ME GUSTARÍA AGRADECER A AQUELLOS que hicieron posible este libro:
Rene Alegria, editor extraordinario, por su paciencia infinita y sus fechas de entrega postergadas.
HarperCollins por su equipo increíblemente profesional, en especial a la talentosa Shubhani Sarkar.
Rubén Toledo, por sus asombrosas ilustraciones—es realmente un sueño hecho realidad estar en el mismo libro juntos.
Mi esposo, David y mi hijo, Lucas: mis favoritos—y más pacientes—hombres entre todos.
Todos los diseñadores (y la gente detrás de ellos) por su gentil apoyo y participación, incluyendo a Giorgio Armani, Christopher Bailey, Tory Burch, Roberto Cavalli, Francisco Costa, Victoire de Castellane, Oscar de la Renta, Domenico Dolce, Stefano Gabanna, John Galliano, Frida Giannini, Santiago Gonzalez, Carolina Herrera, Iman, Heidi Klum, Michael Kors, Reed Krakoff, Ralph Lauren, Christian Louboutin, Elle Macpherson, Gilles Mendel, Margherita Missoni, Zac Posen, Cameron Silver, Isabel Toledo, Diane von Furstenberg, Vera Wang y Rachel Zoe.
Todos mis amigos en Elle , Project Runway, la Weinstein Company, Kym Canter, Jade Frampton, Malina Joseph, Erin Kaplan, Monica Haim y Marissa Matteo.
ME HE PASADO UNA BUENA cantidad de temporadas viendo cómo las tendencias en la moda vienen y van, los mitos de estilo son creados y desmontados, los dobladillos suben y caen. El único consejo firme que tengo para ofrecerte es: no lo tomes tan en serio.
He encontrado (a través de una observación cuidadosa y desconcertada) que las mujeres que toman la moda y el estilo demasiado en serio empiezan a volverse un poquito locas y la locura luce bien en unas pocas personas. La onda, la calma y la confianza en sí misma, en cambio, lucen bien en más o menos todas. Comenzarás a notar que claramente el aire de confianza con onda siempre viene del rincón de la sala donde las mujeres más elegantes están reunidas. No siempre son las más bonitas, las más delgadas o las más adineradas de las invitadas a la fiesta. Pero a menudo son las más despabiladas porque saben que ninguna de esas nimiedades (belleza, cuerpo, billetera) realmente importa. Lo que sí importa es que ellas están cómodas consigo mismas. Observa a esas mujeres, aprende de esas mujeres, ámate a ti misma como estas mujeres se aman a sí mismas y encontrarás que el estilo proviene de adorarte a ti misma tanto como para que te vistas enteramente para ti y para ti sola. Porque, finalmente, tú eres el único juez que realmente importa.
El estilo es una cuestión de descubrir quién eres y quién quieres ser en el mundo. Espero que elijas ser fabulosa, audaz, divertida, inspirada y tú misma.
Todo lo que puedas imaginar es real.
PABLO PICASSO
“Nada hace más hermosa a una mujer que la creencia de que es hermosa.”
SOPHIA LOREN
C uando una mujer hermosa entra a una habitación, puede suceder que yo levante mi mirada un momento, pero pronto regreso a mi plato principal o a mi conversación o al menú de postres. Seamos honestas: la belleza no es tan interesante (y ciertamente no más interesante que el menú de postres). Pero cuando una mujer segura de sí misma entra a una habitación, es fascinante. Miraré mientras se mueve con desenvoltura, dueña de sí misma. Generalmente no es la que lleva un vestido negro sencillo. Es la que lleva una camisa interesante y una falda vintage , y yo inmediatamente quiero saber dónde las consiguió. Posiblemente no sea la mujer más despampanantemente hermosa que haya visto, pero tiene una forma de llevarse a sí misma que puede convertirla en la más intrigante. La confianza en ti misma es cautivante, es poderosa y no se desvanece—y eso es infinitamente más interesante que la belleza.
El primer paso, y el más importante para desarrollar estilo, es proyectar ese tipo de confianza; el tipo de confianza que les dice a los otros que te respetas a ti misma, te amas a ti misma y te vistes para ti misma y no para otros. Tú eres tu propia musa. El estilo viene de saber quién eres y quién quieres ser en el mundo; no viene del deseo de ser otra persona, o del deseo de ser más delgada, más baja, más alta o más hermosa. Muchas de las mujeres con más estilo en el mundo no han sido grandes bellezas, pero todas ellas han dispuesto de una gran cantidad de confianza en sí mismas. Nos hicieron pensar que eran hermosas simplemente porque así lo creían ellas. No dejaban que ninguna otra persona las definiera; se definían ellas mismas.
Yo realmente admiro a las mujeres que se aman a si mismas, aún cuando no sean la norma de belleza estándar. A mi me fascinan los “íconos imperfectos,” las chicas que no son para nada las más hermosas del salón, pero tienen confianza en sí mismas y piensan que son hermosas, de modo que otros piensan que lo son. Me maravillo ante una mujer de seis pies de altura sobre unos tacones aguja, una mujer de trasero grande luciendo una falda que marca sus curvas, una mujer de pecho chato con una remera ajustada, de escote bajo. Cuando una mujer abraza sus “imperfecciones,” éstas pueden convertirse en sus mayores fortalezas, definir su carácter y espíritu. Cuando ella halaga sus debilidades y atrae tu atención hacia sus defectos, los hace especiales, atractivos y hasta incluso envidiables.
La confianza en sí misma no tiene nada que ver con la estética y todo que ver con la actitud. Nada le queda mejor a una mujer que ese aire de seguridad, y cuando ella realmente lo posee, es implacable y deslumbrante. La seguridad es algo que puede instantáneamente subir el volumen de la belleza de una mujer. Cuando se trata de estilo y seguridad en ti misma, tienes que aprender a moverte con ellos, lo que puede ser una tarea enorme. Todas tenemos nuestras inseguridades. Pero tú simplemente sabes cuando estás en compañía de una mujer segura de sí misma. Aún (o especialmente) de cara a las imperfecciones, su aire es asombroso. Su belleza está alimentada por algo dentro de sí misma. No es que no se preocupe por su apariencia; por lo contrario, está tan cómoda con quien es que hasta abraza sus peculiaridades e imperfecciones.
La mujer segura de sí misma se ama enteramente. Piensa en Lauren Hutton y su sonrisa de dientes separados. Piensa en Frida Kahlo y su uniceja. Piensa en la Duquesa de Windsor, quien no es una gran belleza. Piensa en Barbra Streisand y su nariz griega. Fíjate cómo sus cabezas están siempre erguidas y sus imperfecciones están siempre exhibidas, nunca escondidas o pidiendo disculpas. Mira a esas mujeres. Sigue su guía. Mantén tu cabeza erguida y haz alarde de tus defectos—la confianza debería venir a continuación. Y si nada de esto tiene éxito, simúlala. La seguridad en ti misma es la clase de cosas que puedes simular y que terminarás realmente creyendo tenerla (ay, ¡si eso fuera verdad en otros terrenos!). Tienes que primero colocarte en un pedestal antes de que alguien te vaya a admirar.
Tú eres la diosa, de modo que comienza a tratarte a ti misma de acuerdo a eso. Hazte arreglar el cabello y hacer las uñas, toma largos baños, usa perfumes estupendos. Haz lo que sea que te haga sentir asombrosa. Tienes que mimarte porque nadie más lo hará por ti. Comienza por adorarte a ti misma. Ámate a ti misma de adentro hacia fuera, y lenta pero seguramente empezarás a sentirte cómoda en ese pedestal, e irradiarás el tipo de seguridad que los otros admiran. Y, una vez en ese pedestal, lo que vistas también importa. Las sudaderas simplemente no funcionan. Te lo prometo, un buen vestido o una falda sensacional te harán sentir mucho más digna del centro de atención y los otros te verán de ese modo también.