AGRADECIMIENTOS
El desarrollo de este trabajo no habría sido posible sin la indispensable colaboración de algunas personas que han facilitado el acceso a las necesarias fuentes históricas.
En primer lugar, nuestro más profundo agradecimiento a don Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, actual duque de Alba, por su generosidad al ceder los documentos del archivo del palacio de Liria, y a don Arturo Avello, embajador de España en Egipto, por habernos facilitado la conexión con la Casa de Alba. También ha sido muy importante la predisposición de don José Manuel Calderón, director del archivo, a la hora de proporcionar todos los materiales escritos necesarios.
Afortunadamente, para poder completar la obra hemos podido contar con la gentileza de don Federico Ayala Sörenssen, jefe del Departamento de Archivo y Documentación del diario ABC, y doña Rosario Romero de Pablos, subdirectora de la Residencia de Estudiantes. A ambos damos las gracias por su amabilidad, ya que han permitido que podamos incluir noticias de este periódico sobre las conferencias de Howard Carter, así como una interesante entrevista, y las reproducciones de las conferencias, que fueron editadas en su día por la Residencia.
El Servicio de Antigüedades egipcio y el Museo Egipcio de El Cairo también han colaborado al ceder una serie de materiales fotográficos. Agradecemos desde estas líneas al Dr. Hisham el-Leithy, director general del Centro de Documentación y Publicaciones Científicas del Ministerio de Antigüedades, su destacada aportación, y al fotógrafo del Museo Egipcio de El Cairo Ahmed Amin su trabajo. Otras fotos pertenecen al Griffith Institute del Ashmolean Museum, centro al que agradecemos también su contribución.
Algunas cartas del arqueólogo presentan dificultades paleográficas. Para resolver las dudas de la traducción ha sido indispensable la ayuda de doña María del Mar García Roldán.
Por último, queremos agradecer a Mª Antonia Moreno Cifuentes y Ana Acuña Carabantes su colaboración en esta obra.
ANEXOS
TUTANKHAMÓN EN ESPAÑA
HOWARD CARTER, EL DUQUE DE ALBA Y LAS CONFERENCIAS DE MADRID
DON JACOBO Y EGIPTO
Podemos imaginar fácilmente la escena, la emperatriz Eugenia con sus queridos sobrinos Jacobo, Hernando y Sol, los hijos de su añorada hermana Paca, narrándoles historias familiares, de Carmen y de Mérimée, de la reina Victoria de Inglaterra, del esplendor de la corte francesa, pero sin duda debieron de quedar boquiabiertos cuando les contó su viaje a Egipto para inaugurar el Canal de Suez, el esplendor de la representación de Aida ante las pirámides o el universo de fantasía que pudo conocer.
Resulta sugerente pensar que esas y otras historias estimularan la imaginación del joven don Jacobo, haciéndole concebir el deseo de ir a Egipto hasta que finalmente pudo satisfacerlo en el lejano 1910. Lamentablemente desconozco los pormenores de ese viaje, pero estoy seguro de que no se sintió defraudado sino más bien al contrario, y de que fue una experiencia que le marcaría para siempre, iniciándole en una de sus pasiones, la arqueología, pues en adelante se convirtió en impulsor entusiasta de muchas de las grandes empresas culturales durante la llamada Edad de Plata de la cultura española. Don Jacobo participó en la Junta Superior de Excavaciones, en el Patronato de las Cuevas de Altamira, en la creación de la primera cátedra de Historia de la Arqueología y fue amigo de arqueólogos de la talla de Breuil y de Obermaier.
Sin embargo, siempre reservó a Egipto un lugar especial, viajando allí cuando las circunstancias históricas o personales no se lo impidieron, pues durante los primeros años del siglo XX el viaje en sí mismo constituía una verdadera aventura, a la vez que requería una gran disponibilidad de tiempo y de medios económicos.
Otra constante de la vida de don Jacobo fue llevar a Egipto a sus personas más queridas, pues parece que sentía verdadera necesidad de compartir con ellas sus sensaciones sobre el terreno, así en 1920 en compañía de su esposa la duquesa Rosario, Totó, durante su viaje de bodas, donde debió de conocer a Carter y entablar una buena relación con una personalidad que no tenía precisamente fama de amigable. Posteriormente aún tendría una nueva ocasión de viajar a Egipto, en 1933, con su pequeña hija Cayetana.
Estas y otras anécdotas están contadas de forma muy amena por los autores de este libro, entre ellas las vicisitudes del Comité Hispano-Inglés, concebido para servir de puente en las relaciones entre España y el Reino Unido, con el apoyo entusiasta del duque. No cabe duda de que fue un enorme logro conseguir la presencia en España de Carter, después del trascendental descubrimiento de la tumba de Tutankhamón. Don Jacobo se implicó personalmente en la empresa y desde luego dice mucho a favor de su interés por el asunto el que ambos viajaran juntos desde París a Madrid.
Los periódicos de la época y hasta las crónicas de sociedad transmiten la expectación que despertó en la capital de España la visita del gran egiptólogo y el éxito apoteósico de las dos conferencias que impartió, siempre en compañía del duque don Jacobo.
Escrito por arqueólogos con una larga experiencia de excavaciones en Egipto, que conocen bien su trabajo y demuestran una gran pasión por la historia de la disciplina, este libro rinde un merecido tributo de gratitud a personas como don Jacobo y otros amigos que contribuyeron al nacimiento y desarrollo de la arqueología en España con su afición y sus relaciones personales.
Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo,
duque de Alba
HOWARD CARTER EN MADRID
El descubrimiento de la tumba de Tutankhamón reescribió la historia del Antiguo Egipto por la cantidad de tesoros encontrados en ella. Howard Carter fue la primera persona que entró en la tumba desde que fuera sellada después del enterramiento del niño rey Tutankhamón. La impresión del sellado aún se conservaba en la puerta de entrada a la cámara funeraria. Las piedras que bloqueaban la entrada a la cámara funeraria se habían cubierto con yeso en el cual, cuando estaba aún húmedo, se hicieron unas 150 impresiones. Estas se extendían por toda la superficie de la entrada, de modo que era imposible que cualquier acceso a la cámara pasara desapercibido. Este era el procedimiento habitual entre los egipcios para asegurar las tumbas. Impresiones similares fueron hechas en el sellado de la primera y la segunda puerta (en el extremo del corredor descendente) y en la puerta que da acceso al nicho (allí eliminado por los ladrones y no sustituido). Algunos de los sellos llevan el nombre del Tutankhamón, otros eran sellos oficiales de la necrópolis (etiqueta de una de las fotos expuestas en la réplica de la tumba de Tutankhamón, situada cerca de la casa de Howard Carter en el oeste de Luxor).
Es la única tumba real casi intacta, lo cual constituye algo excepcional. La historia está llena de ejemplos de saqueos de tumbas. El papiro Abbott, llamado «papiro de los ladrones de tumbas», se conserva en el Museo Británico con el número 10221. En él se describe un listado de las tumbas inventariadas por Pawero tras haber sido robadas. La comisión examina 10 tumbas reales, 4 tumbas de cantoras de las Divinas Adoratrices y las tumbas de los ciudadanos de Tebas. El resultado de la investigación indicaba que fueron violadas la tumba del rey Sobekemsf II, del Segundo Período Intermedio; dos de las tumbas de las cantoras de las Divinas Adoratrices, y todas las tumbas de los habitantes de Tebas.
Otro acontecimiento importante ocurrió en 1881, cuando se descubrió la «cachette real» en Tebas. En ella se encontraron las momias de los faraones más importantes del Reino Nuevo que habían sido recuperadas tras el saqueo de sus tumbas.
Este libro trata de varios aspectos de Howard Carter y de la tumba (KV 62) de Tutankhamón, el faraón dorado. Un primer aspecto a subrayar es cómo el gobierno egipcio tomó este descubrimiento y cómo este descubrimiento fue fundamental para los ingresos del país. El libro también recrea las dos visitas que hizo Howard Carter a España. La primera tuvo lugar entre los días 24 y 29 de noviembre de 1924, y la segunda entre el 20 y el 24 de mayo de 1928. Howard Carter impartió cuatro conferencias y en ellas describió los detalles del descubrimiento.