Compañeros
Dos Comunidades en una Comunión Transnacional
Joe Gatlin, Nancy Gatlin, y Joel H. Scott
COMPAÑEROS
Dos Comunidades en una Comunión Transnacional
Derechos de Autor © 2018 Joe Gatlin, Nancy Gatlin, y Joel H. Scott. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida de ninguna forma sin el previo permiso escrito del editor, excepto alguna cita breve en alguna reseña o publicación crítica. Escriba: Permissions (Permisos), Wipf and Stock Publishers, W. th Ave., Suite , Eugene, OR 97401 .
Wipf & Stock
Pie de Imprenta de Editores Wipf and Stock
W. th Ave., Suite
Eugene, OR 9740
www.wipfandstock.com
libro de bolsillo isbn: 978-1 - 5326-1981 -
libro de tapa dura isbn: 978-1 - 5326-1983 -
libro electrónico isbn: 978-1 - 5326-1982 -
Fabricado en los Estados Unidos.
“Vamos Todos al Banquete” por Guillermo Cuéllar
Derechos de Autor © , GIA Publications, Inc.
Todos los derechos reservados. Usado con permiso.
Créditos Fotográficos
Introducción— Dawn Noelle Smith Beutler
Capítulo — Joe Gatlin
Capítulo — David Janzen
Capítulo — Joe Gatlin
Capítulo — Joe Gatlin
Capítulo — Joe Gatlin
Capítulo —Dawn Noelle Smith Beutler
Capítulo —Dawn Noelle Smith Beutler
Capítulo —Joe Gatlin
Capítulo —Rodrigo Godoy
Table of Contents
En memoria de Jorge Molina,
Un amigo y facilitador de nuestra comunión transnacional,
y Director Ejecutivo de Hábitat Para la Humanidad de El Salvador por dieciocho años
Prólogo
D espués de varios años de estar escribiendo este libro, descubrimos lo que en realidad estábamos haciendo.
Al principio, pensábamos que estábamos ayudando a una comunidad de campesinos salvadoreños recopilar su historia por escrito. Su relato asombroso y trágico de su huída de su país con los escuadrones de la muerte del gobierno literalmente pisando sus talones, debe ser contado y preservado en círculos mucho más amplios que sólo en aquellos de su pequeña comunidad de El Salvador conocida como Valle Nuevo de Santa Marta. Sus historias incluyen generaciones de dominación en estancias en el departamento norteño de Cabañas, una huída de noche sobre sendas rocosas en las montañas en 1981 , la masacre en el Río Lempa al intentar cruzar para encontrar refugio en Honduras, su desarrollo en solidaridad a pesar de la miseria y enfermedad durante ocho años en un campamento de refugiados auspiciado por las Naciones Unidas en Honduras, y el retorno a su patria en privados de sus derechos, pero aún un pueblo resuelto.
Es una saga notable, y los mayores de su comunidad la cuentan con mucho sentimiento y convicción. Sus relatos están llenos de imágenes vivas de una silla rociada de balas, un jardín de metralla, una columna de luz que los guió en la noche, una comunidad de base leyendo las Escrituras en una cueva, un maestro con sólo dos años de escuela, una nadadora campeona que misteriosamente apareció cuando estaban tratando de cruzar el río hinchado, y Cristo colgando en la cruz del libre comercio. Desde su retorno, han edificado una comunidad en el campo salvadoreño y han perseverado a pesar del hambre, la depresión, muerte, enfermedad mental, discriminación, el alcoholismo, analfabetismo, la destrucción de su economía agraria por las leyes del libre comercio, y la explotación de su tierra por compañías extranjeras.
Nuestro avance en el manuscrito, sin embargo, fue lento. Cada año nos encontrábamos retrocediendo y volviendo a empezar queriendo incluir nuevos conceptos y entendimientos descubiertos a través de visitas, llamadas telefónicas, y aventuras. Con el tiempo—pasando de largo el vigésimo aniversario de la primera visita de las Comunidades de Misión Shalom (CMS) a Valle Nuevo—nuestra relación profundizó y maduró y nuestra perspectiva cambió, y no podíamos escapar el sentir de que nos faltaba algo en nuestra redacción.
Hace como cuatro años, mientras los tres estábamos sentados en un café de Waco reflexionando sobre las razones por las cuales teníamos tantos trompicones, nos dimos cuenta de que el relato que debíamos contar no era sólo su historia, sino nuestra historia, la historia de dos comunidades—una en El Salvador y una en los Estados Unidos—construyendo una relación. Inmediatamente hubo claridad de que lo que debíamos hacer era escribir en cuanto a nuestra relación. Varias ocurrencias apoyaron esta nueva dirección.
Una, los mayores de Valle Nuevo estaban menos desesperados de compartir su experiencia de sufrimiento y pérdida. Quizás el momento decisivo había llegado con el centésimo relato de lo ocurrido. Parecía que se habían tranquilizado y que habían comenzado, aunque lentamente, el proceso de sanidad del trauma. Sus hijos habían aceptado su historia como la suya. Sus amigos del norte no iban a desaparecer; año tras año ellos estaban regresando y todavía escuchando. Y había un esfuerzo local organizado para recopilar y preservar su historia oral.
Una segunda razón para cambiar el enfoque fue que aquellos de nosotros de los Estados Unidos podíamos articular mejor lo que esta relación significaba para nosotros. Nos dimos cuenta de que la historia que contábamos de nuestra amistad con los salvadoreños tenía que ver con nuestra transformación. No estábamos en esta relación para recibir mérito por un hecho de misericordia o para corregir un mal, sino para el perdón, la integridad, y redención de nosotros mismos.
Una tercera razón-descubrimos que no era fácil describir esta experiencia a otros. A los del norte se nos pregunta, “¿Por qué vuelves a El Salvador otra vez? ¿De quienes son estas fotos en tu pared?” Las categorías de encuentros regulares entre el norte y sur son de viajes misioneros de corto plazo o viajes de exposición que tienen como objetivo la ayuda, el desarrollo, o estudio. Sin embargo, estas categorías no aplican a nuestra situación. Luchamos por encontrar una manera con pocas palabras para explicar nuestra relación y justificar el esfuerzo y costo que invertimos en ella. A la misma vez, nuestros amigos en Valle Nuevo también nos han contado de su dificultad. A ellos se les pregunta, “¿Quienes son estos gringos que vuelven a venir? ¿Por qué son tan importantes para ustedes?” La respuesta de que son amigos, prácticamente como familiares, es recibida con miradas extrañas y escepticismo obvio. Entonces, con relatos y reflexiones, intentamos en “Compañeros” pintar un cuadro que pueda explicar mejor esta relación que hemos llegado a llamar nuestra comunión transnacional.
Mientras recomendamos esta clase de relación a otros, queremos decir que no hemos creado un manual de instrucciones para otras comunidades sur o norte. Nunca fue nuestra intención hacerlo. No hay listas de verificación, pasos en secuencia, ni una teoría de cambio expresada, no hay puntos de referencia, ni medidas de éxito provistas aquí. Para aquellos que estén interesados tenemos unos pequeños puntos de consejo.
) Resistan el poder del mal de fijar límites, crear fronteras, y de escarbar abismos en este mundo. ) Escuchen al Espíritu Santo. ) “Lleven a cabo su salvación con temor y temblor” (Filipenses :).
Y ofrecemos una bendición y esperanza: Cristo prepara una mesa donde el lenguaje, la cultura, y la política de cada país ya no tendrán el poder de dividir.