Remedios naturales para el colesterol
FRANCESC FOSSAS
Remedios naturales para el colesterol
Los alimentos y los hábitos más saludables
NOTA IMPORTANTE: en ocasiones las opiniones sostenidas en «Los libros de Integral» pueden diferir de las de la medicina oficialmente aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas, hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente sobre su propia salud, y en caso de enfermedad, a establecer un diálogo con su médico o especialista. Este libro no pretende, en ningún caso, ser un sustituto de la consulta médica personal.
Aunque se considera que los consejos e informaciones son exactas y ciertas en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor pueden aceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error u omisión que se haya podido producir.
© de esta edición: RBA Libros S.A., 2012
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rbalibros.com
Primera edición en esta colección: abril de 2012
Ref.: OEBO222
ISBN: 9788415541530
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Contenido
Introducción
El colesterol es un lípido muy conocido, pero es evidente que paga cara fama. Y es que, debido a las funciones fundamentales que desempeña en el organismo, y a que los peligros con él relacionados están ligados sólo a los excesos, podríamos entender fácilmente que si pudiera, uno se preguntara: «¿Qué he hecho yo para merecer esto?»
Ciertamente existe una gran cantidad de estudios y de literatura que relacionan los niveles elevados de colesterol con los trastornos de las arterias y las nefastas consecuencias de los mismos, como el infarto de miocardio y los accidentes vasculares cerebrales. Esta relación, en gran medida, lo ha estigmatizado, lo ha convertido, por así decir, en un enemigo público. Pero en realidad el colesterol es más víctima que verdugo y, más que buscar fijaciones en él, la pregunta que se ha de formular es: ¿qué significa tener niveles elevados? Porque ni el colesterol ingerido es el único o el principal causante de que sus niveles en la sangre se sitúen por encima de lo deseable, ni la alimentación es lo único que hay que tener en cuenta para evitar que ello ocurra. Es más, puesto que los niveles de colesterol son debidos a muy diversos factores, es lógico considerarlos, precisamente, como indicadores de nuestro auténtico estado de salud.
Por si esto fuera poco, el endurecimiento y la obstrucción de las arterias no se considera un efecto exclusivo del colesterol, sino un problema debido a múltiples causas, cuya responsabilidad hay que buscarla, en muchos casos, en un modelo alimentario e incluso en hábitos de vida mal ajustados a nuestras necesidades reales.
Ciñéndonos de nuevo a la relación dieta-colesterol, que es el principal objeto de este manual, interesa recordar que la dieta es consecuencia y reflejo de la forma de vida. La dieta más extendida en la actualidad, vinculada a niveles anormalmente elevados de colesterol, surge de las tendencias sociales de nuestra época, y se caracteriza por el consumo excesivo de carnes y por contener demasiadas grasas saturadas, excesivas proteínas, pocos glúcidos complejos y cantidades insuficientes de determinadas vitaminas y minerales, así como por la falta de fibra.
No deja de ser paradójico que en la llamada época del progreso, de la abundancia y de la globalización tengamos que volver la vista atrás para darnos cuenta, no sin una buena lección de humildad, de que las recetas que nos ofrecían una buena relación con el colesterol y los productos alimenticios más indicados las teníamos, desde hace ya tiempo, en casa.
¿Qué funciones desempeña el colesterol?
El término colesterol es muy popular. Pero su fama proviene, lamentablemente para él, de los problemas relacionados con su exceso. «Colesterol asesino», «enemigo del corazón» y otras expresiones por el estilo han aparecido en los medios de comunicación, puesto que sus niveles elevados se presentan como una seria amenaza para la salud vascular y del corazón. Pero, sin duda, este no es un enfoque justo para el colesterol. Se trata tan sólo de una cara de la moneda. Sus excesos son, en efecto, un problema, pero ¿no ocurre lo mismo con cualquier exceso? Lo cierto es que para las personas el colesterol es fundamental, a tal punto que sin él la vida no sería posible.
Michael Brown y Joseph Goldstein, al recibir el Premio Nobel en 1985 por su trabajo sobre el metabolismo del colesterol, señalaron que este lípido es la molécula pequeña que ha reportado más condecoraciones en el ámbito de la biología, ya que se han concedido trece Premios Nobel a científicos que le dedicaron la mayor parte de su trabajo. Desde que en 1784 se aisló de los cálculos biliares, el colesterol ha ejercido una fascinación casi hipnótica en los investigadores de las más diversas áreas de la ciencia y de la medicina.
El sociólogo francés Claude Fischler señala que fue en los años sesenta cuando la mala reputación del colesterol comenzó a superar las esferas exclusivas de la medicina con la ayuda de los medios de comunicación de masas. Lo cierto es que la posibilidad de que los niveles elevados de colesterol guarden relación con las enfermedades cardiovasculares está respaldada por una cantidad inmensa de literatura pero, a pesar de que la existencia de dicho vínculo parece innegable, en el momento actual no existe unanimidad respecto a cuál es la auténtica responsabilidad de este lípido en dichos trastornos. No faltan argumentos, incluso, a favor de hipótesis que apuestan por otros factores como máximos responsables de que nuestras arterias se lesionen y pierdan sus capacidades funcionales. Hoy en día se continúa considerando la aterosclerosis como un trastorno en el que puede haber implicados muchos factores. Y sea cual sea la responsabilidad del colesterol, no debe olvidarse que lo cuestionable en todo caso es el exceso, y no su presencia en cantidades adecuadas.
Lo cuestionable del colesterol es su exceso, no su presencia en cantidades adecuadas
EL COLESTEROL, UN COMPONENTE DE NUESTRA DIETA
Generalmente asociamos de forma errónea el colesterol a las grasas. El colesterol es una sustancia y las grasas son otra. Ambas están en la categoría de lípidos.
Los lípidos son sustancias con diferentes estructuras y funciones diversas en el organismo, con la característica común de ser insolubles en agua. En nuestra dieta hay tres clases principales de lípidos:
•Las grasas. Son, con diferencia, los lípidos que se encuentran en mayor cantidad entre los alimentos. Las grasas son el resultado de la unión de tres moléculas de ácidos grasos y una molécula de glicerol, de donde viene el nombre de triglicéridos. Atendiendo a las recomendaciones actuales, su ingesta diaria en una dieta de 2.000 calorías (cuando utilicemos el término calorías, se entenderá que nos referimos a kilocalorías) debería situarse entre los 65 y los 75 g (las grasas proporcionan 9 calorías por gramo).
•Los fosfolípidos. Son lípidos algo más complejos que, como su nombre indica, presentan también fósforo. Uno de los fosfolípidos más importantes es la fosfatidilcolina, más conocido como lecitina. Su función principal es estructural pues son los constituyentes fundamentales de las membranas de las células. Su ingesta diaria con la dieta suele rondar los 2-3 g.
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