PRÓLOGO
Hacer un libro sobre la ansiedad es una aventura apasionante para un psiquiatra. Pero es también un reto difícil. Sobre todo si uno quiere hacer un texto no muy extenso, en el que entren los aspectos más importantes del tema, teniendo en cuenta que el término «ansiedad» ha sido reflotado: ha pasado al lenguaje de la calle y su uso es frecuente.
A lo largo de estas páginas vamos a recorrer los lugares más relevantes en los que la ansiedad está presente. En las cartas de navegación se describen las líneas de viaje y los puertos donde hay que atracar. Ésa es también mi pretensión: aclarar primero qué es la ansiedad, cómo se vive y cuáles son sus principales características; después, navegar por las aguas que de ella se derivan: las fobias, las obsesiones, la hipocondría y las enfermedades psicosomáticas.
La última parte del libro está dedicada al tratamiento, pues de nada valdría describir, analizar, detallar y clasificar, si al final no se expusieran las rutas más destacadas para superar la situación. Todo tratamiento de la ansiedad debe hacerse mediante un diseño terapéutico tridimensional: biológico, psicológico y social.
a) En las crisis de ansiedad casi todo es biológico (farmacológico).
b) En las experiencias de ansiedad generalizada buena parte del tratamiento es, además, psicológico (psicoterapia en sus distintas formas).
c) Cuando en el fondo de la personalidad se instalan los conflictos y éstos se envuelven en inquietud interior, aislamiento, incomunicación, vida monótona y ausencia de contacto interhumano, hay que añadir a los cauces anteriores medidas sociales (socioterapia).
El hombre de nuestros días está cada vez más vacío y, a la vez, surcado de inquietudes y desasosiegos. Su paisaje interior es árido, ingrato; está desierto de fecundidad. Hemos pasado en unos años de la era de la ansiedad a la época de la depresión. La melancolía planea sobre el hombre de la sociedad occidental. Pero en la melancolía subyace la ansiedad. De alguna manera la alimenta.
Éste es el panorama. Ojalá que estas páginas aclaren ideas y sugieran rumbos positivos.
PRÓLOGO A LA NUEVA EDICIÓN
Con ésta son 25 las ediciones de este libro. Al hacer una mirada retrospectiva me doy cuenta de que el tema sigue teniendo una enorme actualidad. Los foros internacionales de Psiquiatría siguen estudiando e investigando sobre la ansiedad desde las más diversas perspectivas: sus bases bioquímicas, los mecanismos psicológicos de conducta y cognitivos que intervienen como factores desencadenantes y que favorecen que se pueda convertir en algo crónico, así como los nuevos abordajes en su tratamiento.
Y por otra parte el estrés, que es la forma moderna de la ansiedad y que consiste en un ritmo trepidante de vida, sin tiempo para nada, más que para trabajar. Si la vida es un arte, aquí todo es trabajo y trabajo sin parar. En las grandes ciudades se invierte a menudo lo que debe ser la vida: vivir para trabajar y para ganar dinero. Los grandes argumentos de la existencia deben ser cubiertos de forma armónica y constituyen los grandes asuntos que deben recorrer la propia travesía: amor, trabajo, cultura, amistad y un sentido de la vida que lo envuelve todo.
Es importante a cierta altura de la vida que seamos capaces de detenernos al borde del camino y pensar cómo vamos. Dicho en otras palabras: hacer balance existencial. Haber y debe. Y cada segmento de nuestra travesía rinde cuenta de su viaje, expresa cómo hemos tallado cada uno de esos segmentos. Para que todo eso funcione de manera equilibrada es fundamental que la vida tenga unidad o dicho de otro modo: que exista en ella el menor número posible de contradicciones internas.
Estamos en una época mundial en donde se entrecruzan tres grandes epidemias, de distinto signo pero con territorios precisos de confluencia: la era de la ansiedad, la era de la depresión y la del desamor. Cada una tiene su voz propia, pero se cuela en el campo de la otra. Sus tres notas son: inquietud, tristeza y no saber construir un amor sólido y consistente.
El destino sirve las cartas, lo importante no es tenerlas buenas, sino saber jugarlas.
E NRIQUE R OJAS
24 de noviembre de 2008
INTRODUCCIÓN
La ansiedad del hombre de hoy
Estamos en la era psicológica. Al final del siglo se puede afirmar sin temor a exagerar que el mundo se ha psicologizado. Cualquier análisis de la realidad que se precie va a descansar en el fondo sobre elementos psicológicos. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado para que se haya operado este cambio tan marcado? ¿Cuáles podrían ser las claves que expliquen este fenómeno? No se puede dar una respuesta sencilla que resuma todo lo que está sucediendo. Son muchos los factores que han originado esta instalación en el campo de la psicología de una gran parte de la humanidad.
Para relacionar esto hay que señalar las luces y sombras de nuestra época actual. Tenemos haber y debe positivo y negativo. Por una parte están los grandes avances alcanzados, las cimas a las que ha accedido el hombre en estos últimos años. El despegue de la ciencia moderna, la acelerada tecnificación, que nos ha permitido conquistar metas hasta ahora insospechadas, la revolución informática, que es capaz de simplificar los sistemas de ordenación y procesamiento de datos. También hay que subrayar la denominada revolución de las comunicaciones: ya no hay distancias en el mundo y en pocas horas nos plantamos en el otro extremo de la tierra; esto era hace tan sólo unos años algo impensable. De otro lado, se han despertado muchas conciencias dormidas, tales como los derechos humanos, la democratización de una gran mayoría de países que viven en libertad y la progresiva preocupación por la justicia social, que ha llevado a una equidad mayor por un lado y a la existencia de una clase media cada vez más sólida y estable por otro. Los altos niveles de confort y bienestar han cambiado la vida del ser humano de nuestros días, sobre todo si lo comparamos con el de principios de este siglo o si nos remontamos a la última etapa del siglo XIX . Hay que señalar también, en este balance positivo, la riqueza cultural de la actualidad, que va desde la música a la literatura, pasando por la pintura, la escultura, la ordenación de nuevos y grandes museos… La conciencia ecológica, que demuestra una nueva sensibilidad por la naturaleza, los espacios verdes y su posible degradación y, además, la nivelación o paridad de la consideración hombre/mujer: se está superando el machismo tradicional y se avanza hacia un feminismo bien entendido, que respeta y valora la condición femenina, y que reconoce que la mujer no puede estar discriminada en tareas intelectuales, políticas, artísticas, docentes, etc.
Pero en la cultura occidental actual hay sombras importantes. Algunas insospechadas, sorprendentes. Los ismos más importantes son los siguientes: de un lado, el materialismo: sólo cuenta aquello que es tangible, que se toca y se ve; es como el destino casi último de la sociedad de la abundancia. Junto a él se alinea el hedonismo, que pone como bandera fundamental el placer y el bienestar. Ambos nos dan una mezcla muy singular. Sólo cuenta la posesión y el disfrute de unos bienes materiales que, por muy abundantes que sean, siempre terminan dejando insatisfecho el corazón humano. De ahí brotará una vivencia de la nada, que está muy cerca de lo que supone la experiencia de la ansiedad. Materializado el ser humano en sus aspiraciones más profundas, terminará deslizándose hacia una nueva decadencia.