Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un Texto Implícito I, Biblioteca Colombiana de Cultura, Bogotá 1977, p. 130.
Javier Ruiz Portella, Los Esclavos Felices de la Libertad, Áltera, Madrid 2011, pp. 86-87.
Ib., pp. 104-105.
Fernando Savater, La Vida Eterna, Ariel, Barcelona 2007, pp. 10-11.
Javier Ruiz Portella, Los Esclavos Felices de la Libertad, Áltera, Madrid 2011, p. 161.
En la actualidad numerosos autores que sostienen variantes del materialismo emergentista prefieren denominarse a sí mismos «naturalistas». El «naturalismo» está de moda en el pensamiento contemporáneo. Y hay quienes se esfuerzan por marcar las distancias entre «naturalismo» y «materialismo», con el argumento de que el naturalista no sostiene que todas las realidades son materiales, sino tan sólo que todo lo que existe es parte de la naturaleza, y puede ser estudiado científicamente. Pero como en cualquier caso se da por supuesto que la base de la naturaleza (de la que todo lo existente depende) es material, el naturalismo viene a ser, a la postre, una variante más del materialismo. Más aún, un análisis del uso del término «naturalismo» en la filosofía contemporánea nos inclinaría probablemente a considerar «naturalismo» y «materialismo» como términos sinónimos. Razón por la cual, en lo sucesivo, emplearé casi exclusivamente el término original, que es más explícito, más informativo, y hasta más sincero. Tan sólo en el capítulo segundo emplearé la palabra «naturalismo», al referirme a autores que lo prefieren.
De hecho, he dedicado ya tres libros a tratar de fundamentar la tesis de que la perspectiva teísta encaja mejor con lo que nos dice del universo la cosmología actual. El lector interesado puede consultar Francisco José Soler Gil (ed.), Dios y las Cosmologías Modernas, BAC, Madrid 2005; Francisco José Soler Gil, Lo Divino y lo Humano en el Universo de Stephen Hawking, Cristiandad, Madrid 2008; y Francisco José Soler Gil y Martín López Corredoira, ¿Dios o la Materia?, Áltera, Barcelona 2008.
Una comparación entre las interpretaciones teísta y materialista de una serie de datos provenientes de la física actual puede encontrarse en John Polkinghorne, «Physics and Metaphysics in a Trinitarian Perspective», en Theology and Science vol.1, n°1 (2003). Hay traducción castellana: John Polkinghorne, «Física y Metafísica en una Perspectiva Trinitaria», en Francisco José Soler Gil (ed.), Dios y las Cosmologías Modernas, BAC, Madrid 2005, cap. 8. Otros libros de esta temática muy recomendables son p.e. John Polkinghorne, Belief in God in an Age of Science , Yale University Press, New Haven y Londres 1998; Ian Barbour, Religión y ciencia , Trotta, Madrid 2004; así como la serie de libros «Scientific Perspectives on Divine Action» editada por Robert John Russell y otros, como resultado de la colaboración entre el Observatorio Vaticano y el CTNS de la Universidad de Berkeley. También merece la pena destacar los trabajos de Robin Collins, William Lane Craig, Michael Heller, Stanley Jaki, Arthur Peacocke,y un cada vez más largo etc.
Entre los pioneros de esta línea de investigación en España no podemos olvidar la labor del físico y filósofo Mariano Artigas. En la actualidad, destaca la labor en nuestro país del grupo de investigación «Ciencia, Razón y Fe» de la Universidad de Navarra, fundado por Artigas, la cátedra de «Ciencia, Tecnología y Religión» de la Universidad de Comillas, y últimamente, el «Seminario de Diálogo Ciencia-Humanidades-Fe Cristiana», promovido por Miguel Ramón Viguri en la Universidad de Deusto, entre otros grupos de trabajo. (En cualquier caso, subrayo que las menciones anteriores están puestas ahí tan sólo a modo de ejemplos, y no pretenden ofrecer, ni mucho menos, una imagen completa del estado de la introducción en España de esta nueva corriente de teología natural).
Sigmund Freud, Lecciones Introductorias al Psicoanálisis Vol.12, Hyspamérica, Buenos Aires 1988, p. 2300.
Entrevista a Richard Dawkins en 2009. Disponible en:
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/02/06/ciencia/1233946941.html
Ernst Walter Mayr, The Growth of Biological Thought. Diversity, Evolution and Inheritance, Harvard University Press, Cambridge, Mass. 1987, p. 515.
También llamada «teoría sintética de la evolución».
¿Se trata de un dato meramente accidental? Es difícil pronunciarse con seguridad al respecto. En todo caso, algunos autores creen que hay razones de fondo para una diferente disposición hacia el ateísmo en las facultades de física y de biología. Por ejemplo, en una entrevista concedida en 2004 al semanario alemán Die Zeit, el físico y cosmólogo John Barrow expresaba su opinión con estas palabras: «En Cambridge se ven muchos académicos en las iglesias. Por cierto, más astrónomos que biólogos. Esto se debe a que a los astrónomos y los físicos de partículas se ocupan más de las leyes y las simetrías de la naturaleza. Por ello están más impresionados de la pura belleza del mundo que los biólogos y los psicólogos» Entrevista disponible en: http://www.zeit.de/2004/31/Barrow .
Una lectura, además, que genera problemas que parecen, al menos hoy por hoy, bastante intratables. Si bien la presentación de los mismos deberá ser pospuesta al próximo capítulo, pues se encuentran íntimamente relacionados con la temática del mismo, que es la relación entre mente y cerebro.
De hecho esto fue lo que pretendí, hace algún tiempo, escribiendo un artículo con el mismo título —«Darwinismo y ateísmo»— para InfoCatólica, un portal de información religiosa en internet del que soy lector asiduo, y en el que, gracias a la amabilidad de su consejo de redacción, he podido colaborar ocasionalmente. El lector puede encontrar este artículo aquí: http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=10836
Una exposición detallada de esta posición puede leerse en Stephen Jay Gould, Ciencia versus Religión. Un Falso Conflicto, Crítica, Barcelona 2000.
Stephen Jay Gould, «Nonoverlapping Magisteria», en Natural History, marzo 1997, pp. 16-22.
Al lector curioso le dejo el ejercicio de comparar la distinción propuesta por Gould con el apartado «Los valores y el conocimiento» del capítulo 9 de la famosa obra de Jacques Monod «El azar y la necesidad». En mi opinión Gould recoge por entero el planteamiento de Monod, añadiendo tan sólo la asociación del ámbito de los valores con el magisterio religioso. Si estoy en lo cierto, esto ya de por sí constituye un indicio bastante evidente del compromiso de la propuesta conciliadora de Gould con un materialismo inasumible por cualquiera que considere correcta la imagen teísta del mundo.
Detalles sobre estos tres posicionamientos teológicos acerca del universo pueden encontrarse en Soler Gil, Francisco José y López Corredoira, Martín, ¿Dios o la Materia?, Áltera, Barcelona 2008, cap.1. A lo largo del presente ensayo tendremos ocasión de volver sobre ellos en varias ocasiones, con lo que espero que la afirmación de que la teología se compromete con un universo de tales características se entenderá mejor más adelante.
Stephen Jay Gould, Desde Darwin. Reflexiones sobre Historia Natural, Crítica, Barcelona 2010. La versión original inglesa es de 1977.
Stephen Jay Gould, Desde Darwin. Reflexiones sobre Historia Natural, Crítica, Barcelona 2010, pp.14-15.
Entrevista a Stephen Jay Gould en el programa «Sunday Morning» de la CBS, 29 de noviembre de 1998. En realidad, son numerosos los textos de Gould en los que se manifiesta la misma idea. Baste con señalar la encendida identificación que Gould hace de su pensamiento con el de Thomas H. Huxley en el primer capítulo del ensayo «Ciencia versus religión» en el que defiende la idea de los magisterios que no se solapan.
No pocos autores del bando ateo de esta controversia han rechazado la propuesta de Gould precisamente porque no refleja el pensamiento real de los creyentes. Por ejemplo, Steven Weinberg ha escrito al respecto lo siguiente: «En muchas cosas tiendo a estar de acuerdo con Gould, pero creo que aquí va demasiado lejos; el significado de la religión se define por lo que la gente religiosa cree realmente, y la gran mayoría de la gente religiosa del mundo se sorprendería de saber que la religión no tiene nada que ver con la realidad factual». Steven Weinberg, El Sueño de una Teoría Final, Crítica, Barcelona 2010, p. 198.