Carmela París - 12 pasos hacia la felicidad
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- Libro:12 pasos hacia la felicidad
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- Editor:ePubLibre
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- Año:2010
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12 pasos hacia la felicidad: resumen, descripción y anotación
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Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría.
JONATHAN SWIFT
LA ALIMENTACIÓN
En el camino hacia la renovación total, mi método incluye también los hábitos alimentarios, ya que, entre los varios factores que influyen en el bienestar general, la alimentación ocupa un lugar destacado. La alimentación realiza dos funciones importantísimas: proporciona la energía para que la persona pueda moverse y aporta los materiales para recomponer el organismo. Es decir, los alimentos constituyen el «carburante y los materiales de reparación» de ese especialísimo «vehículo» que es el cuerpo. A través de los alimentos, el hombre consigue la energía que necesita, los elementos —vitaminas, proteínas, minerales, hidratos de carbono, grasas y fibra— indispensables para el crecimiento y la reparación de los tejidos, y también las sustancias necesarias para regular ambas funciones y para que el individuo pueda gozar de buena salud. La nutrición, por tanto, es de vital importancia: una dieta equilibrada contribuye a mantener a las personas sanas y fuertes, a prevenir numerosas enfermedades y a evitar trastornos cardiovasculares y la formación de tumores. Una dieta inadecuada puede provocar múltiples patologías y disfunciones.
Al hablar de la alimentación, no puede olvidarse que el organismo está estrechamente unido a la mente; por tanto, para que pueda cumplir todas sus funciones básicas de forma óptima, hay que seguir una dieta adecuada, pero con naturalidad, sin vivir obsesionado pensando continuamente en que los alimentos adecuados serán la solución a todos los problemas. Lo normal es «poner la mejor gasolina posible al coche» y después olvidarse del tema. Es muy importante que la dieta sea equilibrada, pero también es necesario que los alimentos estimulen satisfactoriamente nuestros sentidos y resulten placenteros.
AUMENTOS Y PLACER
La alimentación está inscrita en la mente del individuo desde su nacimiento como una fuente de placer especialmente relacionada con los afectos y la sexualidad, debido al recuerdo inconsciente que mantiene de las primeras etapas de su vida, en las que saciaba su erotismo con los alimentos. La sabiduría popular ha demostrado conocer la relación que une estos dos conceptos —alimentación y erotismo— cuando habla del «hambre sexual» y define a la persona muy atractiva sexualmente como que «está para comérsela». Esta relación entre los alimentos, los afectos y el placer se da en esas dos enfermedades hoy tan presentes, la bulimia y la anorexia: con mucha frecuencia, la persona bulímica intenta compensar con la comida la falta de amor; la anoréxica, al rechazar los alimentos, reniega de su cuerpo y del placer que éste puede proporcionarle.
Por otra parte, desde los albores de la historia, el ser humano ha buscado la posibilidad de estimular sus deseos eróticos con los alimentos, y todas las culturas cuentan con ritos en los que se utilizan hierbas y manjares a los que se les atribuyen estas facultades. Los científicos siempre han rechazado la capacidad afrodisíaca de los alimentos, atribuyéndola al deseo que anima a quien así lo cree. Opinan que cuando los alimentos se utilizan con fines amatorios se encuentran unidos a otros factores, cuyo poder afrodisíaco está mucho más comprobado, como es la atmósfera que suele rodear ese momento: una mesa cuidadosamente adornada, luz ambiental, música romántica y demás detalles que son los que realmente favorecen la relación. Sin embargo, está fuera de toda duda que una comida que satisfaga el paladar tiene muchas posibilidades de estimular otros sentidos.
Este poderoso vínculo que une la alimentación y el placer es el responsable de que muchas veces no comamos sólo para alimentarnos y satisfacer así de forma agradable nuestras necesidades físicas, sino que utilicemos determinados alimentos con la intención inconsciente de compensar otras carencias, para reemplazar con ellos otros tipos de necesidades, afectivas, mentales o sexuales. A veces, sobrecargamos al organismo y le hacemos trabajar inútilmente en un intento de que el sopor le impida reclamar otras necesidades. Pero los alimentos no pueden realizar esta función sustitutoria. Las malas digestiones o el exceso de peso pueden ser algunos de los signos que nos avisen de que algo no es correcto en nuestra alimentación. El propio organismo nos indica lo que debemos comer, aunque generalmente no le prestamos atención; si escuchamos su lenguaje podremos descubrir la actitud mental y emocional que nos perjudica a través de nuestro comportamiento alimentario. Si no hacemos caso a sus avisos, el organismo tal vez decida gritar más alto su malestar por medio de una enfermedad.
DIETA EQUILIBRADA
Oímos hablar con frecuencia de la conveniencia de seguir una «dieta equilibrada», pero muchas veces no sabemos a qué se está haciendo referencia exactamente. Vamos a ver primero lo que significan estos conceptos, ya que para manejar correctamente nuestra vida y «el vehículo» que conducimos para recorrerla hay que conocer los medios de los que disponemos para alcanzar nuestros fines.
La «dieta» es el conjunto de alimentos que se consumen, y «equilibrada» significa esencialmente que los alimentos que la componen reúnen unos criterios determinados:
- En cuanto a la calidad: hace referencia a que contienen la energía y los nutrientes necesarios.
- En cuanto a la cantidad: que es la suficiente, pero no excesiva, para cubrir las necesidades de cada persona. Es decir, que lo que se ingiere sea proporcional con lo que se consume, para lo que hay que tener en cuenta el sexo, la edad, la actividad que desarrolla el individuo y su estado de salud.
Resumiendo, en el caso de personas sanas, una dieta equilibrada significa comer de todo con moderación; en el caso de los enfermos debe ser un médico especialista en dietética quien dé las oportunas recomendaciones.
La publicidad de algunos alimentos a menudo intenta hacer creer que tal o cual producto nos aporta todo lo necesario para estar bien alimentados. Lo cierto es que ningún alimento contiene todos los nutrientes necesarios para el organismo. De modo que las personas necesitan comer alimentos variados para que se complementen entre sí y cubran todas las necesidades de energía y de nutrientes. El aparato digestivo es el encargado de liberar estos nutrientes que contienen los alimentos y prepararlos para que puedan ser absorbidos por la pared del intestino y llegar hasta la sangre, que los repartirá por las células del cuerpo. Después, debe eliminar bien los desechos tóxicos. Para que se realice de forma satisfactoria esta función, es preciso que los alimentos ingeridos contengan agua en abundancia. Por dos razones: primero, porque el 75% del cuerpo está compuesto por agua, de modo que es el alimento más necesario, y segundo, porque si son alimentos muy secos los productos tóxicos de desecho se eliminan peor, se acumulan en la sangre, se modifica la bioquímica corporal, el organismo se intoxica y se prepara el terreno para las enfermedades. Los alimentos que mejor suministran el agua necesaria son las frutas y los vegetales, que la contienen en abundancia; no es lo mismo consumir este tipo de alimentos que inundar las comidas y diluir los jugos gástricos bebiendo mucha agua.
Los hábitos alimentarios tienen efectos importantes en la salud e influyen notablemente en el estreñimiento, los dolores de cabeza, la irritabilidad, las pérdidas de memoria o en algunos trastornos del sueño, así como en los estados de fatiga o de escasa energía. Para aumentar la vitalidad y potenciar la salud, las verduras (en una proporción de alrededor del 75% crudas y el 25% cocidas), las frutas y los hidratos de carbono deberían constituir el 75% de la alimentación cotidiana. Pero no se asuste, no pretendo decir que para estar sano es imprescindible ser vegetariano. Únicamente sugiero que es muy aconsejable que en su comida diaria abunden los vegetales y que coma menos alimentos ricos en proteínas animales; que no se limite a comer carne o pescado, como si no existiera nada más. Si se detiene a pensarlo, descubrirá que el mundo vegetal contiene tantas riquezas que es casi imposible conocerlas y degustarlas todas. Sus colores proporcionan satisfacción a la vista, sus sabores exquisitos deleitan el paladar; permiten desarrollar la creatividad en su elaboración y en la presentación atractiva y apetitosa al combinar sus formas y aromas. Los vegetales son sanos para el organismo, energéticos y respetuosos con la naturaleza. Además, las frutas, las verduras y los cereales integrales poseen un alto contenido en fibra dietética (el lubricante de nuestros «motores»), esa parte de los alimentos que no se puede digerir, pero que resulta fundamental para realizar una buena digestión y para evitar el estreñimiento.
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