ACERCA DE ESTE LIBRO
En el extremo sur del continente americano, en un área compartida por Chile y Argentina, se localiza el Campo de Hielo Sur, la cuarta zona glacial más grande del planeta.
Azotada por feroces temporales, es un sistema continuo de cuencas glaciares de 13.000 kilómetros cuadrados, donde, debido a la inclemencia geográfica y climática, nada ni nadie puede habitar. Es, esencialmente, un desierto blanco e inhóspito.
Durante los últimos 50 años hubo varios esfuerzos de grupos expedicionarios de diversos países por realizar allí su mayor desafío: el cruce longitudinal. Un objetivo formidable que requería no solo recorrer 400 kilómetros a pie, sino que además sobrellevar el clima, los quebrados glaciares y la falta de cualquier tipo de apoyo externo. Más de 25 intentos se llevaron a cabo, pero todos ellos fallaron. Hasta que a fines de enero de 1999, un desconocido pero experto grupo de 4 chilenos ingresa al área con el manifiesto objetivo de crear el fin de la historia.
“Bajo la marca de la ira” es el relato de dicha expedición y conforma un poco usual libro de aventura y exploración. Basada en la bitácora escrita in-situ por Rodrigo Fica, relata el contexto en el cual se dio la travesía, incluyendo aquí un repaso de la historia de los intentos anteriores de Cruce, las características del Campo de Hielo Sur, y, por supuesto, el detalle de la desesperada lucha por sobrevivir que estos expedicionarios debieron afrontar durante los 98 días que estuvieron abandonados a su suerte.
El libro fue editado en 2005 por la Editorial Universitaria de Chile con un tiraje de 1.000 ejemplares, edición agotada y que dio origen a una segunda, esta vez en formato digital, publicado por Edición Digital.
ACERCA DEl AUTOR
Escalador y montañista que se ha vinculado al mundo de la cultura y la extensión para ayudar a vestir de pantalón largo a su disciplina, una que en Chile es marginal.
Inicialmente un Ingeniero Civil Industrial UC, terminó por convertirse en un Profesional de Montaña, con un abanico de certificaciones y una probada experiencia como Guía, Instructor, Pistero Socorrista, Camarógrafo y todas esas actividades de deporte, educación, cultura y trabajo que habitualmente se realizan en los macizos montañosos.
Premio Estímulo Germán Maccio en 1994, Medalla del Congreso de la República en 1999, Piolet de Bronce DAV Chile 2011 (y blah, blah, blah), ha realizado viajes y expediciones a lugares como Patagonia, Yosemite, Alaska, Antártica, Himalaya y otros remotos parajes. Cuenta con numerosos ascensos de alta montaña, incluyendo cimas tradicionales como Aconcagua, Denali, Elbrus, Vinson y Artesonraju. Escaló la Pared Sur del Morado, la Pared Sur del Arenas, la invernal a la Sur del San Francisco, el segundo ascenso a la Cara Sur del Castillo por la ruta coreana y realizó las primeras en solitario y en el día al Glaciar Colgante del Plomo, la Pared Sur del Mesón Alto y el Loma Larga.
Entre los big-walls realizados, en EE.UU., México y Chile, destacan la nueva ruta a la Torre Norte de Rengo, otra similar al Peineta en Torres del Paine y una nueva vía a la Pared del Gigante, en la zona de Basaseachic. Habitué de la escalada deportiva, y también de la tradicional, hizo el primer encadenamiento en solitario en el día de las Placas de Lo Valdés, fue creador de la ruta de escalada deportiva más larga de Chile (“Los Miserables") y también de "Marea Roja", la primera íntegramente deportiva que surca la Pared Oeste de la Placa Roja.
Y así.
http://www.rodrigofica.com/
ADVERTENCIA
El montañismo es una actividad intrínsecamente peligrosa.
Su práctica solo debe realizarse tras un proceso de aprendizaje serio, gradual y dirigido, el cual, infortunadamente, no impide que sus cultores puedan resultar severamente heridos o, incluso, morir.
Quienes insisten en participar en esta disciplina, aún a sabiendas de esta notificación, lo hacen bajo su total responsabilidad y asumiendo a cabalidad los riesgos que tal decisión conlleva.
I. ADIÓS
Sentado en un viejo sofá medito acerca de los hombres y sus circunstancias.
La quietud de la madrugada hace aún más profunda la soledad de este departamento, ya vacío desde hace un tiempo. Estoy cansado; mis manos cuelgan libres y tocan el piso. Lo siento helado. En un rincón, una pequeña radio termina de entregarme los últimos sones de una canción de Violeta y entro en sintonía.
Hasta que acaba.
Se hace el silencio. Profundo, real.
Las horas sin dormir y la ansiedad me hacen pensar en forma extraña. Salto de un pensamiento a otro, rápidamente, dándoles tan solo retazos de atención. Juego con el tiempo; el futuro, el pasado, mío, nuestro, ajeno. Sensaciones de pérdidas por los años que se fueron y que nunca volverán. Quizás pena, talvez dolor, pero inconfundiblemente melancolía. Pronto las dejo atrás porque se vienen incontrolables las imágenes de un Cortés brutal, barrenando sus naves y obligando a sus hombres a enfrentar su destino.
Es una impresión fuerte y que solo ahora logro entender del todo. ¿Cuántos hombres en diferentes circunstancias han hecho lo mismo? Involucrados en una cadena de eventos que no pueden controlar, pero a la vez protagonistas reales de sus existencias, encararon el futuro con valor. Tuvieron miedo, dudaron, pero no se quedaron en el temor, sino que dieron un paso más, aquel que les permitió mirar al gran río de la vida desde la ribera de los vencedores.
En nuestro caso, no somos conquistadores, no hay peligro y no vamos a cambiar el mundo. Pero tenemos frente nuestro al mismo demoledor abismo que provoca vértigo y, luego, miedo. Me siento desnudo frente a este, el más verdadero de los exámenes.
¡Tocan la puerta!
Es la hora. Debo irme. Abro los ojos, me paro y miro mi mundo, mis recuerdos, mis sueños. Montado en la cima de un camino sin retorno, digo adiós a lo que he sido.
Pero no voy solo. Conmigo vas tú Guerrera , hacia el peligroso mañana que todo hombre debiera enfrentar alguna vez en su vida.
II. ESAS INDÓMITAS FLORES
“Porque se equivocan. Porque se preguntan. Porque buscan una razón.”
(Coelho, O manual do guerreiro da luz)
Octubre 14
El sueño del hombre
La azafata es amable y cálida.
Pienso, mientras me preparo para el horrible empuje que nos llevará por los aires.
¡Qué maravilla es volar! Debiera estar habituado, pero todavía me emociona sentir cómo el aparato se desplaza por la pista buscando su posición de despegue. A mi lado están Navegante y Estoico, pero no les comento lo que estoy experimentando. Es algo demasiado íntimo e, incluso, infantil.
¡El avión acelera!, ¡y mi cuerpo siente la presión sobre el asiento! Con los ojos cerrados recibo la energía de los motores y me siento poderoso. ¡Sí! Ahora podría derrotar al mundo entero si fuera necesario: ¡somos invencibles!, ¡somos eternos!, ¡venceremos!
Pero, traicionando tales valientes intenciones, mis ojos se cierran con voluntad propia y me quedo profundamente dormido mientras esta máquina voladora gira indiferente y apunta hacia el fin del mundo.
***
Algunas horas más tarde despierto justo para ver el que será nuestro hogar en los próximos meses. No se aprecia bien; está nublado y no consigo distinguir sus rasgos. Pero esto no representa una anormalidad. Todo lo contrario, siempre está así.
Es el lugar que debe poseer el peor clima de montaña del mundo, donde lo habitual es tener tormentas continuas, sin días despejados. Un terreno más parecido a las lunas que orbitan Júpiter que a una meseta montañosa localizada en el extremo austral del continente americano.
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