Las claves del espiritismo
Alain Dufour
LAS CL A VES DEL ESPIRITISMO
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DiseñográficodelacubiertadeYes.
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Int r oducción
No hacemos más que traspasar: a otras vidas, a otros nacimientos; quizá varias veces, pero sin llegar a morir completamente. Nos gustan los cambios de iden tidad espiritual o corporal. Pero el camino no acaba nunca: la muerte es tan sólo un cambio más.
Para el común de los mortales, el espíritu es un principio que eleva el pen samiento, estimula la voluntad y marca una diferencia entre la inteligencia y el talento, entre el hambre y la avaricia. Por otra parte, el cuerpo también es el envoltorio que utilizan los espíritus para habitar el mundo material. El «peries píritu» es como un estuche que sirve de vínculo entre el espíritu y el cuerpo.
En el momento de mori r , cuando el espíritu abandona el cuerpo, puede uti lizar el aspecto físico de su «periespíritu» o, cuando este desaparece, el de otra persona sensitiva y vigorosa que irradia energía con intensidad.
En el lenguaje corriente se utilizan indistintamente los términos alma y espíritu, pero la diferencia se ha definido claramente en casi todas las religiones y , sobre todo, en la doctrina del espiritismo. El alma es una parte individualizada del alma universal, el yo intangible, mientras que el espíritu es el alma relacionada con el «periespíritu», esa forma de energía imperceptible.
Cuando el espíritu se reencarna, no se refugia sólo en una parte del cuerpo, sino que lo ocupa en su totalidad y lo hace más fuerte. Después de la muerte, el espíritu guarda su individualidad, es decir la inteligencia y la voluntad que le son propias y que lo hacen diferente de los demás espíritus. No será lo mismo cuando haya conseguido su objetivo: volver al alma universal de la que se ha separado, como las gotas de agua se separan del ma r .
Las manifestaciones debidas al espiritismo son la mejor prueba, en todos los sentidos de la palabra, de la existencia del espíritu: sobrevive en el más allá, con todas las facultades mentales y emocionales que tenía antes. El ingenio, la inteligencia, no termina con la muerte, pero se renueva durante otro nacimiento: tras la muerte, el espíritu vuelve al alma universal, con un grado de perfección que le permite fundirse en el fuego del espíritu, origen y fin de todas las cosas. Algunos espíritus encarnados desean conocer la realidad intangible que nos espera y en la cual el espíritu ha vivido durante mucho tiempo, pero tenemos que exponer algunas verdades para mostrar qué es lo que no se debe esperar del espiritismo.
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Nociones sob r e los espíritus
Orígenes de los espíritus
Al principio, el espíritu fue atributo exclusivo de Dios; después, lo fue de las divinidades creadas por Él: la Biblia las llama Elohim , palabra que en hebreo significa precisamente «dioses».
En su encarnación humana, el espíritu no posee carácter divino, como pre tendían los maniqueos. No es tampoco una entidad abstracta, sino concreta.
La Biblia pone en relación el espíritu y el cuerpo con la comparación de la sangre y del aliento. Considera el espíritu como el aliento que Dios ha utilizado para crear al ser humano y el término espíritu, o alma ( nefesh ), aparece setecientas cincuenta veces en el Antiguo T estamento. Pero la alusión más indirecta es la siguiente: «Entonces Y ahvé Dios formó al hombre del polvo de la tierra, le insufló en sus narices el hálito de vida y así llegó a ser el hombre un ser viviente» (Génesis 2,7).
Los teólogos se han planteado muchas preguntas sobre el aliento divino, y actualmente, después de muchas investigaciones, creen que el aliento divino ha sido el punto de partida del ser humano como criatura inteligente. Situar ese momento, en el que la vida ha surgido de las aguas mezcladas con la tierra, como el punto de partida de la vida humana es exagerado. T odo parece indicar que el paso del homínido a la categoría de hombre se sitúa varios miles de años después de este relato bíblico, que explica el nacimiento de Adán y el de las demás criaturas nacidas sobre la tierra.
E l alient o divin o h a dad o un a «chispa » o u n impuls o a l homínido , a l otor ga r a s u cerebr o un a faculta d d e discernimient o superior : est o s e confirma po r e l sentid o d e l a palabr a «aliento» , —e n hebre o rûah o nefes — , qu e s e uti liz a e n Génesi s 2, y qu e s e traduc e po r «hálito » desd e e l sigl o V a . d e C. Antes , est e términ o significaba : vient o o sopl o transmitido s po r u n se r viv o o po r un a divinida d potente ; e n est e caso , n o s e trat a sól o d e un a prueb a de vid a sin o d e un a transmisió n d e alg o qu e super a e l concept o mism o d e vida: e l espírit u humano.
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