Curtis Garland - EL MONSTRUO GRITÓ EN SILENCIO

CURTIS GARLAND

EL MONSTRUO GRITO EN SILENCIO

Colección

LA CONQUISTA DEL ESPACIO n.° 129

Publicación semanal

EDITORIAL BRUGUERA, S. A.

BARCELONA - BOGOTA - BUENOS AIRES - CARACAS - MEXICO

ISBN 84-02-02525-0

Depósito legal: B. 49.189 - 1972

Impreso en España - Printed in Spain

a edición: enero, 1973

© Curtis Garland - 1973

texto

© Antonio Bernal - 1973

cubierta

Concedidos derechos exclusivos a favor de EDITORIAL BRUG U ERA, S. A, Mora la Nueva, 2. Barcelona (España)

Impreso en los Talleres Gráficos de Editorial Bruguera, S. A.

Parets del Vallès (N-152, Km 21,650) Barcelona - 1976

Todos los personajes y entidades privadas que aparecen en esta novela, así coma las situaciones de la misma, son fruto exclusivamente de la imaginación del autor, por lo que cualquier semejanza con personajes, entidades o hechos pasados o actuales, será simple coincidencia.

ULTIMAS OBRAS PUBLICADAS EN ESTA COLECCIÓN

124 — Dinosaurio - Curtis Garland .

125 — Los hijos de Selene - Ralph Barby .

126 — Asesino cósmico - Curtis Garland.

127— Rebeldes en Dangha - A. Thorkent .

128 — SOS en el cosmos - J. Chandley.

PRIMERA CRONICA

«GALAXY»

CAPITULO PRIMERO

«Estas son las Crónicas de mi viaje a otros mundos.

De nuestro viaje, debería decir, para ser exacto. Porque fuimos varios los personajes del gran drama cósmico.

Pero yo lo escribo. Y yo soy, por tanto, el protagonista del relato. Porque lo hago en primera persona. Son mis Crónicas de un viaje a algo que estaba más allá de lo imaginable, incluso más allá del horror.

Y no era sólo cuestión de distancias, no. A fin de cuentas, no llegué a otras galaxias ni tan siquiera a los confines de nuestra Vía Láctea. No fue preciso ir tan lejos. Bastó con no salir del ámbito de nuestro propio Sistema Solar. Como quien dice, y comparándolo con las inmensas distancias estelares, en nuestra propia casa. Sin salir de ella.

Todavía ahora, el más profundo horror me asalta, cuando echo la vista atrás y recuerdo... Recuerdo lovivido. Lo experimentado en un viaje sin retorno a un mundo que yo desconocía, lo mismo que mis compañeros de viaje.

Quizá por eso he escrito estas Crónicas. Quiero romper de una vez mis complejos, deseo desterrar la psicosis de miedo que ha quedado en mí después de tan terrible experiencia.

Acaso escribiendo todo lo que sucedió entonces, pueda empezar a echar la vista atrás sin un escalofrío, sin la sensación angustiosa de que aquello pudiera, algún día, repetirse. Dios no lo quiera.

Estas son, pues, mis Crónicas. Las Crónicas de un viaje, de una llegada... y de lo que siguió después. Las memorias y recuerdos de un hombre asustado. De un hombre, en suma, que se sintió humano ante el horror.

Hasta entonces, creo que nunca tuve miedo. Nunca supe lo que era temblar , ni en las más adversas y peli grosas circunstancias. El riesgo, el peligro, formaban parte de mi propia forma de vida, de mí arriesgada profesión de cosmonauta.

Pero aquello fue diferente. Muy diferente.

Y si no, que juzgue quien un día eche mano a este texto mío, grabado en momentos de abstracción, de retorno mental a un pasado alucinante que, aun ahora me parece como un sueño. Un mal sueño. El peor de los sueños. La más terrorífica de las pesadillas.

Quien estas Crónicas lea, sabrá por qué llegué a sentir miedo. Por qué llegué a temblar ante lo desconocido ante lo que yo no podía ni sabía dominar. Ante lo que yo no entendía...»

CAPITULO II

Me llamo Craken. Hasper Craken. Doctor Hasper Craken, exactamente. Doctor en Medicina Espacial y Psicología Astronáutica. Comandante de astronautas. Acostumbran a llamarme «Doc». Y he llegado a ser más conocido como Doc Craken, simplemente, que como Hasper Craken, que es mi verdadero nombre.

Mis Crónicas deben empezar por el Galaxy . Por la partida del Galaxy , en misión rutinaria.

¡Rutinaria, Dios mío! Me debería reír al pensar en tal cosa. Pero no puedo.

No, no hay motivos para reírse de nada. Aunque lo cierto es que resulte chocante, paradójico, que aquello fuese... una «misión rutinaria».

Pero entonces, el Mando no podía prever el futuro. Ni nosotros tampoco. Nosotros no éramos como aquel maldito pero admirable Stowen.

Stowen sí podía prever el futuro. Al menos, es lo que él decía. Nadie le tomaba en serio, pero él no parecía bromear nunca cuando afirmaba, muy serio, que el porvenir no podía guardar secretos para él... si él se empeñaba, realmente, en que no los guardase.

Como es natural, ninguno le hacíamos demasiadocaso. Y él no parecía irritarse demasiado por ello, después de todo.

Stowen formaba parte de nuestra tripulación. El, Peter Tazman y yo. Tres hombres. Éramos la parte masculina de la tripulación. Al cincuenta por ciento respecto al elemento del sexo opuesto. Ellas tres, eran Zeena Laren, Velda Lane y Sandra Corey. Tres hombres y tres mujeres. Formábamos el grupo Galaxy . Astronautas en misión rutinaria, repito.

La convivencia formaba parte de la rutina. Biológicamente, se proseguía el programa iniciado con otros astronautas. Teníamos que vivir unidos, formando tres parejas. Ellas aceptaban su papel de hembras con fría y científica disciplina. El amor no contaba. Zeena, por ejemplo, no era mi esposa, ni siquiera mi prometida o mi amante. No era necesario. El Cuerpo Femenino de Astronáutica tenía una misión bien definida: o investigar, o servir para la investigación. Investigaban las doctoras y especialistas. Las demás mujeres útiles para la navegación cósmica, sólo eran reproductoras de la especie, en condiciones especiales de vida, como eran a bordo de una nave espacial, en vuelo interplanetario.

Zeena me tocó a mí. Igual pudo haber sido Velda. O Sandra. Todas eran iguales, hermosas, atractivas... y dóciles a la misión encomendada. Velda le tocó a Glenn Stowen. Sandra a Peter Tazman. Nadie protestó. Ni ellas ni nosotros, claro. Lo bueno o malo de un juego cuyas reglas se aceptan en principio, es que se debe admitir el juego en sí. O no jugarlo.

En fin; Zeena era «mi chica». Una rubia estupenda, joven, inteligente, atractiva y disciplinada. No me podíaquejar. Lo malo es que había tenido que renunciar de antemano a mi auténtica prometida. Gala se hizo astronauta. Pasó a depender de la disciplina de la Escuadra Internacional de Astronáutica. Y, naturalmente... resultó elegida para la Misión Comet. La nave Comet había salido de la Tierra antes que nosotros. En ella iban, como en la nuestra, otros tres hombres y mujeres. Gala pasó a ser la partenaire de un astronauta llamado Parrish, mayor del Cuerpo de Astronautas. Traté de disuadir a Gala. Podía renunciar a su misión, solicitando la baja inmediata en la Escuadra. No lo hizo. Para entonces, su orgullo pudo más que su sentido común. Nos habíamos peleado tontamente. Yo cometí el error de no reconciliarme a tiempo con ella. Luego, fue demasiado tarde. Pasó a la Misión Comet. Y se fue al espacio, con el dichoso mayor Parrish. Estarían procreando ahora, por el espacio sideral. Como tendría que hacerlo yo, con la rubia Zeena, a bordo del Galaxy .

Eso rompía todo definitivamente. Gala ya no contaba para mí. Había elegido un camino. Ya no podía volverse atrás. Ni yo tampoco. Ella tenía su maldito orgullo. Yo, el mío. Y así estaban las cosas.

Esto era el empate. Pensar en Zeena como compañera de jornadas interplanetarias, en todo sentido, incluida nuestra convivencia en la cabina íntima, era agradable. No olvidaba fácilmente a Gala. Eso no era fácil. Pero es más fácil intentarlo junto a una muchacha como Zeena, qué diablos.

Así comenzó el vuelo cósmico Galaxy . Ya lo dije antes: misión rutinaria. Destino, Júpiter.