Marta Guerri - Vivir con optimismo

• Assagioli, R., Grof, C:, Grof, S. (2008). El poder curativo de la crisis. Ed. Kairós.
• Caballo, V. (2000). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Siglo XXI de España Editores. Madrid.
• Csikszentmihalyi M. (2008). Fluir. Debolsillo. Madrid.
• Eker, H. (2006). Los secretos de una mente millonaria. Editorial Sirio. Málaga.
• Hammerness, P., Moore, M. (2012). Organize Your Mind, Organize Your Life. Harlequin books.
• Janin-Devillars, L. (2010). Nunca es tarde para cambiar de vida. Ediciones Témpora.
• Jeffers, S. (2011). Aunque tenga miedo, hágalo igual. Ed. Robin Book.
• Osho. Coraje. (2010). La alegría de vivir peligrosamente. Editorial Grijalbo.
• Santandreu, R. (2011). El arte de no amargarse la vida. Oniro.
• Schwermer, H. (2009). La vida sin dinero. Gedisa.
• Taleb, N. (2008). El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable. Paidos.
• http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/08/30/neurociencia/1377852798.html

Como hemos podido ver a lo largo de la lectura de este libro, existen muchas formas que nos conducen a la infelicidad crónica, o al menos a no poder alcanzar nuestra plena capacidad para disfrutar de la vida, y de nosotros mismos al fin y al cabo. Por suerte, nos hemos ido dando cuenta que todo Yin tiene su Yan, y por eso hay otras muchas maneras de conseguir darle la vuelta a la tortilla y ver las cosas de distinto color. O más que ver, hacer, actuar y vivir…

Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida.

Jorge Bucay

Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.

Winston Churchill

El optimismo es la clave secreta hacia el éxito personal y social. La persona optimista posee una visión clara de cómo alcanzar una vida plena, emocionante y de la que vale la pena ser protagonista. Es alguien que trabaja en sus objetivos para alcanzar sus metas y se hace responsable totalmente de sus actos. En cambio, la persona pesimista, no tiene una visión clara ni de la vida ni de su futuro, por eso se pasa la mayor parte de ella quejándose, culpándose y lamentándose.

Por eso me gustaría concluir esta obra hablando de un último detalle, algo que leí hace poco y pensé que tenía mucha razón. Se basa en la ilusión, en los proyectos, en tener algo que nos impulse a levantarnos cada mañana sabiendo que se terminó la rutina, acabó el arrastrarse hacia los quehaceres diarios sin más, el “malgastar” las horas en cosas que hemos hecho miles de veces. De entrada me llamó poderosamente la atención un artículo cuyo título era: “Pon un amante en tu vida”. Primero pensé, pero ¿de qué está hablando? ¿Qué significa esto? ¿Quees bueno ser infieles a nuestras parejas? No entendía. Por eso me invadió una gran curiosidad por leer los argumentos ante tal afirmación.

Fue entonces que me di cuenta de que el concepto era más complejo y a la vez de una simplicidad y obviedad apabullantes. Lo que proclama esta idea es el hecho que consigamos poner en nuestra vida algo que verdaderamente nos “apasione”, algo que ocupe nuestro pensamiento antes de irnos a dormir, que incluso en ocasiones no nos permita dormir, pero sobretodo algo que nos motive de tal manera que podamos dejar atrás las preocupaciones, por un momento, mientas estamos con aquello (cosa o persona) que nos apasiona. Nuestro “amante” particular debe conseguir distraernos del entorno (un concepto tratado, estudiado y analizado extensamente en el famoso libro Fluir de Mihaly Csikszentmihalyi), nos debe hacer pensar que la vida tiene una motivación y un sentido, algo por lo que levantarnos y actuar.

No debe ser un hobby simplemente o un entretenimiento, aunque a veces esto mismo se puede convertir en nuestro “amante” particular. Hay gente que consigue su momento de felicidad estando junto a su pareja, otros escribiendo un libro (aunque no sea con la intención de venderlo o publicarlo, hoy en día con Internet siempre se puede difundir), puede que haciendo un blog personal, realizando fotografía creativa, cantando, bailando, dibujando, haciendo pasteles nuevos y diferentes, volviendo a estudiar aquello que queríamos y no pudimos, realizando viajes o excursiones con amigos (aunque sea a pie o en bicicleta, no hace falta gastar dinero), tallando madera, haciendo abalorios con material reciclado, en fin, miles de cosas. Debemos esforzarnos al máximo para conseguir encontrar aquello que nos ponga de alguna manera de “novios con la vida”, como diría Jorge Bucay, algo que nos haga “fluir”, sentir que el tiempo pasa rápidamente, sin darnos cuenta. Seguro que lo tenemos, todos tenemos un “amante secreto”: busquemos, pensemos y sobretodo, actuemos.

Evitemos quedarnos paralizados o bloqueados. En el momento en que nos paralizamos, en que nos acomodamos a una situación que no nos satisface, dejamos de sentir la verdadera alegría de vivir, es como dedicarse a mirar cómo las cosas pasan sin más, espiando la vida de los demás, envidiándola muchas veces, pero sin atrever a movernos. Es postergar la posibilidad de disfrutar hoy con la dudosa excusa de que quizás lo podremos hacer mañana. El futuro no está por venir, el futuro está aquí, ya. Por favor, no nos acomodemos en la rutina, busquemos un amante y amemos nuestra vida. La única certeza que tenemos todos es la muerte, y de eso nadie puede escapar, pero de momento no nos dediquemos a morir en vida, ya nos llegará la hora. La mayor tragedia que existe en la vida es no animarnos a vivir. De modo que, muévete y vive, sólo tú puedes hacerlo.

¿Quién soy? Estoy tratando de averiguarlo.

Jorge Luis Borges

Ya en la antigua Grecia, Aristóteles creía que los procesos de conocimiento humano se producen a través de la captación que hacemos con los cinco sentidos, y que la mente o psique es el acto primero de todas las cosas, es lo que hace posible que sintamos y percibamos. Sostenía que la mente en el momento del nacimiento es como una tabla rasa (como una especie de lienzo en blanco), carece de ideas innatas y todo depende del aprendizaje. Postulaba que aprender depende directamente de la memoria, que trabaja en base a la semejanza (relacionando cosas parecidas), el contraste (observando diferencias) y la contigüidad (recordamos cosas que están juntas en espacio y tiempo). En resumen, somos lo que vivimos, las experiencias que tenemos.

Aristóteles también afirmaba que los procesos de motivación sobre los que nos movemos todos están guiados por dos polos: agrado y desagrado. Nuestra mente nos guía hacia el agrado y rechaza o nos separa del desagrado. De manera que, el fin último de cualquier motivación es la felicidad y ésta se consigue con la búsqueda del auto-perfeccionamiento; ser más perfectos y completos. Todas estas parecen ideas muy simples, pero no carecen de verdad, al final las personas nos regimos por sentimientos y emociones bien sencillas, y parece ser que Aristóteles hace tres mil años ya lo supo plasmar de forma genial.

Pero la verdad es que con el tiempo se ha podido demostrar que las inclinaciones y necesidades de las personas no se basan únicamente en el aprendizaje, no somos ninguna “tabla rasa” y no todo es adiestrable en nosotros, de lo contrario, todas las personas con la misma educación crecerían teniendo las mismas creencias, necesidades, personalidad y formas de sentir, cosa que no es así.

Posteriormente las teorías biológicas nos dijeron que toda o gran parte de nuestra personalidad viene determinada genéticamente. O sea, que independientemente de nuestra educación, tenemos una forma de ser que viene prefijada desde el momento de nuestro nacimiento y que apenas se puede cambiar. Como ya sabemos, esto tampoco es cierto.