Notas
[1] Música militar prusiana que Federico el Grande obsequió m Rey de España Carlos III.
[2] El mercado central de abastos de París.
[3] Cargadores de los mercados de París, Constituyen una curiosa cofradía y en las solemnidades lucen pintoresca vestimenta.
[4] Maquietista de la época, que representaba, él solo, piezas de repertorio extensísimo y cambiaba de vestuario y caracterización con asombrosa rapidez.
[5] Quien pintara el nombre en el casco del balandro cometió esta venial falta de puntuación, puesto que los suspensivos suelen ser tres puntos: Salvo que el punto sobrante tuviera alguna significación especial.
[6] Borrado el recuerdo de su exquisita voz. la cantante australiana hoy es sólo recordada por el postre a base de melocotón en conserva al que dio su nombre.
[7] Galana forma de zanjar el inextrincable problema que a los historiadores plantea el comienzo de la Era Cristiana.
[8] También el democrático fútbol fue en sus comienzos una exclusiva de las «clases selectas» españolas.
[9] Cuando la presente monografía era compuesta se anunciaba en Londres la venta en pública subasta de esa preciada joya.
[10] La torre de los Lujanes. Lugar de encierro del rey Francisco I de Francia después de la batalla de Pavía.
[11] Movimiento fascistoide cuyas milicias, los escamots, fueron las tropas de cho¬que en la intentona separatista de octubre de 1934, y que, a la hora de la verdad, mostraron una total carencia de impulsos bélicos.
[12] Pueblo que conserva su lengua guarda la llave de sus prisiones.
[13] Antecedente de lo que en la organización estatal surgida de la guerra de 1936-39, ha venido a llamarse «democracia orgánica».
[14] Para ponderar en su justo valor negativo aquella inexplicable apatía baste recordar los acontecimientos de la Comuna de París, en 1871, reacción del pueblo francés ante la derrota frente al Ejército prusiano, y las trágicas jornadas de San Petersburgo con que, en 1905, el pueblo ruso manifestó su desesperada indignación a raíz de los desastres en la guerra contra el Japón.
[15] Seguramente los franceses ignoran que el «pujadismo» fue inventado en España con medio siglo de anticipación.
[16] En su carta. Maragall oculta tras de esta letra el punto de residencia de su corresponsal tras de este signo.
[17] El fenómeno se repetiría veinticinco y cuarenta años más tarde. Los hijos y los nietos de aquellos regionalistas primiseculares apoyarían con entusiasmo el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923, y en 1936 se adherirían en masa al Movimiento Nacional.
[18] Himno sedicioso, antecedente del «Çà irà», a cuyos sones se levantaron los campesinos catalanes en los tiempos del Conde Duque de Olivares.
[19] En 1965, pasados casi tres cuartos de siglo, el autor todavía pudo contemplar en Tarragona, en los bellos jardines del Balcón del Mediterráneo, unos «Maura no» pintados con almagre y difuminados por el paso de los años, de los que acabaron con uno de los políticos españoles más clarividentes. Extraño caso de longevidad propa¬gandística en los muros de un país, acostumbrados a recibir carteles y consignas de las mis opuestas tendencias.
[20] Véase nuestra monografía Elnacimiento del catalanismo.
[21] En la prensa menos adicta se aludió a los intereses del conde de Romanones en la Compañía de Minas del Rif.
[22] Actitud que recuerda la de Narváez (todavía progresista) en la quema de conventos de Madrid, el ano 1037,
[23] Véase la monografía La bomba de la calle Mayor, incluida en el presente volumen.
[24] Véase en este mismo volumen La bomba de la calle Mayor.
[25] Véase Lo bomba de lo calle Mayor.
[26] No se confunda esta organización con el periódico del mismo nombre que vería la luz poco después, y sería su órgano de difusión.
[27] Ver en este mismo volumen La Semana Trágica.
Varios Autores
LOS GRANDES ENIGMAS DE LA ESPAÑA CONTEMPORANEA 02
presentados por
JAIME JEREZ
con la colaboración de Diego Urbino,
María José Sobejano,
Angeles Toharia y
Marcos Sanz Agüero
INTRODUCCIÓN
Después de la catástrofe colonial de 1898, España se encuentra anonadada, en la situación de un pueblo que, aunque consciente de su declive, creía desempeñar todavía un papel importante en el concierto de las Naciones, y de pronto se ve relegado al rango de tercera potencia.
Pero en los albores del Siglo XX la vida sigue, así para los grandes como para los pequeños, y España no es una excepción. Al margen de sus cotidianos afanes, los españoles se ven inmersos en un ambiente colectivo desprovisto de ideales, chato y sin aspiraciones, que impone al país la oligarquía de hombres políticos que se abrogan el monopolio del Poder.
Pero, paralelamente a la España oficial, sin apenas contactos con ella, existe un pueblo formado por seres reales que no se resignan a su lento vegetar sin esperanzas. De ahí los continuos enfrentamientos entre la España oficial y la auténtica; los momentos de crisis y las tragedias. Cuatro de estas crisis o tragedias son las que presentamos en este volumen.
Son cuatro hitos culminantes en la vida española de la primera década del Siglo, entre los que se dan ciertos nexos de unión, unos leitmotivs que los convierten en escenas de un mismo drama: la perenne y creciente influencia de las ideas anarquistas, el resurgir de un nacionalismo exclusivista en Cataluña, la incurable lacra del caciquismo que sirve de soporte a la incapacidad de los políticos, el ciego egoísmo de las clases conservadoras... Una y otra vez encontramos estas mismas causas originadoras de tragedias.
* * *
En mayo de 1906 Madrid ha llegado a ser el punto donde convergen las miradas de la atención internacional. El viejo caserón manchego se siente transformado: el Rey de España se va a casar con una deliciosa princesa inglesa. La alegría del pueblo no tiene límites; en la general euforia, incluso se olvida el recelo de los agoreros, inquietos por los repetidos intentos de asesinato perpetrados anteriormente contra el joven Alfonso XIII, y de los que siempre salió indemne. Los funestos aguafiestas verían cumplidos sus vaticinios: Después de la boda estalla una bomba en la calle Mayor, de la que escapan por milagro los regios desposados.
Inmediatamente queda abierto el campo a las suposiciones: ¿Complot anarquista? ¿La obra de un desequilibrado con veleidades mesiánicas? Es el eterno enigma que suele seguir a todos los hechos de esta índole, cuando el ejecutor no sobrevive.
* * *
España languidece lentamente, pero la lozana burguesía de Cataluña se resiste a seguir por los caminos de rutina y abandono por donde el Poder central discurre. De este modo, el movimiento renovador de la lengua catalana tomará en los albores del Siglo dimensiones políticas: afincada en sus posiciones tradicionalistas e impregnada de nostalgias antañonas, la Renaixença literaria cede el paso a unas concepciones políticas que influirán grandemente en el futuro devenir de la Nación.
¿Por qué no llegó el catalanismo a ser una fuerza renovadora en la España que se tambaleaba? ¿Qué defectos de origen motivaron su fracaso? En efecto, el regionalismo catalán defraudó a muchos que en sus inicios pusieron en él sus esperanzas. Y ello fue motivado por el germen de disociación que llevaba en su seno.
* * *
En julio de 1909 Barcelona es un caótico foco de insurrección, el escenario de atrocidades sin cuento y sin medida que recuerdan la «Commune» de París. Pero lo que es peor: una «Commune» sin dirección ni concierto: el salvajismo puro, las masas ebrias de furor, dueñas de la calle, dedicadas a cometer las más horrendas tropelías. Barcelona recogía los amargos frutos de la siembra anarquista.