Í NDICE
Es evidente que hasta el más civilizado de nosotros tiene una locura interior, un potencial de irracionalidad con el cual debe luchar.
L. Weiner , El idiota interior
Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso, Obras completas y otros cuentos.
Tú eres responsable para siempre de lo que has domesticado.
Antoine de Saint-Exupéry, El Principito
El sentido del humor es el sentido de la proporción.
Jalil Gibrán, Arena y espuma.
C REO QUE LOS SERES humanos somos seres inteligentes, amorosos y con libre albedrío. Esto es, tenemos la potestad de obrar por reflexión y elección. Si esbozaste una leve sonrisa al leer estas dos oraciones y asentiste con la cabeza, posiblemente estés de acuerdo conmigo. O, tal vez, tu sonrisa se deba a que sí te consideras inteligente y amoroso pero conoces una gran cantidad de personas que no son ni lo uno ni lo otro.
Si, por el contrario, pusiste cara de extrañeza y frunciste el ceño, es que opinas lo contrario y consideras al ser humano bruto, malo y víctima de las circunstancias. En lo que terminas de leer este libro pactemos lo siguiente: concédeme que, en nuestra verdadera esencia , los seres humanos somos inteligentes y amorosos, y yo te concedo que hay situaciones, personas y circunstancias que sacan de nuestro interior un monstruo. Ese monstruo en muchas ocasiones conduce gran parte de nuestras vidas. Algunas veces actúa descaradamente; otras, con mucha sutileza.
Veamos algunos ejemplos sencillos:
Vas en tu auto por la carretera. De pronto alguien que viene a gran velocidad, pasando de carril en carril, se te cierra y te obliga a hacerte a un lado abruptamente para evitar chocar. Te da coraje. Se te sale el monstruo. Te olvidas de que estás escuchando buena música y que vas rumbo a tu hogar, aceleras y lo sigues con la intención de alcanzarle, darle un cerrón peor que el que te dio y, para colmo, le muestras el dedo del corazón cuando te mira con cara de susto. Interesante, ¿no?
Sales con tu pareja y un grupo de amigos a cenar. Tienes mucha hambre y ya has saboreado mentalmente tu plato preferido. Como no han hecho reservaciones, tienen que esperar bastante en lo que les preparan una mesa. Comienzas a impacientarte y a exigir que los atiendan. El mal humor se está apoderando de ti. Por fin los sientan a la mesa. Cuando pides ese plato con el que has fantaseado, el mesero te dice que ya se les terminó, pues ha sido un día en el que el restaurante ha estado muy concurrido. Explotas contra el pobre mesero y decides que no vas a comer nada, como si castigándote a ti, castigaras al restaurante. Todo el mundo se siente incómodo y se arruina la idea de salir a cenar para pasarla bien. ¿Te resulta familiar?
El médico, tus amistades, la familia y, sobre todo, la báscula te han dicho que debes bajar de peso. A regañadientes has decidido que lo harás. Pero cuando ni el médico ni las amistades ni la familia ni la báscula están presentes, comes como demente y decides empezar la dieta al otro día. Y al otro día vuelve a pasar lo mismo y lo mismo y lo mismo. ¿Alguien se da por aludido?
Estás en el proceso de divorciarte de la persona que amaste y con la que conviviste por varios años. Han decidido hacer los trámites de separación de la forma más civilizada posible. De pronto, una pequeña discusión desata una batalla campal. Entran en acción los abogados de ambas partes y cada cual termina por buscar destruir al otro aunque se lleven a los hijos de por medio. ¡Y prácticamente lo logran! ¿Insistimos en pensar como establecí al principio que somos seres humanos amorosos e inteligentes y que escogemos lo que hacemos?
El salario que ganas realmente apenas te da para cubrir tus necesidades básicas y para pagar las muchas deudas que tienes. Pero cada día treinta, cuando cobras, te vas de juerga con tus compañeros de trabajo, eres el que paga los tragos y terminas la noche en un casino, donde juegas lo poco que te queda de tu sueldo. Al otro día los sentimientos de culpa te atormentan sin piedad. ¿Te recuerda a alguien?
Tienes muchos talentos, todo el mundo te lo dice, pero te sientes frustrado. Tienes muchos planes para hacer cosas maravillosas, pero no te decides por ninguna. El tiempo pasa y no tomas una decisión. Esto provoca más frustración, lo cual mina la confianza en ti mismo y hace que pospongas, aún más, las cosas que sabes que tienes que hacer y no has hecho. Te sientes atrapado en un callejón sin salida, caes en una depresión y le echas la culpa a todo el mundo de tu desgracia. ¿Te ha pasado?
Eres una persona casada, con hijos, buen trabajo y todo parece ir de lo mejor. Pero hay algo que te trae problemas constantemente. Hablas demasiado, le cuentas todo a todos. Peor aún, muchas de las cosas que cuentas las adornas con hechos que no son ciertos. El problema es que la gente que te conoce ya lo sabe y cada día pierdes más credibilidad ante ellos. Te has propuesto varias veces morderte la lengua, pero tan pronto te descuidas, hay algo que te empuja a abrir la boca y, de paso, a “meter la pata”. ¡De que los hay, los hay! ¿No?
Podríamos seguir enumerando una infinidad de situaciones cotidianas mucho más profundas, y hasta trágicas, donde hay un factor común: hacemos cosas que no encajan con lo que supuestamente somos. Actos que sabemos que nos perjudican, que nos hacen infelices, que boicotean el que consigamos nuestros más preciados sueños. Nos comportamos en demasiadas ocasiones de forma irracional. Entonces, cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho, decimos: “Pero, ¿serás animal?”. Y en realidad no estamos muy lejos de la verdad. Quien nos está empujando a comportarnos así es, precisamente, un animal. ¡Y qué animal! ¡Nada más y nada menos que un dinosaurio!
En este libro vamos a descubrir ese dinosaurio, lo observaremos para entender cómo funciona y daremos los pasos necesarios para ir domesticándolo. Domesticarlo no es alterar su naturaleza, controlarlo, ni mucho menos erradicarlo de nuestra existencia. Es conocerlo de tal forma que no sea un impedimento para disfrutar la vida y lograr nuestro máximo desarrollo como seres humanos.
E N MIS INVESTIGACIONES PARA tratar de entender el extraño comportamiento del ser humano, descubrí una historia fascinante, desconocida hasta ahora, que narra cómo el dinosaurio se convirtió en parte de nuestra mente. Si la creen o no, es problema de ustedes. Yo cumplo con contárselas. Es obvio que el dinosaurio tratará de evitar por todos los medios que le den credibilidad.