La proclamación de la Segunda República Española dejó el año 1931 inscrito en la Historia con caracteres indelebles. Lo que hoy llamamos «politización» de la vida fue notable y general en aquel trance revolucionario pero, bajo la tempestad de los sucesos insólitos y extraordinarios que acompañó la llegada del ansiado régimen de libertad, quedó casi intacto el aparato atávico y ancestral de las costumbres.
1931. Biografía de un año pretende describir la vida real, ordinaria, profunda, de aquel año marcado por el gran acontecimiento del 14 de abril. Contiene, en efecto, el relato de la vida cotidiana del país, en paralelo a la historia de la política, del 1 de enero al 31 de diciembre. En compañía de las fotografías que publicó el diario gráfico Ahora, que nació con el año, y que resucitan la memoria de sucesos y de criaturas olvidadas.
Rafael Torres
1391. Biografía de un año
ePub r1.0
Titivillus 08.02.15
Título original: 1391. Biografía de un año
Rafael Torres, 2012
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
A los jugadores del Eclipse C . de F.,
obreros fabriles de Santander,
que tan lejos llegaron en la Copa de 1931,
primera de la República.
RAFAEL TORRES (Madrid. 1955) En los años setenta su activismo por el retorno de la democracia le llevó a vivir entre España, Francia y Suiza, donde compartió vivencias con el exilio y frecuentó la magistral compañía de María Zambrano, que le animó a publicar su primer libro, Los caballistas (1977), al que han seguido más de una veintena de títulos de los géneros más diversos: narrativa, poesía, ensayo, biografía… Es el autor de los siguientes libros sobre la Guerra de España (Ese cadáver, El amor en tiempos de Franco, Los esclavos de Franco, Víctimas de la Victoria, Desaparecidos de la Guerra de España, Heridos de la Guerra y Los náufragos del Stanbrook) que tan decisiva influencia ha ejercido en el actual proceso de recuperación de la reciente Historia. Reconocido como una de las voces más originales, libres e independientes de la prensa española, ha colaborado en los más importantes periódicos y revistas, así como en radio y televisión. Mantiene desde hace décadas su columna de opinión «Al margen», como firma de OTR-Europa Press, en una treintena de periódicos de todo el país. Si como periodista ha vertido en los diarios lo mejor de su oficio literario, como escritor enamorado de la Historia (Raros de Europa, Viva la República, El hombre que liberó París, 1808-1814 .España contra España) ha usado con singular acierto su olfato periodístico, reconstruyendo con rigor y sagacidad los sucesos ocultos o poco conocidos del pasado. Con Españoles no solo desvela la realidad de la España de los siglos XIX y XX desde los territorios de la única realidad posible, la de sus hijos anónimos, sino que lo hace en la madurez de su característico estilo literario, inteligible, bello y preciso.
Introducción. 1931
Introducción
1931
Los años son criaturas del género de las que nos devoran. Criaturas vivas, generadoras de su propia biografía, que se extiende, según el ilusorio mecanismo con que pretendemos medir el tiempo, desde un 1 de enero a un 31 de diciembre. El año 1931 tuvo esa duración en todo el mundo, como todos los años, pero en España adquirió proporciones anacrónicas y fantásticas: de una parte, el país se mantuvo como en los trescientos o cuatrocientos años anteriores, varado, inerte y suspenso en la historia, pero de otra, un formidable huracán social y político lo revolucionó transportándolo, en ese solo año, desde la Edad Media al futuro.
El advenimiento de la Segunda República española, reclamada por la mayoría como palanca salvífica para sacudirse el hambre, la miseria, la injusticia, el atraso y la postración, acaecido el 14 de abril de 1931, dejó ese año inscrito en la historia con caracteres rutilantes e indelebles. Bien es cierto que lo que hoy llamamos «politización» de la vida era enorme y general en ese trance revolucionario, pero no lo es menos que, bajo la tempestad de sucesos insólitos y extraordinarios que acompañaron la llegada del ansiado régimen de libertad, quedó intacto, del 1 de enero al 31 de diciembre, de un cabo al otro del año, el aparato atávico y ancestral de la vida, de las costumbres y del imaginario. Para eso venía precisamente la República, para rescatar a España del marasmo del pasado, pero un año, no hace falta decirlo, era un espacio de tiempo bien menguado para lograrlo.
1931.Biografía de un año pretende describir la vida real, ordinaria, profunda, de ese año solapado por el gran acontecimiento que trajo el 14 de abril, la alegría de vivir para quienes, la mayoría del pueblo español, hozaban en la tristeza. El 13 de abril España no era un país distinto del que fue el día 15, ni el mes de enero difirió gran cosa, en lo hondo y en lo consuetudinario, de diciembre. Fueron trescientos sesenta y cinco días, pero nada se sabe, fuera de la jubilar espuma social y política, fuera de la incipiente e institucional (superficial por tanto) revolución de costumbres de los primeros meses de democracia, de lo que sucedió aquel año.
El libro 1931. Biografía de un año contiene, en efecto, la historia y el relato de su vida, y sus capítulos son, como no podría ser de otra manera, los meses. Sus renglones, las horas; sus párrafos, los días, y todo, o lo más digno de ser contado, de cuanto contuvieron. En paralelo a la política, que no al margen por no ser ello ni deseable ni posible, este volumen traza las edades de ese año y recobra la memoria de sus sucesos y de sus criaturas olvidadas.
La circunstancia de que solo dos semanas antes del nacimiento del año 1931 viera la luz un periódico gráfico, Ahora, que dio sus primeros pasos con él (sometido a una férrea censura militar hasta abril) y que aprendió con él a pronunciar a partir de la primavera las nuevas palabras que sonaban a futuro, permite a esta biografía articularse en el día a día, en la pesquisa de los sucesos menudos o recurrentes, en el atisbo histórico de la realidad en suma. Otros periódicos y publicaciones gráficas de la época también suman sus aportes, como es natural, al relato, pero Ahora, cuya colección íntegra posee el autor con su materialidad genuina y sepia, es gemelo de 1931, y ya se conoce el género de sincronía con que actúan e interactúan los que nacen a la vez.
Aquella república, ansiada por la mayoría cual quedó acreditado en las elecciones plebiscitarias que la trajeron, vino alentada y dirigida por una élite de catedráticos, periodistas, científicos, pedagogos, jurisconsultos, escritores, filósofos, artistas y trabajadores instruidos de todas clases que, aun sabiendo que a la República le faltaba lo esencial, ciudadanos, pues no se pasa a esa condición desde la de súbditos en un suspiro, quiso gobernar en gran estilo, con sumisión a la ley, extremo decoro y descomunal esfuerzo legislativo. Pero las luces de la razón se proyectaban sobre una realidad de atraso, de irracionalidad y de violencia, de indigencia cultural y de envilecimiento político. Aquellos próceres republicanos eméritos creyeron, o quisieron creer, que España era un país medianamente civilizado, y que la República lo civilizaría del todo. Pudo, pese a las colosales dificultades de todo tipo, hacerse, pero el sindiós de la guerra, a cuyo rebufo emergió el hampa en todas partes y que terminó con el triunfo delincuente, erradicador y despiadado de una España sobre la otra, venció el fiel de la balanza hacia el lado de la realidad más sórdida, precisamente la que la Segunda República había intentado transformar con el desarrollo de los principios esenciales de su credo: libertad, igualdad, fraternidad… y luces, muchas luces.