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Mise en place
¡Hola! Somos Las Veganas Hermanas y antes de arrancar a cocinar necesitamos disponer cada cosa en su lugar. Aunque no somos cocineras profesionales, esto sí lo aprendimos del mundo de la gastronomía: mise en place es un término de origen francés que significa “puesta en sitio”. En criollo, quiere decir que hay que tener todos los ingredientes medidos y pesados, y todos los utensilios que necesitaremos para cocinar al alcance de la mano. Así, la elaboración de la receta será más simple y productiva (y no van a perder tiempo buscando esa cuchara que nunca aparece).
Antes de empezar a meter mano en la cocina, queremos contarles algunas cosas. Hola Vegan surgió imaginando el libro que nos hubiese gustado leer cuando recién nos hicimos veganas, por eso lo pensamos como un ABC, un “manual de cocina”. Pero ojo, no es solo para las personas que se adentran en el veganismo, también es ideal para quienes están en transición, para aquellas que ya no comen carnes pero les resulta imposible dejar los lácteos y para quienes comen “de todo” pero quieren empezar a ampliar la porción de vegetales que llevan a la mesa.
El libro está organizado desde “las materias primas” y no desde los platos finales: consideramos que ahí está el primer choque con la cocina basada en plantas. Recetas de bizcochuelos hay miles, pero recetas de lácteos –más allá de las leches– y formas simples de reemplazar los huevos, escasean. Sobre todo cuando recién empezás a experimentar el veganismo y no sabés muy bien cómo ni dónde buscar información.
Hicimos una “lista de supermercado” que sirvió como disparador para crear el índice de recetas. Por eso, acá podrán encontrar recetas para preparar yogur, manteca, quesos, embutidos, panes, mayonesas, distintos tipos de milanesas y hasta carnes y achuras para la parrilla, entre muchas otras cosas. Trabajamos mucho para contar con una gran variedad de ingredientes, siempre con la menor cantidad de productos refinados posible y buscando que muchas preparaciones fueran libres de TACC. Ya que vamos a cambiar nuestra alimentación, que esta transformación sea lo más positiva y nutritiva posible.
Queremos compartir nuestras bases culinarias para que, con pocos ingredientes y sin demasiada parafernalia, puedan preparar todas esas cosas ricas que, al principio de la transición al veganismo, pensaban que no iban a volver a comer jamás. Con este libro, nosotras nos encargamos del empujoncito inicial, pero les damos vía libre para que sigan experimentando en sus cocinas.
DE LÁCTEOS, CARNES Y ALGO MÁS
Desde que empezamos a “veganizar” las recetas y los platos que ya sabíamos cómo preparar antes de hacernos veganas, lidiamos con una serie de preguntas. ¿Por qué quieren imitar la carne? ¿Por qué dejaron de comerla si tanto les gusta? ¿Por qué no le inventan un nombre original a sus recetas?
Nosotras no nacimos veganas ni tampoco nos hicimos veganas porque un día nos dejó de gustar la milanesa. Venimos de una familia con un abuelo carnicero y otro que criaba gallinas. En casa era habitual comer milanesas de peceto, carne al horno, pollo a la parrilla; el puchero se hacía con osobuco y los fideos caseros de los domingos se servían con estofado con salchicha. Para nosotras, algunos animales eran mascotas, otros entretenimiento, otros cuero para ropa y otros tantos, comida. Crecimos con esas creencias, crecimos con esos sabores y, aunque al comienzo de nuestro veganismo pudimos prescindir de ellos, en algún punto “imitarlos” se siente un poco como volver a casa, nos conecta con nuestras raíces, con la parte linda de nuestros recuerdos, sin todo el impacto negativo que implica el hecho de abusar, explotar y matar animales para cualquier tipo de consumo.
Nosotras nos hicimos veganas porque comprendimos que los animales son seres sintientes que no están a nuestro servicio, no nos pertenecen y no somos quiénes para decidir sobre sus vidas, sus habilidades, sus carnes o sus pieles. Nos hicimos veganas porque pudimos ver todo lo que conlleva que esa “tira de asado” llegue a nuestra parrilla y el alto costo que tiene para los animales, para el ambiente, para la sociedad y para nuestra salud.
Si imitamos los lácteos, las carnes o los huevos es también para demostrar que podemos mantener ciertos gustos o tradiciones cambiando los modos en que los producimos.
Respecto a los nombres, sabemos que generan controversia, pero en la práctica nos es mucho más útil decir “leche” que decir “bebida a base de soja” o inventarle un nombre como “leja” o “soche” y andar explicando de qué se trata y para qué sirve. Todos sabemos lo que es la “leche”, que podemos beberla sola o chocolatada y que sirve para cortar un café, hacer más cremoso un puré o preparar un budín. Por eso, usamos los mismos nombres cambiando los ingredientes y modos de elaboración. Ustedes pueden llamar a nuestras recetas como más les guste.
Ahora sí, hechas estas aclaraciones, ¡a cocinar se ha dicho!
La dieta vegana
POR LA LIC. EVA HENDERSON CALPAKCHI
La alimentación basada en plantas es tendencia. Cada día son más las personas que adhieren a este patrón alimentario, que abarca muchas variantes. El veganismo se enmarca en ella, aunque no se limita a una elección alimentaria, sino que contempla una filosofía de vida sostenida en el respeto hacia todos los animales, rechazando cualquier forma de explotación animal en beneficio humano: alimento, vestimenta, diversión, tradiciones, transporte, experimentación, entre otras.
En cuanto a lo nutricional, una alimentación vegana puede ser saludable y adecuada siempre que esté bien planificada, idealmente acompañada por un profesional de la nutrición capacitado en veganismo. Desde hace ya largos años, la prestigiosa Academia de Nutrición y Dietética Americana1 viene sosteniendo su aval a esta forma de alimentarse, señalando que todas las alimentaciones vegetarianas, e incluso la dieta vegana, son saludables y adecuadas para todas las etapas del ciclo vital: el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez y la adolescencia, así como también para los atletas. Vale aclarar que algunas de estas etapas son críticas en cuanto al desarrollo, por ejemplo, el embarazo, la niñez y adolescencia, por lo que es altamente recomendable recibir un adecuado seguimiento profesional.