Santo Tomás Moro visto por nuevos ojos
Primera edición: noviembre 2017
ISBN: 9788417234096
ISBN eBook: 9788417164867
© del texto
María Luz Gómez
© de esta edición
, 2017
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Impreso en España – Printed in Spain
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Prólogo
Me lleva a escribir una biografía más (¡con las muchas y buenas que se han escrito de este famoso santo! empezando por la primera, obra de su yerno William Roper) de Thomas More, teólogo, político, lord Canciller, humanista, poeta, traductor, profesor de leyes, abogado, juez, y sobre todo, un gran Santo y héroe cristiano, la devoción e interés que su gran personalidad humana y cristiana me inspira; aún reconociendo que el intento es un increíble atrevimiento por mi parte. A él me encomiendo, para que me ayude a darle a conocer a alguna nueva persona a la que pueda impulsar su ejemplo para mejorar su vida, como lo ha hecho con la mía.
Nacimiento y primeros años
Thomas More nació el seis de Febrero de 1.478 en Milk street, situada en Cheapside, un histórico barrio de Londres cercano a la tristemente famosa Torre, en la que sería decapitado a los cincuenta y siete años, el seis de Julio de 1.535.
Fue el hijo mayor de Sir John More, entonces simplemente abogado; pero que posteriormente fue nombrado Caballero, juez de la Curia Real, mayordomo de Lincoln’s Inn, y de cuatro colegios de abogados de Londres. Su madre fue Agnes Graunger, buena esposa, madre, y ama de casa.
La familia era feliz, vivía holgadamente, y los primeros años de nuestro protagonista transcurrieron felices entre el cariño de sus padres y los juegos con sus hermanos. Pero Agnes murió joven, dejando a John viudo, y único responsable del cuidado de seis chiquillos. Como a pesar de su mucho trabajo consideraba primordial ocuparse del bienestar y la educación de sus hijos, estos, aunque extrañando lógicamente el amor de su madre, encontraron en el hogar, con el calor y la protección que su padre supo darles, la necesaria continuación de la paz y alegría que sus años de infancia necesitaban. También fue él su primer profesor; y empezando por el ejemplo, supo enseñar muchas cosas a sus hijos.
Al ir llegando los chicos a la edad escolar, lo siguió siendo de las niñas; pero los varones recibieron la enseñanza primaria en Saint Anthony school, destacada escuela de gramática, y única gratuita en aquella época,.
A ella acudió Thomas a los seis años (aún en vida de su madre), y en ella permaneció estudiando hasta cumplir los doce, siendo considerado alumno aventajado.
Sir John estaba pendiente del aprovechamiento de sus hijos, y se sentía especialmente orgulloso del mayor, tan inteligente y responsable.
En aquella época era una costumbre frecuente el enviar a los muchachos despejados a casas de la nobleza para servir de pajes; y al cumplir Thomas los doce años, su padre decidió que efectuara aquel cometido en el Palacio de Lambeth con el cardenal John Morton, arzobispo de Canterbury, y lord Canciller: el puesto de mayor honor y poder en Inglaterra, después del Rey.
Este viejo y sagaz prelado se dio cuenta enseguida de las brillantes cualidades del chico; y a los dos años de tenerle a su servicio, aconsejó a su padre que le enviara a estudiar a la Universidad de Oxford.
Thomas. Estudiante y profesional
Allí se trasladó con catorce años, en el mes de Octubre de 1.492, ingresando en el Canterbury College de aquella Universidad. Empezó estudiando doctrina escolástica y perfección retórica.
Como era un muchacho muy sociable, hizo muchas amistades; y como se interesaba por todo, y en aquel momento estaba en pleno auge el nuevo humanismo renacentista, le agradó mucho aquel movimiento y quiso estudiarlo. Sus profesores humanistas fueron Thomas Liancre y William Grocyn, que le dieron clase de literatura, filosofía, latín, griego, y diplomacia.
Durante dos años estudió en Oxford con gran aprovechamiento, destacando de manera notable. El hubiera continuado allí hasta su graduación, pero a los dieciséis años de edad hubo de regresar a Londres para estudiar Leyes en New Inn, por deseo de su padre.
Sus últimos años de estudiante los vivió como huésped en la Cartuja de Londres, e ingresò como miembro laico en la Orden Tercera de San Francisco. Además de estudiar con intensidad, se sintió atraído por la contemplación, y participó en las prácticas religiosas de los cartujos aunque no tuviera vocación de monje. Confesaba a menudo con uno de ellos llamado Colet, y se dirigía espiritualmente con él. Parece que le confirmó en su idea de que no estaba llamado a la vida religiosa, y sí a vivir sus ideales de perfección en el mundo: en el matrimonio, la familia, la política, y los estudios clásicos, para gloria de Dios y su Iglesia. Al mismo tiempo Thomas continuaba tomando parte activa en los círculos humanistas.
Una vez terminados sus estudios abandonó la Cartuja, en la que había permanecido durante tres años; aunque no su fe profunda, que inspiraba sus normas de piedad y el espíritu de mortificación que conservó toda su vida; unidos a la alegría, sentido del humor, sencillez, amistosa simpatía, y paz inalterable, pese a las excepcionales y duras pruebas que tuvo que soportar.
En 1.496 empezó a ejercer la abogacía ante los tribunales. También había tenido que aprender francés, ya que era el idioma usado en los juicios. Siempre juzgó con justicia, y jamás aceptó ninguno de los múltiples y opulentos sobornos que le fueron ofrecidos. Siempre los rechazó con honradez y dignidad, y jamás dejó de ser el hombre íntegro que sólo se inclina ante Dios.
En 1.497 publicó con gran éxito abundantes poesías, denunciando en algunas de ellas los defectos ambientales con simpática ironía. En aquel año conoció a John Skelton que le llevó a interesarse por el griego; y a Erasmo de Rotterdam con el que anudó una fraternal amistad, y con el que compartió su interés por San Agustín, el Santo Obispo de Hipona de quien siempre fue devoto, y ardiente admirador de su brillante inteligencia y excelsa santidad.
En 1501 fue admitido como Barrister en Lincoln’s Inn, donde ya había trabajado su padre.
Tradujo al latín epigramas griegos, y un libro sobre la biografía de Giovanni Pico de la Mirandola, escrito por su sobrino Gianfrancesco.
También escribió un libro en el que comentaba “De civitate Dei” (la Ciudad de Dios) de San Agustín.
Alianza matrimonial de Inglaterra y España
En aquel mismo año, el Rey de Inglaterra Enrique VII ultimó las negociaciones con los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, para casar a la hija menor de estos, la Infanta Catalina, con su hijo mayor, Arturo, Príncipe heredero de la corona. La boda se celebró por poderes, y asistió a ella Thomas More como testigo.