Capacidad es lo que le permite hacer algo.
Motivación es lo que determina lo que usted hace.
Actitud es lo que determina cuán bien lo hace.
LOU HOLTZ
Entrenador del equipo de fútbol americano de Notre Dame
© 2014 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc. Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com
Título en inglés: How High Will You Climb?
© 2014 por John C. Maxwell
Publicado por Thomas Nelson
Publicado en asociación con la agencia literaria de Yates & Yates.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usados con permiso.
Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.
Citas bíblicas marcadas «BLA» son de La Biblia de las Americas®, © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usada con permiso.
¿Qué tan alto quiere llegar? es un compendio de Actitud de vencedor, originalmente editado en 1997 por Editorial Caribe, derechos renovados 2008 por Grupo Nelson.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Guillermo Vásquez
Adaptación del diseño al español: Ediciones Noufront / www.produccioneditorial.com
ISBN: 978-0-52910-935-4
ISBN: 978-0-52910-971-2 (eBook)
14 15 16 17 18 RRD 9 8 7 6 5 4 3 2 1
Edición revisada por Lidere
www.lidere.org
¿Qué tan alto quiere llegar? se dedica al doctor Tom Phillippe, amigo, colaborador en el evangelio y ejemplo de una buena actitud en la vida.
Contenido
D eseo expresar mi agradecimiento por este libro a mis padres, Melvin y Laura Maxwell, por proveerme una existencia hogareña caracterizada por actitudes saludables hacia la vida. Actitudes positivas captadas más por el ejemplo que por la enseñanza, me rodearon desde el día que nací.
Mi esposa, Margaret, me brindó sabio consejo, y nuestros hijos, Elizabeth y John Porter, me dieron muchas ilustraciones. La familia Maxwell trata de vivir los principios de este libro.
Aprecio la participación de mis colaboradores de la iglesia Skyline Wesleyan en la preparación de este libro. Sus opiniones, preguntas y sugerencias fueron lo más importante en las reuniones del personal de los martes. Bárbara Brumagin, mi asistente administrativa, siguió especialmente de cerca este proyecto.
Gracias a Paul Nanney por su amistad y por las emocionantes experiencias de vuelo que añadieron mucho a este libro.
E ra un hermoso día en San Diego, y mi amigo Paul quiso llevarme a volar en su avión. Como era nuevo en California del Sur decidí ver mi nueva tierra desde una perspectiva distinta. Me senté en el asiento del copiloto mientras mi amigo terminaba de revisar sus instrumentos. Todo estaba bien, así que Paul encendió los motores y nos dirigimos hacia la cabecera de la pista. Cuando el avión se elevaba me di cuenta que su nariz estaba más alta que el resto del fuselaje. También me llamó la atención que, aunque el paisaje que teníamos abajo era esplendoroso, Paul observaba continuamente el tablero de instrumentos.
Como no soy piloto, decidí convertir el vuelo de placer en una experiencia de aprendizaje.
—Todos esos cuadrantes —comencé—, ¿qué te dicen? Veo que observas unos más que otros. ¿Qué es este?
—Ese es el indicador de actitud —respondió.
—¿Cómo puede un avión tener una actitud?
—En vuelo, la actitud de la nave es lo que llamamos la posición del avión en relación con el horizonte.
Como mi curiosidad ya se había despertado, le pedí que me explicara más.
—Cuando el avión asciende —dijo—, tiene una actitud nariz arriba, porque la nariz de la nave señala más arriba del horizonte.
—«Entonces», interrumpí, «cuando el avión desciende, le llamarías a eso, una actitud nariz abajo».
—Eso es correcto —continuó mi instructor—. Los pilotos prestan atención a la actitud del avión porque eso indica su comportamiento.
Lo demostró elevando la nariz del aparato. El avión ascendió con seguridad y la velocidad disminuyó. Cambió su actitud, y eso cambió su comportamiento.
Paul concluyó su lección diciendo:
—Puesto que la actitud del avión determina su comportamiento, los instructores enseñan «actitud de vuelo».
Esa conversación me hizo pensar en las actitudes de la gente. ¿La actitud de un individuo, no norma su comportamiento? ¿No tiene un «indicador de actitud» que continuamente evalúa sus perspectivas y sus logros en la vida? ¿Qué pasa cuando la actitud está produciendo resultados no deseables? ¿Cómo puede cambiarse la actitud? Y, si la actitud cambia, ¿cuáles son las ramificaciones hacia las personas que le rodean?
Mi amigo Paul tenía un manual de instructor sobre «Actitud de vuelo», la relación entre la actitud del avión y su comportamiento. Nosotros, también, tenemos un manual sobre la actitud de vida… la Biblia.
El apóstol Pablo, escribiendo a la iglesia de Filipos, colocó ante esos cristianos un indicador de actitud. «Haya, pues, en vosotros esta misma actitud que hubo también en Cristo Jesús» (Filipenses 2.5, BLA).
Cristo nos da un perfecto ejemplo. Su elevada norma no fue dada para frustrarnos sino para revelarnos áreas en nuestras vidas que necesitan mejoramiento. Cuando estudio Filipenses 2.3–8, traigo a mi mente las actitudes saludables que Jesús poseía.
Era desinteresado. «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2.3–4).
Era seguro. «El cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres» (Filipenses 2.6–7).
Era sumiso. «Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz» (Filipenses 2.8).
Pablo dice que estas cualidades fueron notorias en la vida de Cristo, debido a su actitud (v. 5, BLA). También dice que nosotros podemos tener la misma actitud en nuestras vidas. Para ello tenemos el ejemplo de esa actitud y el estímulo para obtenerla.
En Romanos 12.1, 2, Pablo afirma:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestroentendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. (énfasis del autor)
El resultado de una mente renovada o una actitud cambiada es comprobar y cumplir la voluntad de Dios. Una vez más vemos que la actitud dicta el comportamiento. En una ocasión prediqué un mensaje basado en el Salmo 34, titulado: «Cómo encarar el temor». David estaba solo, temeroso y frustrado en una cueva, rodeado por los enemigos, cuando escribió este mensaje reconfortante. El comienzo del capítulo nos permite entender el porqué del éxito de David, aun cuando estaba rodeado de problemas.
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