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La doctora Casado aborda, de manera fácil y amena, los cambios que se van produciendo en nuestro cuerpo desde la adolescencia a la «mayorescencia», para que podamos cuidarnos a nosotras y a los nuestros. Nos muestra cómo adoptar estilos de vida saludables para disfrutar al máximo de cada edad en aspectos como la sexualidad, el ámbito laboral, el doméstico, el cuidado de los hijos o de los padres, la menopausia y la madurez, todo ello desde nuestra interacción con el entorno y en el día a día.
Mi familia, porque sin vosotros nada sería igual.
A todos mis pacientes, fuente de inspiración, de alegrías y tristezas, pero, en definitiva, mi razón de ser como médico.
INTRODUCCIÓN
LA SALUD
La salud es el bien más preciado que tiene el ser humano, hasta el punto de que es un tema que está presente a lo largo de la vida de las personas y, desde luego, su cuidado es objeto de atención social, política y por supuesto económica.
Salud y bienestar es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por la ONU para 2030; por su parte, el artículo 43 de la Constitución española «reconoce el derecho a la protección de la salud».
Pero ¿qué es la salud? ¿Es la salud solo la ausencia de enfermedad?
El concepto de salud no es único y universal, como tampoco lo es el de enfermedad. Los términos que empleamos para referirnos a ellos aluden a realidades cambiantes que dependen de las personas y de los contextos desde donde se aborden.
En 1948, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un «estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente [como] la ausencia de afecciones o enfermedades». En ese momento, esta definición resultaba revolucionaria por su ambición, pues superaba el enunciado negativo de la salud como mera ausencia de enfermedad y aludía a la satisfacción de las esferas física, mental y social.
A lo largo de estos años, esta definición ha sido ampliamente debatida, por el carácter tan radical y absoluto de la palabra «completo» aplicada al bienestar. El efecto secundario ha sido provocar involuntariamente la medicalización de la sociedad; esa exigencia de «completo bienestar» nos deja a la mayoría de nosotros casi siempre con al menos un poco de mala salud e induce a ampliar las posibilidades del sistema sanitario.
Actualmente se interviene ante niveles más bajos de presión arterial, colesterol y glucemia (el «azúcar» en sangre) que antes, y se extiende la tendencia a abordar estos problemas con medicamentos en vez de con el cambio de estilos de vida. Se aplican al conjunto de la población pruebas de detección que en muchas ocasiones no han sido validadas, lo que ha determinado mayor dependencia médica y mayores riesgos secundarios ante las intervenciones. Se producen falsos positivos y iatrogenia, un término que hace referencia al daño en la salud provocado por la acción de un profesional médico o del propio sistema sanitario.
La definición anterior ha sido cuestionada también porque desde 1948 se ha producido un importante cambio social, demográfico y sanitario que determina una notable variación en la propia naturaleza de las enfermedades. En esa época de mediados del siglo pasado las enfermedades agudas representaban una mayoría y las crónicas conllevaban una muerte prematura. Desde entonces, los patrones de enfermedad se modificaron, con medidas tales como una nutrición más cuidada, avances en higiene y saneamiento, y mejores intervenciones desde la asistencia sanitaria.
Lo habitual en el momento actual es envejecer con enfermedades crónicas, por lo que en el mundo cada vez hay mayor número de personas que viven con afecciones durante décadas. Estas patologías son responsables de la mayor parte del gasto de los sistemas sanitarios y tienen repercusiones negativas sobre la sostenibilidad de este.
La definición de la OMS se vuelve así desacertada, ya que considera enfermas a las personas con dolencias y discapacidades crónicas. Minimiza de forma importante la autonomía y la capacidad del ser humano para afrontar los retos físicos, emocionales y sociales de la vida y la posibilidad de realización y bienestar de una persona con una discapacidad, minusvalía o enfermedad crónica.
Otro gran problema es la imposibilidad de evaluación de la citada definición. ¿Cómo se verifica el «completo bienestar»? No es algo operativo, ni medible.
En 1980 el médico y epidemiólogo estadounidense Milton Terris propone una definición de salud como «estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento y no únicamente [como] la ausencia de afecciones o enfermedades». Retira el adjetivo «completo» y añade la expresión «capacidad de funcionamiento».
En este sentido, en 1985, la Oficina Regional para Europa de la OMS establece que «La salud es la capacidad de realizar el propio potencial personal y responder de forma positiva a los problemas del ambiente». Se considera la salud como un recurso para la vida, pero no como el objeto de esta. Se abandona definitivamente la concepción de la salud como un estado más o menos utópico y abstracto, y se da importancia al desarrollo de todas las capacidades individuales de la persona, algo que se consigue mediante un proceso permanente y continuo. La salud se entiende ahora como una conquista diaria que hace posible mejorar la calidad de vida. Curiosamente, en su primera acepción el Diccionario de la Real Academia dice que «salud» es el «estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones». Es decir, salud se equipara a funcionalidad.
En 2011, Huber y Cols proponen una redefinición del concepto y hacen hincapié en la capacidad de adaptarse y autogestionarse ante los desafíos sociales, físicos y emocionales.
Pero tal y como afirman los profesores de la Universidad de Valencia Valentín Gavidia y Marta Talavera, buscar la salud no significa buscar la inmortalidad, como tampoco luchar por la salud es evitar la muerte: buscar la salud implica luchar contra cierto tipo de muertes. El hecho de que nuestras expectativas de vida sean cada vez mayores, de que vayamos añadiendo años a nuestra existencia, quiere decir que aumenta la probabilidad de adquirir cierto tipo de enfermedades crónico-degenerativas.