una gran cantidad de impuestos, regulaciones y programas de gasto, y con eso se estrangularon. Y ahora está sucediendo lo mismo en Francia, un país europeo en plena decadencia.

Actualmente, por primera vez en toda la historia de Estados Unidos, hay más empresas a punto de desaparecer que empresas recién formadas. Cada año seguirán pereciendo más sin que nadie sienta pena por ello. La situación está de cabeza.

Nuestros sectores empresarial y corporativo están desapareciendo; las empresas no pueden crecer, tienen que guardar su dinero en el extranjero o dejarlo en el banco. Apple tiene 200 mil millones de dólares con los que no puede hacer nada porque no es seguro invertirlo. El gobierno se puede quedar con tu dinero a través de regulaciones, impuestos o leyes nuevas. Por eso los empresarios tienen todo un equipo de abogados y contadores para proteger el dinero y que el gobierno no lo toque. Ya nadie está dispuesto a correr riesgos.