Lis Milland - Lo que la pérdida no te puede quitar: Herramientas para superar el dolor emocional

Los que sembraron con

lágrimas, con regocijo segarán.

—SALMO 126:5

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Lo que la pérdida no te puede quitar por Lis Milland

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Diseño de portada por: Vincent Pirozzi

Director de diseño: Justin Evans

Library of Congress Control Number: 2018940304

ISBN: 978-1-62999-383-6

E-Book ISBN: 978-1-62999-384-3

*Como este es un libro electrónico le pedimos que conteste en una libreta aparte las preguntas que encontrará en la sección "Para reflexionar y aplicar" que aparece al final de cada capítulo.

Dedicatoria

A mis amados hermanos: Antonio Abad y Dalia Rubí. Nos amamos con palabras, con obras y en verdad. Siempre presentes en mi vida. En los vendavales temporales, han sido un escudo protector. Los golpes de las pérdidas que hemos vivido juntos han sido fuertes, pero nunca estériles. Nos han unido más. Los amo de aquí al infinito.

A cada uno de los pacientes que han acudido al rinconcito de milagros (así le llamo al centro de consejería). Sobre todo, a los que han ido a superar una pérdida o a fortalecerse para tener el valor de dejar ir. Lograron dirigir su mirada a la luz y las sombras quedaron atrás. Ustedes son la bendición de que, al final de la jornada, el júbilo colmará mi alma al saber que me dieron el privilegio de sembrar fe donde había dudas, y esperanza donde había desesperación. Verlos a ustedes es para mí como ver el rostro de Dios.

Al pueblo puertorriqueño. Cuanto más adversas te sean las circunstancias, tanto más se revelará la fuerza de tu Dios. Me siento agradecida por ser parte de un pueblo lleno de compasión, valentía, amor y fe. Un pueblo que no teme levantarse, porque sabe en quién ha creído y de dónde es que viene su socorro... aunque sople el temporal.

Agradecimientos

Agradezco a mi Padre celestial, quien me escogió para este poderoso, desafiante y gratificante trabajo de levantar al caído y darle esperanza a quien la haya perdido. A Él le debo todo cuanto soy, pues con su amor me salvó, restauró, sanó y me ha hecho feliz. Con su inmensa gracia, ha traído a mi vida las más hermosas bendiciones. La más especial, mi esposo, Luis Armando, y la más sublime, mi hijo, Adrián Emmanuel.

Luis Armando, amado mío, gracias por acompañarme con tanto compromiso en los proyectos de Dios. Todos los días haces cosas concretas para conquistar mi corazón, cuando ya te pertenece. ¡Nada mejor que tener en el hogar un remanso de paz y un centro de alegría!

Adrián Emmanuel, mi milagro. Antes de que llegaras tenía una vida buena; pero ahora es una vida extraordinaria. Hay mucho de ti en este libro. Gracias por enseñarle a mamá a admirar y maravillarse aun de las cosas que parecen simples. Me has hecho un llamado y me he comprometido; a ser más espontánea, más trascendental y menos complicada.

Le doy las gracias a la Lcda. Gloria Ortiz, quien hizo un trabajo excelente revisando el manuscrito original. A Lydia Morales, quien con la dulzura que le caracteriza, realizó la labor de editar el libro. Me siento muy bendecida de contar con personas con tan bellos corazones y tan admirables cerebros.

Gracias infinitas a Casa Creación, por creer consistentemente en lo que Dios me ha dado. El trabajo hecho con amor los ennoblece. Realizan su labor con creatividad, paciencia y entusiasmo. Están colaborando con el Señor para forjar un mundo mejor. Son mi editorial y mi familia.

¡Dios los bendice! ¡Los amo!

FE NO ES esperar a que pase la tormenta, fe es aprender a cantar, creer y adorar bajo la lluvia. No estoy seguro de que la frase sea originalmente mía; tal vez la oí o leí en el pasado. De lo que sí estoy seguro es que este magistral trabajo literario que nos dedica la doctora Lis Milland me ha recordado y me hizo revivir la verdad de esa sentencia.

El libro que tienes en tus manos se convertirá, sin duda, en una hoja de ruta que te conducirá a lo largo de los tramos más duros de la vida, guiándote hasta prados de esperanza y hermosos remansos de paz.

Con una pericia admirable a la vez que con tacto y delicadeza ejemplares, la doctora Milland no esquiva los temas más delicados e incluso controvertidos. Se adentra en ellos y los disecciona con el bisturí de la gracia. Desde el respeto a la pérdida nos enseña a orientar la mirada en dirección a la esperanza. Comprende las lágrimas, pero nos recuerda que hay quien la enjuga. Respeta la herida, pero levanta un arco iris de confianza sobre las oscuras nubes del dolor y la pérdida. La doctora Milland se convierte en cómplice del que sufre, pero toma su mano y lo acompaña hasta las suaves planicies de la fe.

Quien constantemente trae su pasado a su presente, está destruyendo su futuro. Es una máxima que siempre he promulgado y defendido. La doctora Lis Milland conecta de lleno con esa tesis, y por ello nos provee un certero manual para tratar con el pasado y orientarnos al futuro.