GUÍA DE PEREGRINOS
[CODEXCLIXTINUS, libro V:LIBER PEREGRINATIONIS]
1135-1140
ARGUMENTO DEL SANTO PAPA CALIXTO
Si la verdad es buscada en nuestros volúmenes por el docto lector, en el contenido de este libro la encontrará con toda seguridad y sin sombra alguna de duda. Pues lo que en él se consigna muchos que todavía viven aseguran que es verdad.
CAPÍTULO I. DE LOS CAMINOS DE SANTIAGO
Cuatro son los itinerarios que conducen hacia Santiago y que en Puente la Reina, por Santa Magdalena de Vézelay, San Leonardo de Limoges y la ciudad de Périgueux; y el cuarto, por San Martín de Tours, San Hilario de Poitiers, San Juan d'Angély, San Eutropio de Saintes y Burdeos.
El que va por Santa Fe, la de San Leonardo de Limoges y la de San Martín se reúnen en Ostabat hasta Santiago.
CAPÍTULO II. DE LAS JORNADAS DEL CAMINO DE SANTIAGO
Desde el Somport hasta Puente la Reina hay tres jornadas. La primera es desde Borce. La tercera desde Monreal a Puente la Reina.
Desde Port de Cize. En fin, la decimotercera, de Palas hasta Santiago, y ésta es corta.
CAPÍTULO III. DE LOS NOMBRES DE LOS PUEBLOS DEL CAMINO DE SANTIAGO
Desde el Somport a Puente la Reina, se encuentran en la vía jacobea los siguientes pueblos: Primero está Borce, al pie del monte, en la parte de Gascuña; luego, cruzada la cima del monte, el Hospital de Santa Cristina con sus baños reales, que fluyen calientes constantemente; luego Monreal; por fin está Puente la Reina.
En el otro camino de Santiago que desde Port de Cize conduce a la basílica del santo en Galicia, se encuentran los siguientes pubelos importantes. Primero, al pie del mismo monte de Cize y en la vertiente de Gascuña, está la villa de Saint-Michel; después, pasada la cumbre del mismo monte, se encuentra el Hospital de Roldán; después la corte y real ciudad de León, llena de toda especie de felicidades.
Luego se encuentra Orbigo, para hacer cal con destinado a las obras de la basílica del Apóstol.
Despué está la villa de San Miguel, y por último Compostela, la excelentísima ciudad del Apóstol, que posee toda suerte de encantos y tiene en custodia los preciosos restos mortales de Santiago, motivo por lo que está considerada como la más dichosa y excelsa de todas las ciudades de España.
Me he limitado a enumerar estos pueblos y las citadas jornadas, para que los peregrinos que marchan a Santiago prevengan, con estas noticias, los gastos necesarios para su viaje.
CAPÍTULO IV. DE LOS TRES BUENOS EDIFICIOS DEL MUNDO
El Señor instituyó en este mundo tres columnas muy necesarias para el sostenimiento de sus pobres, a saber: el hospital de Jerusalén, el de Mont-Joux y el de Santa Cristina, que está en el Somport.
Estos tres hospitales están colocados en sitios de verdadera necesidad; son lugares santos, casas de Dios, reparación de los bienaventurados peregrinos, descanso de los necesitados, consuelo para los enfermos, salvación para los muertos y auxilio para los vivos.
Así, pues, quien quiera que haya levantado estos lugares sacrosantos poseerá sin duda alguna el reino de Dios.
CAPÍTULO V. DE LOS NOMBRES DE ALGUNOS QUE REPARARON EL CAMINO DE SANTIAGO. AIMERICO
He aquí los nombres de algunos viatores que en tiempos de Diego, arzobispo compostelano; de Alfonso, que reconstruyó el puente del Miño, destruído por la reina Urraca.
Descansen en paz eterna las almas de éstos y las de sus colaboradores.
CAPÍTULO VI. DE LOS BUENOS Y MALOS RÍOS QUE EN EL CAMINO DE SANTIAGO SE HALLAN. CALIXTO, PAPA.
Estos son los ríos que se encuentran desde Port de Cize y Somport, hasta Santiago. Del Somport procede el saludable río llamado Aragón: ¡Allí guárdate de beber ni tú ni tu caballo, pues el río es mortífero! En nuestro viaje a Santiago, encontramos a dos navarros sentado a su orilla, afilando sus navajas, con las que solían desollar las caballerías de los peregrinos que bebían aquella agua y morían. A nuestras preguntas contestaron, mintiendo, que aquel agua era buena para beber. Por lo cual abrevamos en ella a nuestros caballos, de los que al punto murieron dos, que los navarros desollaron allí mismo.
Por Estella pasa el Ega, fluye un río igualmente nocivo.
Por Logroño pasa un río enorme, llamado Ebro, de saludables aguas y abundantes peces. Todos los ríos que se encuentran desde Estella a Logroño son malsanos para beber hombres y bestias, y sus peces lo son para comerlos. Si alguna vez comes en España y en Galicia el pescado que vulgarmente se llama barbo, o el que los del Poitou llaman alosa y los italianos clipia, o anguila o tenca, seguro que muy pronto o mueres o enfermas. Y si por casualidad, hubo quien los comió y no enfermó, eso porque o fue más sano que los otros o permaneció largo tiempo en aquella tierra. Todos los pescados y carnes de vaca y de cerdo de toda España y Galicia, producen enfermedades a los extranjeros.
Los ríos que, por el contrario, se consideran dulces y buenos para beber, se conocen vulgarmente por estos nombres: el Pisuerga, porque en él suele la gente francesa que peregrina a Santiago lavarse, no solamente sus vergüenzas, sino también, despojándose de sus vestidos, la suciedad de todo su cuerpo. El río Sar, que corre entre el Monte del Gozo y la ciudad de Santiago, se considera sano. Se considera igualmente sano el Sarela, que en dirección a poniente, corre por la otra parte de la ciudad.
He descrito así estos ríos para que los peregrinos que van a Santiago procuren evitar el beber de los malsanos y puedan elegir los buenos para ellos y sus caballerías.
CAPÍTULO VII. DE LOS NOMBRES DE LAS TIERRAS Y DE LAS CUALIDADES DE LAS GENTES QUE SE ENCUENTRAN EN EL CAMINO DE SANTIAGO
En el camino de Santiago, por la ruta de Toulouse, la primera tierra que se encuentra, pasado el río Garona, es la de Gascuña; a partir de allí, superado el Somport, la tierra de Aragón y luego el territorio de los navarros, hasta Puente Arga y más allá.
Por la ruta de Port de Cize, después de la Turena, productiva, fértil, llena de todo género de bienes. Los poitevinos son gente valiente y aguerrida, muy hábiles en el manejo del arco, de las flechas y de la lanza en la guerra, confiados en el combate, rapidísimos en las carreras, cuidados en su vestido, de facciones distinguidas, astutos en sus palabras, muy dadivosos en sus mercedes y pródigos con sus huéspedes.
Después se encuentra el país de Saintes, que allí abundan sobremanera. Y si no miras atentamente dónde pisas, en la arena del mar, que allí abunda, te hundirás rápidamente hasta las rodillas.
Pasado, pues, este país, se encuentra la Gascuña, tierra rica en pan blanco y espléndido vino tinto, dotada de bosques, prados y ríos y fuentes sanas. Los gascones son ligeros de palabra, parlanchines, burlones, libidinosos, borrachines, pródigos en las comidas, desastrados en su indumentaria, faltos de joyas y adornos, pero hechos a la guerra y distinguidos por su hospitalidad con los necesitados. Acostumbran a comer sin mesa, sentados alrededor del fuego y a beber todos por un mismo vaso. Comen y beben largamente, visten mal, y se acuestan suciamente mezclados todos sobre unas pocas pajas, los siervos con el señor y la señora.
A la salida de este país, en el camino de Santiago, se encuentran dos ríos que corren por cerca de la villa de San Juan de Sorde, uno a su derecha y otro a su izquierda: uno y otro se llaman Gave, y no pueden cruzarse en modo alguno sin embarcación. Los barqueros de éstas se condenarán indudablemente, pues aunque aquellos ríos son muy estrechos, por cada persona que pasan hasta la otra orilla, sea pobre o rico, cobran de tarifa un dinero, y cuatro, que reclaman violenta y abusivamente, por la caballería. Además su nave es pequeña, construida del tronco de un sólo árbol, en la que apenas caben los caballos; cuando hayas embarcado guárdate prudentemente de no caer, por casualidad, al agua. Te convendrá arrastrar por las riendas a tu caballo detrás de ti, fuera de la nave, por el río. Por eso entra en ella con pocos, pues si se carga en exceso, pronto zozobrará. También muchas veces, los barqueros meten tanta cantidad de peregrinos, tras cobrarles el precio, que la nave vuelca, y los peregrinos se ahogan en las aguas. Por lo que se alegran malignamente los barqueros, porque así se apoderan de los despojos de los muertos.