Técnica Alexander para músicos
Rafael García Martínez
TÉCNICA ALEXANDER PARA MÚSICOS
La «zona de confort»: salud y equilibrio en la música
Contenido
Dedico este libro a mi padre, violinista excepcional, a mi madre, a mi mujer María Paz y a mi hija Irene.
INTRODUCCIÓN
Hablar de técnica Alexander es hablar de cambio. Un cambio de conducta que implica una visión más amplia de la música y del intérprete. La atención no se centra exclusivamente en los resultados, sino también en mejorar y cuidar todas aquellas áreas que conducen a una experiencia musical más satisfactoria. Aprender a ver más allá del atril, levantarse de vez en cuando de la silla para tomar aire y reemprender la tarea con energía renovada representa una medida saludable para el músico.
La técnica Alexander toma de la mano tanto las necesidades artísticas del intérprete, como los pilares del funcionamiento corporal que promueven en él una postura sana y movimientos libres. El resultado es beneficioso para ambos. La faceta artística del músico se amplía enormemente al reducir el número de interferencias en la interpretación, y, a su vez, el bienestar corporal alcanzado lleva a una experiencia de mayor satisfacción.
He bautizado como «zona de confort» al área imaginaria en la que confluyen precisamente una interpretación musical de calidad y un uso corporal equilibrado. La música es una de las actividades interpretativas en las que el uso del cuerpo desempeña un papel determinante, al igual que sucede en la danza o el teatro. El primer capítulo del libro está destinado a enfatizar esta idea. A través de mejorar el control dinámico sobre el funcionamiento corporal es posible abandonar la incomodidad y aproximarse a la «zona de confort» imaginaria. Contar con el cuerpo en la música significa ganar en calidad, y garantizar una carrera musical más próspera y duradera.
Los capítulos 2, 3 y 4 muestran desde diferentes perspectivas algunas de las principales herramientas que aporta la técnica Alexander para mejorar la utilización corporal. Estas herramientas, junto con el concepto clave de uso de la unidad cuerpo-mente son el resultado del descubrimiento de F. M. Alexander (1869-1955), creador del método que lleva su nombre y el protagonista indiscutible de este libro.
La segunda parte está orientada a la mejora de la postura, y comienza con la experimentación de algunas sencillas claves sobre ella en el capítulo 5. El propósito es comprender los principios básicos que rigen una buena postura desde el punto de vista funcional y práctico. En los capítulos siguientes se analizan con mayor profundidad las particularidades posturales por familias de instrumentos. El capítulo 6 lo dedicaremos al piano y la guitarra, el 7, a los instrumentos de cuerda, y, finalmente, el 8, a los instrumentos de viento madera y viento metal.
Al final de cada capítulo se incluye un resumen con las ideas clave, y en la primera parte del libro, además, un apartado dedicado a que explores por ti mismo sus contenidos. Los capítulos dedicados a la postura incorporan en sí mismos dichas experiencias de exploración.
Desde que escribí mi anterior libro sobre la técnica Alexander en la música, he seguido admirando las diversas maneras con las que el músico se relaciona con su actividad. Incluso en características que aparentemente condicionan la ejecución, como podría suponer el tamaño de las manos de un pianista, existe un factor esencial (las pequeñas manos de intérpretes como Alicia de La Rocha, Maria João Pires o Vladimir Ashkenazy no tienen comparación con las legendarias manos gigantescas de Rachmaninoff o los estilizados dedos de Horowitz). Lo verdaderamente remarcable y maravilloso reside en la capacidad de adaptación y en la habilidad para hacer un mejor uso de aquello con lo que cada uno cuenta, siempre con el propósito último de hacer música.
El libro incluye aportaciones personales basadas en mi propia experiencia. No es mi pretensión por tanto erigirme en representante de la técnica Alexander, sino más bien ofrecer una visión de este reconocido método desde una perspectiva musical y personal.
Mi principal motivación ha sido impulsar la mejora del músico en su día a día. Cualquier aproximación a la «zona de confort», por pequeña que sea, supone un verdadero logro. Una conquista alcanzable mediante la comprensión y la práctica, y un logro que aporta enormes satisfacciones. Espero haber conseguido mi objetivo.
Finalmente me gustaría acabar esta introducción con un sincero agradecimiento a todas las personas que de una u otra manera me han ayudado en este proyecto. Unas gracias muy especiales a mis alumnos de Conservatorio Superior de Música de Aragón por su entusiasmo y por prestar su imagen desinteresadamente con el fin de ilustrar el contenido del libro.
PRIMERA PARTE
1
LA «ZONA DE CONFORT»
El bienestar en la música
La «zona de confort» es el espacio anhelado por cualquier músico. En ella la conexión con la música es plena, la interpretación se experimenta con fluidez y el cuerpo actúa sin interferencias. Es un estado de sincronización ideal entre pensamientos, emociones y movimientos.
Recuerdo unas declaraciones de la violinista Anne Sophie Mutter cuando hace unos años realizó una gira por España interpretando la integral de los conciertos para violín y orquesta de Mozart. Mutter afirmaba que tocar durante un rato su violín le hacía sentir mucho mejor. Según la extraordinaria violinista, las piezas de su cuerpo y de su mente encajaban de tal manera en contacto con la música, que la consecuencia era una sensación corporal y personal gratificante.
La característica física principal de hacer música en la «zona de confort» la representa el equilibrio entre la tensión y la relajación. Los músculos funcionan de una forma coordinada, trabajando sólo los necesarios y además en su justa medida (Fig. 1-1).
Fig. 1-1.
La búsqueda del bienestar
La experiencia de numerosos estudiantes, profesionales y solistas muestra una realidad distinta a la narrada por A. S. Mutter. La insatisfacción corporal ha llevado a muchos músicos a revisar su aproximación a la interpretación. Disfrutar con plenitud de la música es incompatible con molestias continuas en la espalda, rigidez en el cuello, o incesantes lesiones. No en vano, un alto porcentaje de músicos profesionales manifiesta tener o haber tenido problemas musculoesqueléticos derivados de su actividad musical.
La intención principal de este libro no es otra que sugerir un cambio de mentalidad, una apertura en nuestra actitud musical. La técnica Alexander supone una propuesta de mejora y un camino de reencuentro del músico con el cuerpo. A través de la conciencia, la comprensión y la práctica es posible recobrar el aliento y emprender el día a día musical en mejores condiciones.