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AA. VV. - Textos fundamentales para la Historia

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AA. VV. Textos fundamentales para la Historia
  • Libro:
    Textos fundamentales para la Historia
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1968
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Textos fundamentales para la Historia: resumen, descripción y anotación

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INTRODUCCIÓN

Los acontecimientos históricos son hechos cuyo significado sólo se pone de manifiesto cuando son utilizados como datos para construir una teoría. La insuficiencia del relato de acontecimientos para establecer sus interconexiones y de esta manera darles un significado, determinó la ampliación del campo de la investigación histórica, hasta incluir en él no sólo las actividades tradicionalmente consideradas como objeto de la Historia —la guerray la política—, sino la totalidad de las actividades humanas, desde las socio-económicas (estructuras) hasta las intelectuales (mentalidades) , pasando por las instituciones .

La expansión de la historia tiene como consecuencia:

1.º La creciente convergencia e incluso confusión de disciplinas y especialidades que tienen en común el estudio del pasado. La posibilidad de una historia del arte, de la literatura, del derecho o de la ciencia que no tome en consideración sino los fenómenos artísticos, literarios, jurídicos o científicos es cada día más ilusoria, debido a las insuficiencias de un esquema explicativo puramente formal. Una catedral puede ser una obra de arte, pero, en cualquier caso, es una realización colectiva que refleja no sólo un estilo artístico, sino también una mentalidad religiosa y una realidad social y económica determinadas, que no se revelarán a quien se reduzca a estudiarla desde un planteamiento puramente estilístico.

Simultáneamente se produce la historificación de aquellas ciencias que, sin estar específicamente orientadas al estudio del pasado (geografía, economía, etc.), necesitan adentrarse en él para disponer de series cronológicas (datos demográficos, ciclos económicos, etc.) en cantidad suficiente para poder establecer regularidades y descubrir normas.

2.º La participación de especialistas de muy diversos orígenes y formaciones en la investigación histórica, que determinó la introducción de conceptos y categorías científicas ajenos por completo a los planteamientos originarios de la historia y que han dado origen a una ciencia que amenaza con resultar incomprensible para aquellos historiadores que no se adapten a su nivel actual de desarrollo

De lo dicho se sigue la necesidad de un cambio radical en las capacidades requeridas del historiador, a quien el nuevo y multiplicado material que ha de manejar le exije, no una memoria feliz que le permita acumular información, sino una preparación suficiente en muy diversas materias (geografía, matemáticas, economía, sociología, etc.) para interpretar las informaciones disponibles, por cuanto no es la naturaleza de los datos lo que hace al especialista, sino la manera como los trata. La formación universitaria del historiador no puede por tanto reducirse a la asimilación de un relato más o menos rico, con destino a ulteriores repeticiones, sino que habrá de ser ante todo una capacitación para poder analizar e interpretar los fenómenos históricos. Es evidente que ambos objetivos se excluyen mutuamente y que la acumulación de información no deja tiempo para la formación que hoy en día exige la historia. Se plantea así una decisiva opción entre extensión y selección, entre acumular información o limitarla en beneficio de una preparación que, a primera vista, podría parecer poco relacionada con la Historia, como es el estudio de las materias antes mencionadas.

El desarrollo y control de las capacidades del historiador impone, a semejanza de lo que ocurre en las restantes ciencias, la necesidad de un entrenamiento que sólo puede practicar enfrentándose directamente con textos y documentos originales. Estos textos, sin embargo, no pueden consistir en relatos más o menos entretenidos o pintorescos según la vieja fórmula de las lecturas históricas , sino que deberán tener un significado que permita ejercitar el análisis histórico, entendiendo por tal el poner de manifiesto los elementos conceptuales o reales que permiten vincular el texto a una ¿poca determinada o a un fenómeno histórico concreto, descubrir sus relaciones con otros y revelar su significado histórico.

A LA FACULTAD DE LETRAS
DE SALAMANCA

Este libro no hubiera sido posible sin una nutrida sene de colaboraciones que se sintetizan en la dedicatoria.

En primer lugar, la de las sucesivas promociones de alumnos que, en virtud de la peculiar relación dialéctica que es la enseñanza, me han llevado a constantes revisiones de la explicación de cátedra para mejorar notablemente los planteamientos originarios del curso.

Mis compañeros de Facultad me prestaron en todo momento su consejo, facilitaron la búsqueda de los documentos y aceptaron incluso aplazar sus propios trabajos para traducir, muchas veces por primera vez, los textos con que les apremiaba. Millán Bravo, Luis Cortés, José Ángel García de Cortázar, Marcelino Legido, Salustiano Moreta, Feliciano Pérez Varas y María Dolores Verdejo merecen por ello figurar al frente de este libro.

Junto con ellos y de manera muy especial, he de mencionar a Luis Michelena, Martín Ruipérez y Francisco Tomás Valiente, que accedieron a revisar el original, tarea que desempeñaron con todo interés, aportando multitud de sugerencias que han servido para mejorar la obra, sin que por ello deje de asumir la responsabilidad de los asertos en ella contenidos

El capítulo de gracias no puede cerrarse sin antes mencionar las personas y empresas que han autorizado la utilización de distintos fragmentos de sus traducciones o de las contenidas en obras de su fondo, para la realización de este libro:

Julián Marías por textos de Santo Tomás y G. de Occam; Aguilar, S. A., por textos de Erasmo, Vives, Ricardo, Saint Simón y Marx; La Editorial Católica, S. A., por textos de san Anselmo, santo Tomás de Aquino, Duns Scoto, Francisco de Vitoria y san Ignacio de Loyola; Editorial Grijalbo, S. A., por textos de Marx; Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela por textos tomados del Socialismo premarxista; Vergara, S. A., por textos de Maquiavelo; Espasa Calpe, S. A., por textos de Swift, Rousseau y Gautier.

A todos ellos deseo manifestarles mi más profundo agradecimiento por su importante colaboración.

EL AUTOR

Textos 1

EDICTO DE MILÁN (a. 313) 1.1

Por su parte Licinio, pocos días después de la batalla, tras hacerse cargo y repartir una parte de las tropas de Maximino, llevó su ejército a Bitinia y entró en Nicomedia. Allí dio gracias a Dios con cuya ayuda había logrado la victoria y el día 15 de junio del año en que él y Constantino eran cónsules por tercera vez, mandó dar a conocer una carta dirigida al gobernador acerca del restablecimiento de la Iglesia y cuyo texto es el siguiente:

“Yo, Constantino Augusto, y yo también, Licinio Augusto, reunidos felizmente en Milán para tratar de todos los problemas que afectan a la seguridad y al bienestar público, hemos creído nuestro deber tratar junto con los restantes asuntos que veíamos merecían nuestra primera atención para el bien de la mayoría, tratar, repetimos, de aquellos en los que radica el respeto de la divinidad, a fin de conceder tanto a los cristianos como a todos los demás, facultad de seguir libremente la religión que cada cual quiera, de tal modo que toda clase de divinidad que habite la morada celeste nos sea propicia a nosotros y a todos los que están tajo nuestra autoridad. Así pues, hemos tomado esta saludable y rectísima determinación de que a nadie le sea negada la facultad de seguir libremente la religión que ha escogido para su espíritu, sea la cristiana o cualquier otra que crea más conveniente, a fin de que la suprema divinidad, a cuya religión rendimos este libre homenaje, nos preste su acostumbrado favor y benevolencia. Por lo cual es conveniente que tu excelencia sepa que hemos decidido anular completamente las disposiciones que te han sido enviadas anteriormente respecto al nombre de los cristianos, ya que nos parecían hostiles y poco propias de nuestra clemencia, y permitir de ahora en adelante a todos los que quieran observar la religión cristiana, hacerlo libremente sin que esto les suponga ninguna clase de inquietud y molestia. Así pues, hemos creído nuestro deber dar a conocer claramente estas decisiones a tu solicitud para que sepas que hemos otorgado a los cristianos plena y libre facultad de practicar su religión. Y al mismo tiempo que les hemos concedido esto, tu excelencia entenderá que también a los otros ciudadanos les ha sido concedida la facultad de observar libre y abiertamente la religión que hayan escogido como es propio de la paz de nuestra época. Nos ha impulsado a obrar así el deseo de no aparecer como responsables de mermar en nada ninguna clase de culto ni de religión. Y además, por lo que se refiere a los cristianos, hemos decidido que les sean devueltos los locales en donde antes solían reunirse y acerca de lo cual te fueron anteriormente enviadas instrucciones concretas, ya sean propiedad de nuestro fisco o hayan sido comprados por particulares, y que los cristianos no tengan que pagar por ellos ningún dinero de ninguna clase de indemnización. Los que hayan recibido estos locales como donación deben devolverlos también inmediatamente a los cristianos y, si los que los han comprado o los recibieron como donación reclaman alguna indemnización de nuestra benevolencia, que se dirijan al vicario para que en nombre de nuestra clemencia decida acerca de ello. Todos estos locales deben ser entregados por intermedio tuyo e inmediatamente sin ninguna clase de demora a la comunidad cristiana. Y como consta que los cristianos poseían no solamente los locales donde se reunían habitualmente, sino también otros pertenecientes a su comunidad, y no posesión de simples particulares, ordenamos que como queda dicho arriba, sin ninguna clase de equívoco ni de oposición, les sean devueltos a su comunidad y a sus iglesias, manteniéndose vigente también para estos casos lo expuesto más arriba, de que los que hayan hecho esta restitución gratuitamente puedan esperar una indemnización de nuestra benevolencia. En todo lo dicho anteriormente deberás prestar el apoyo más eficaz a la comunidad de los cristianos, para que nuestras órdenes sean cumplidas lo más pronto posible y para que también en esto nuestra clemencia vele por la tranquilidad pública. De este modo, como ya hemos dicho antes, el favor divino que en tantas y tan importantes ocasiones nos ha estado presente, continuará a nuestro lado constantemente, para éxito de nuestras empresas y para prosperidad del bien público.

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