Para la jornada de dirigentes recién pasada se me pidió dar dos charlas sobre la historia y el contenido de la misión del 31 de Mayo. Considerando la envergadura del tema, la tarea constituía un gran desafío. En verdad resultaba más que difícil resumir toda la riqueza del tema sin correr el riesgo de presentar un cuadro incompleto.
En la jornada tenía como interlocutores a los dirigentes del Movimiento y por lo tanto, era preciso ir lo más a fondo posible. Los dirigentes no pueden contentarse con cosas generales; ellos deben poseer claridad sobre la misión. Por otra parte, mi preocupación era no hablar tanto yo mismo, sino más bien dejar hablar a nuestro Padre. Por eso podría decirse que este trabajo es un comentario de una recopilación ordenada de citas del Padre sobre el 31 de Mayo.
En el presente texto entrego básicamente el contenido de esas charlas. He introducido la transcripción completa de las citas y he agregado lo que por falta de tiempo no me fue posible exponer en la misma jornada.
Agradezco a Mario Tubert, quien me ayudó en la redacción de este trabajo, como también a los Padres Mario Romero y Humberto Anwandter por sus aportes.
P. Rafael Fernández de A.
Jornada de dirigentes realizada en Bellavista, los días 28 y 29 de Octubre de 1995.
1. Remontándose en la historia
El 17 de Mayo de 1952, el P. Kentenich llegaba a Chile, procedente de Argentina. Iba camino al destierro, a Milwaukee. Para recibirlo, las Hermanas habían preparado una pequeña obra de teatro en la que hacían referencia al paso que el Padre había dado en Bellavista hacia ya tres años, el 31 de Mayo de 1949.
Pocos días antes de esa fecha, el 20 de Mayo de 1949, cuando bendijo el santuario, que aún no estaba enteramente concluido, éste parecía «una pequeña casa de muñecas» en medio de un potrero lleno de malezas y sin árboles. Lo que ahora podía contemplar, era algo enteramente distinto. En torno al santuario había surgido una vida bullante. Schoenstatt en Chile –así lo expresó– ya era una realidad que le recordaba los primeros tiempos de Schoenstatt junto al santuario original.
La alusión al acontecimiento de Mayo de l949, que hicieran las Hermanas en su presentación, fue considerada por nuestro Padre como un signo de la Providencia. Hasta ese momento no había hecho ninguna referencia a esa fecha. Esa era su costumbre: primero debía probarse, en el sentido de la «resultante creadora», que el paso dado por él había correspondido a un plan de Dios. Era la misma actitud que había adoptado en 1914, después de haberles propuesto a los jóvenes congregantes, en la plática del 18 de Octubre, su «secreta idea predilecta». Sólo años después volvió a hacer referencia a ella; cuando la vida ya había probado que sus palabras habían interpretado correctamente la voluntad de Dios.
A partir de ese momento –1952– decidió «descorrer el velo de este enigmático día». Lo hizo en forma pública y privada; una y otra vez insistió en la importancia del 31 de Mayo de 1949 para el Schoenstatt chileno y para toda la Familia. Se refirió a él en pláticas a los jóvenes y a los padres. Durante su estadía junto al santuario, en Bellavista, escribe una larga carta a Mons. Josef Schmitz, quien en aquel entonces era superior de los sacerdotes diocesanos de Schoenstatt. En ella muestra la historia y el significado del 31 de Mayo para toda la Familia de Schoenstatt.
¿Qué había sucedido el 31 de Mayo de 1949? En el atardecer de ese día, nuestro Padre había puesto sobre el altar del santuario Cenáculo de Bellavista una importante carta dirigida a Mons. Bornewasser, obispo de Tréveris, en respuesta al informe de la visitación canónica a Schoenstatt que había realizado el obispo auxiliar, Mons. Stein. En ella daba respuesta a las objeciones que Mons. Stein había planteado. Exponía con toda claridad su pensamiento, aunque sabía que difícilmente sería comprendido y aceptado su diagnóstico sobre la situación de la Iglesia y lo que él proponía.
Adentrarnos en la historia de esta fecha es de gran importancia. Pues, si queremos saber qué es algo, debemos remontarnos a su origen y a su desarrollo histórico.
Y eso es lo que ahora pretendemos hacer: queremos alcanzar una visión clara de la misión del 31 de Mayo, de su contenido y trascendencia. Este objetivo es importante, pues no tener claridad suficiente respecto a nuestras metas, significa desperdiciar nuestras fuerzas. Nuestro Padre describe al hombre masificado como aquel tipo de hombre que no sabe lo que quiere y tampoco realiza lo que sabe. Nosotros queremos ser justamente la antítesis de este tipo de hombre. Aspiramos a saber con toda claridad lo que queremos. Además queremos realizarlo con todas nuestras fuerzas. Una meta clara nos cohesiona como Familia y concentra nuestras fuerzas.
Por eso, para comprender cabalmente nuestra misión, primero debemos considerarla en el contexto del desarrollo histórico de Schoenstatt. Nos preguntamos en qué momento de la historia de nuestra Familia proclama el Padre la cruzada del 31 de Mayo y cuáles fueron los motivos que lo impulsaron a hacerlo.
2. Dos grandes etapas en la historia de Schoenstatt
2.1. Etapa de fundación y progresiva consolidación
Esta primera gran etapa se inicia con la fundación de Schoenstatt y alcanza su culminación en torno al 20 de Enero de 1942, eje de la historia de la Familia.
El P. Kentenich, como buen estratega, durante largos decenios centró todo su esfuerzo en construir Schoenstatt en la perspectiva de los casos preclaros. No se dedicó a hacer un análisis teórico del tiempo o simplemente a anunciar una doctrina pedagógica. Consideró necesario, primero, mostrar con hechos la veracidad de su diagnóstico y la eficacia de su propuesta.
Visualizó claramente el deterioro de nuestra cultura y el debilitamiento de la vitalidad de la Iglesia, y, con ello, la necesidad de superar en la cultura y en la Iglesia lo que denominó «la mentalidad mecanicista». Estaba convencido de la necesidad de forjar un nuevo tipo de hombre en una nueva comunidad, caracterizada por un marcado sello mariano. En los «novísimos tiempos» la Iglesia experimentaría un florecimiento mariano como nunca antes lo había visto.
Durante decenios centra todas sus fuerzas en la forjación de Schoenstatt. Guiado por la fe práctica en la Divina Providencia, de acuerdo a lo que Dios iba señalando por los signos del tiempo y las voces del alma, construye Schoenstatt –como él mismo lo expresaba– «con el oído en el corazón de Dios y la mano en el pulso del tiempo».
El progresivo proceso de maduración interna de Schoenstatt alcanza su culminación en torno al 20 de Enero de 1942, segundo hito de nuestra historia.
¿Cuáles fueron los frutos que este hito reportó a la Familia? Se pueden resumir en los siguientes puntos:
• Quedó claramente establecido el carácter sobrenatural de Schoenstatt como obra especialísima de Dios.
• La Familia supo responder a la parte que le correspondía en la Alianza de Amor, a través de la seria aspiración a la santidad en el espíritu del Poder en Blanco y de la Inscriptio.
• Tanto desde el punto de vista doctrinal como vitalmente, quedó bien definida la posición del P. Kentenich en su calidad de «cabeza supratemporal» de la Familia.