María, ¿quién eres?
P. Rafael Fernández de A.
© 2002, EDITORIAL NUEVA PATRIS S.A.
José Manuel Infante 132, Providencia
Tels/Fax: 235 1343 - 235 8674
Santiago, Chile
E-Mail:
http://www.patris.cl
Correción de Textos: Verónica Matta
Diseño e Imágenes: Margarita Navarrete M.
Nº Inscripción: 127.242
ISBN: 978-956-246-511-3
P. RAFAEL FERNÁNDEZ DE A.
María,
¿ quién eres?
LA PERSONA Y LA MISIÓN DE MARÍA EN EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA
Presentación
“El nombre de María contiene en sí todo el misterio de la Encarnación”. Esta frase de san Juan Damasceno, a quien en Oriente llamaban el “sello de los padres”, resume una verdad que surge de la historia de la fe. Como todo su ser dice relación con el misterio del Verbo encarnado, la Virgen Madre es un verdadero compendio del Evangelio y una página irrenunciable de la fe de la Iglesia.
Por su íntima participación en los misterios de la salvación, María llegó a ser una clave de comprensión de las grandes acciones de Dios, los “magnalia Dei”. La aproximación a su persona se convierte así en un espacio privilegiado y, a la vez, sumamente concreto para entender la lógica de lo divino y de lo humano.
Verdadera “catequesis viviente”, la Virgen María “reúne y refleja en sí, en cierto modo, las supremas verdades de la fe” (Lumen Gentium n.65) . Ella es el respiro de la Iglesia que, en su compañía, entiende mejor el proyecto total de Dios sobre la criatura. Y es, a la vez, el espejo en el cual la Iglesia “descubre como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser” ( Sacrosanctum Concilium n.103) . Podríamos decir entonces, recurriendo a las palabras del teólogo ruso Pavel Evdokimos, que la historia de María es “un compendio de la historia del mundo, es su teología reunida en una sola palabra” y también que “ella es el dogma viviente, la verdad sobre la criatura realizada”.
La obra del P. Rafael Fernández que aquí presentamos, coincide perfectamente con esa mirada profunda y pedagógica que la mejor mariología posconciliar ha puesto en evidencia. Se nos ofrece, en las páginas que siguen, un auténtico catecismo mariano, en el cual la Virgen misma, como nos ha dicho el documento de Puebla, “es la verdadera pedagoga del Evangelio … la que cuida que el Evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad” (n. 290) . Por eso es necesario frecuentar continuamente su escuela.
Pero esto no siempre ha sido fácil. Después del Concilio Vaticano II, examinando ciertas experiencias atrofiadas de la piedad mariana, no faltaron teólogos que generalizaron sus conclusiones de modo indebido. La consideraron como un factor alienante para el compromiso cristiano en el mundo, y no ofrecieron ningún instrumento que recogiera el profundo valor teológico de la mariología, y le abriera camino a una clara y sencilla metodología que acercara a la mayoría del Pueblo de Dios el misterio de la Virgen-Madre. En efecto, tardó en surgir nuevamente un método pedagógico, una ruta espiritual y pastoral, que impulsara la renovación de la Iglesia, siguiendo el camino de María, su madre y modelo. Sin embargo, se trataba de algo decisivo. Si el espíritu de María no caracteriza la vida de la Iglesia y no da su aliento a las profundidades del alma de los cristianos, no podremos ser fieles al Señor, y la Iglesia no podrá responder a los desafíos históricos que está llamada a enfrentar.
Nos alegramos, por lo tanto, de contar con este precioso instrumento. Su autor se propone, en primer lugar, ofrecer un conocimiento amplio y seguro sobre la Virgen María, expuesto en forma sencilla, asequible a todos; y en segundo lugar, mostrar el horizonte de una espiritualidad mariana, apta para el hombre contemporáneo y capaz de ser una respuesta válida a desafíos pedagógico-pastorales de nuestro tiempo.
Repasando las páginas del libro que presentamos, se advierte –aun en la transparencia y sencillez del lenguaje– el notable esfuerzo por presentar una doctrina mariana que, a partir del capítulo VIII de la Lumen Gentium, ha hecho un enorme progreso en el campo de la exégesis bíblica, reforzando sus bases escriturísticas. Se agrega a esto el más riguroso conocimiento de la Tradición y de las interpretaciones de las ciencias humanas; el interés de la mariología contemporánea por los problemas relacionados con el culto y la búsqueda de sus raíces históricas; la valorización de sus expresiones litúrgicas y de las múltiples manifestaciones de la piedad popular. La mariología posconciliar ha prestado también renovada atención al compromiso ecuménico y a la antropología, presentando a María como la más alta realización del Evangelio y de lo humano.
Toda esta riqueza no siempre resulta posible encontrarla en una síntesis acabada, capaz de hablar a la mente y al corazón del hombre moderno y de alimentar la preparación doctrinal de nuestros agentes pastorales y de muchos laicos, simplemente deseosos de dar “razones de su esperanza”. Sin embargo, el texto del P. Rafael Fernández se coloca ante esta necesidad y da respuesta a ella con rigor doctrinal, con la sensibilidad del auténtico educador de la fe y con apego al magisterio del santo Padre y de los Obispos.
Este nuevo libro mariano no es, sin embargo, ni pretende ser, tan sólo un buen resumen de la fe de la Iglesia sobre María, ni un texto de “aggiornamento” sobre los progresos teológicos en este campo. La importancia que otorga a una pedagogía mariana de la fe es, sin lugar a dudas, uno de los elementos más novedosos y más urgentes de la acción pastoral a la cual el P. Rafael Fernández se refiere. Imprimir un sello mariano a los corazones para suscitar la fuerza transformadora del amor por medio de un encuentro personal y hondo con la persona de la Virgen María, nos permite entrar en el espacio interior de su alianza con las personas de la Santísima Trinidad y con los seres humanos, y abre caminos insospechados de fecundidad evangelizadora.
María, con su sola presencia, liberada de toda reducción moralista, cuestiona la cultura dominante empapada de relativismo y nihilismo. La “vencedora de todas las herejías” que desfiguran a Dios y al hombre, es llamada, hoy más que nunca, a ayudarnos a recuperar el “resplandor de la verdad”. Éste se alimenta de la mirada puesta en la “gran señal” que Dios quiso darnos como anticipo escatológico de todo el destino de la Iglesia y de la humanidad, pero a su vez ilumina nuestro camino hacia su realización.
Al bendecir el esfuerzo del P. Rafael Fernández, estoy convencido de que éste contribuirá poderosamente a realizar lo que los obispos, no sin una particular inspiración del Espíritu, anunciaron proféticamente en Puebla: “ésta es la hora de María, tiempo de un renovado Pentecostés que ella preside con su oración, cuando, bajo el impulso del Espíritu Santo, inicia la Iglesia un nuevo tramo en su peregrinar. Que María sea en este camino ‘estrella de la Evangelización siempre renovada’ (EN 82) ” . (Puebla, n 303)
+ Francisco Javier Errázuriz Ossa
Cardenal Arzobispo de Santiago
Santiago, fiesta de Nuestra Señora del Carmen del año 2002