47. Mi cabaña frente al océano
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Un libro casi por accidente
Todo comenzó un viernes lluvioso, en el que decidí «postear» en mi perfil de Facebook algunas frases románticas extraídas del cine. Mencioné que aunque sonaran cursis debido a que provenían de la factoría de Hollywood, quizá podía ser una manera de enamorar a alguien, lo cual no es poco si se está solo. También alenté a los varones a tomar la iniciativa, a pelear por el amor de sus vidas, corriendo cualquier riesgo que fuera necesario.
Inmediatamente tuvo casi diez millones de «me gusta» y se revolucionó la red. Gente de todo el mundo, de ambos sexos, de todas las edades, comenzaron a comentar el texto como si se tratara de un gran hallazgo. «¡Ya era hora! ¡Necesitamos enamorarnos!», escribió en letra de imprenta varias veces una joven de Sudamérica.
«Gracias por no tener miedo a sonar cursi, pero los hombres también sentimos», me alentó un caballero desde Canadá.
No sabía bien qué había sucedido, pero me sentí entre asombrado y aturdido, pensando que quizá todo había sido producto de alguna casualidad.
El siguiente viernes intenté con otro texto titulado: «Yo invito», y ocurrió algo similar, solo que ahora todo el mundo reclamaba que siguiera escribiendo textos con el mismo tenor.
Aclaro que nunca me he dedicado a este tema en particular, pero resultó que el romanticismo había sido un artículo de lujo en el mundo de las redes sociales y, sin proponérmelo, había dado con un nicho casi no explorado: el romanticismo en su máxima expresión.
Así que, sin quererlo, se nos fue haciendo una maravillosa costumbre, justo antes de comenzar el fin de semana, durante casi dos años escribía algo acerca del amor, de los desencuentros, de los amores no correspondidos, de lo que piensan las mujeres y los caballeros. Junté material de donde pude, le pedí a amigos escritores que me ayudaran, y los mismos lectores enviaron sus colaboraciones de distintas partes del mundo, grandes escritores y otros escritores anónimos.
Algunas frases son extraídas del inmenso universo de la red, otras simplemente fueron surgiendo cada viernes, de «alguien que escuchó de alguien más, que a su vez lo leyó en alguna parte, cierta vez», o sea, no dudo que reconozcas alguna frase que una vez dijiste y llegaron a mis oídos, aunque vivas en la otra punta del mundo globalizado.
Por eso cuando la editorial me propuso condensar todos estos apuntes en un libro, mi primer instinto fue negarme, ya que al leerlos todos juntos, se parecían a una casi desprolija crónica acerca del amor, una condensación de apuntes que surgen del alma, pero que en definitiva provienen del mayor sentimiento que nos regaló nuestro Dios.
Finalmente nos animamos con este proyecto, porque terminó siendo uno de esos libros que puedes leer desordenadamente, desde cualquier capítulo, sin seguir un orden, y sin preocuparte por cómo continuará. Y según tu estado de ánimo, lo puedes leer de atrás para adelante, por la mitad, o en donde la providencia divina te lleve a abrir el libro. De hecho, algunos textos puedes leerlos una y otra vez, y siempre tendrán un significado diferente, según como tu corazón esté ese día.
Por eso, antes de que te sumerjas en el mundo del amor, quiero aclararte que este es uno de esos libros que nacen por casualidad, casi por accidente; aunque dicen que suelen ser los más eficaces, y eso lo determinará el tiempo.
No te sientas mal de expresar tu legítima necesidad de tener un amor para toda la vida.
Porque somos seres sociales y necesitamos de la relación para ser.1
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Amor en el mismo idioma
A través de los años, los hombres se siguen preguntando: «Y ¿qué quieren las mujeres?»; para serte honesto, si pudiéramos responder eso en un par de frases, no serían mujeres, ni serían interesantes. Justamente lo que enamora de una mujer es ese misterio que no terminamos de descifrar y que nunca podremos decodificar en su totalidad. Nuestro cerebro tan simple no logra comprender la complejidad de la mente femenina.
Por eso es que muchos hombres se enamoran de alguien que no les corresponde, o lo que es peor, no saben cómo enamorarla, porque no logran decodificar las señales femeninas. El error que suelen cometer los hombres es regalar su tiempo a una mujer que solo quería saber la hora.
En algún momento solemos pensar: A una loca como ella, le falta un tornillo como a mí, pero luego descubres que en realidad no estaba ni tan loca, ni le hacías falta tú. En resumen, las mujeres terminan siendo como los chinos: nadie las entiende, pero ¡están dominando el mundo!
Por esa misma razón es que no tengo la receta infalible para enamorar a una mujer (de hecho, ¡creo que ningún hombre la tiene!), pero he aprendido que un caballero enamorado debe hacer, mínimamente, ciertas cosas esenciales, a saber:
- Cuando ella se enoje contigo y se vaya, síguela.
- Cuando te empuje o intente golpearte, abrázala y no la dejes ir.
- Cuando empiece a maltratarte, bésala y dile cuánto la amas.
- Cuando se quede callada, pregúntale qué le sucede.
- Cuando te ignore, dale tu atención.
- Cuando quieras besarla o abrazarla, y se haga para atrás, abrázala muy fuerte.
- Cuando la veas llorando, no le digas nada, solo abrázala.