Romain Parmentier - La Reconquista

Romain Parmentier, 2017

Traducción: Laura Soler Pinson

Editor digital: Titivillus

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Este libro es una guía práctica y accesible para saber más sobre la Reconquista, que le aportará la información esencial y le permitirá ganar tiempo.

En tan solo 50 minutos usted podrá:

• Indagar sobre el marco previo al inicio de la Reconquista y sobre los personajes, tanto cristianos como musulmanes, que se embarcaron en esta larga lucha.

• Analizar las fechas más relevantes que fueron dibujando progresivamente el mapa de una España católica y unida.

• Evaluar el resultado final de la Reconquista, sus consecuencias culturales y económicas para España y cómo se desencadenó la ambición expansionista que llevó a España hacia el Nuevo Mundo.

Romain Parmentier

Del al-Ándalus a la España católica

En 50 minutos
Historia - 0

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Titivillus 29-04-2020

• ¿Cuándo? De 722 a 1492.
• ¿Dónde? En la península ibérica (España y Portugal).
• ¿Contexto?
  • La presencia musulmana en la península ibérica.
  • La guerra de reconquista del territorio a manos de soberanos cristianos.
• ¿Protagonistas?
  • Alfonso VI, rey de León, de Castilla y de Galicia (1040-1109).
  • Fernando III, rey de Castilla y de León (c. 1201-1252).
  • Isabel I, reina de Castilla (1451-1504).
• ¿Repercusiones?
  • El final de la cohabitación religiosa en España.
  • La apertura de la península a la exploración marítima y a los grandes descubrimientos.

El 6 de enero de 1492, Isabel I de Castilla y su esposo Fernando II (rey de Aragón, de Castilla y de Nápoles, 1452-1516) entran triunfantes en la ciudad de Granada, último bastión musulmán en España. Acaban de terminar la Reconquista, una lucha religiosa de varios siglos que tenía como objetivo liberar a la península ibérica de la dominación musulmana. La consecución de esta conquista ofrece a Europa una España unificada, desde un punto de vista tanto político como religioso, que está a punto de convertirse en una potencia marítima colosal.

Esta tarea se presenta difícil para los reinos cristianos de la península, tras la fulgurante invasión musulmana (711). Estos reinos, desorganizados y atrincherados en zonas apartadas, se enfrentan a la poderosa al-Ándalus (nombre que los árabes atribuyen a los territorios de la península ibérica que se encuentran bajo dominación musulmana). El periodo que se inicia se ve marcado por una cierta coexistencia religiosa entre el islam, el cristianismo y el judaísmo, con todos los intercambios culturales que semejante convivencia puede generar. Sin embargo, la división política de la España musulmana en los albores del siglo XI brinda rápidamente la oportunidad a los reinos cristianos de revertir la situación, reconquistando progresivamente los territorios perdidos.

Durante los cuatro siglos siguientes, cristianos y musulmanes se enfrentan sin descanso para obtener el control de las ciudades de la península. Los reinos cristianos, cada vez más poderosos, logran socavar la resistencia musulmana. Poco a poco, la superficie de al-Ándalus se limita hasta el punto de ceñirse a Granada y a sus alrededores a mediados del siglo XIII, antes de desaparecer definitivamente en 1492. Ese año marca el triunfo de la España cristiana y el punto de partida para su impresionante expansión hacia el Nuevo Mundo.

La península ibérica, que forma parte del Imperio romano, sufre las invasiones bárbaras a finales del siglo IV y en el siglo V, como las otras regiones del Imperio. Los vándalos, los alanos y los suevos son los primeros en devastar este territorio, antes de ser perseguidos por los visigodos, aliados de Honorio, el emperador romano de Occidente (384-423). Los visigodos, que se van instalando progresivamente, establecen su dominación en toda la península a partir del siglo V. El reino visigodo primero se constituye como foedus («reino federado») fiel a Roma y declara su independencia cuando cae el Imperio romano de Occidente en 476.

A principios del siglo VII, los visigodos unifican toda la península ibérica e instauran el catolicismo. En ese momento, el reino visigodo de España, que aprovecha el legado jurídico y administrativo de los romanos y lo explota, resulta ser la monarquía más brillante de Europa. Sin embargo, el principio electivo de la realeza constituye su debilidad. En efecto, la Corona no es hereditaria, sino que el sucesor es designado por los obispos y los nobles del país. Por consiguiente, cada cambio de rey es un momento propicio para tensiones entre los distintos clanes de la aristocracia. Este sistema, unido a malas cosechas y a varias epidemias, provoca la ruina del reino a principios del siglo VIII.

En 710, la llegada al trono visigodo del rey Rodrigo (muerto en 711) suscita una airada oposición por parte del clan de los herederos del rey anterior, Witiza (muerto en 709 o 710). Este último, determinado a retomar el poder, apela a los musulmanes del norte de África para alcanzar sus objetivos. Estos, que se encuentran en plena expansión territorial desde las revelaciones del profeta Mahoma (570-632) en 612, acaban de terminar en ese mismo momento la conquista del Magreb. A las órdenes de Táriq ibn Ziyad (jefe bereber, muerto c. 720), un contingente de siete mil hombres atraviesa el estrecho de Gibraltar en abril de 711. El rey Rodrigo, al que se informa de esta invasión, se precipita inmediatamente contra el ejército. Pero el nuevo rey es traicionado por sus soldados y muere en los asaltos musulmanes durante la batalla de Guadalete (julio de 711). Aprovechando este golpe de suerte para expandir el Imperio islámico, Táriq ibn Ziyad continúa la conquista de España.

Frente a la impotencia de la aristocracia visigoda, las ciudades de la península van sometiéndose una tras otra. La ciudad de Toledo, capital del reino desde el año 554, cae en octubre de 711. Además, el ejército de Táriq recibe los refuerzos del de Musa ibn Nusair (general árabe, c. 640-718), que toma Sevilla en 712. Juntos, conquistan Zaragoza dos años más tarde y someten el valle del Ebro. En solo unos años, el reino visigodo de España queda reducido a cenizas. Cuando los conquistadores musulmanes cruzan los Pirineos, Carlos Martel (príncipe de los francos, 688-741) los detiene en Poitiers en 732. Empieza entonces un periodo también glorioso en la península ibérica, el periodo de al-Ándalus.

Con la invasión musulmana, España se convierte en un emirato del califato de Damasco, regido por la dinastía de los Omeyas (661-750) y, más tarde, tras la caída de este, del califato abasí de Bagdad (750-1258).

Las tierras de al-Ándalus generan muchas luchas entre los conquistadores, en especial entre árabes y bereberes. Habrá que esperar hasta 755, con la llegada de Abderramán I (emir de Córdoba, 731-788), último representante de la dinastía de los Omeyas, para que la situación de la península se estabilice. Al proclamarse emir en Córdoba, el joven soberano se esfuerza hasta el día de su muerte en unir la España musulmana y, por consiguiente, se distancia del califa de Bagdad para brindar a su territorio una mayor autonomía. Esta autonomía termina por confirmarse en 929, cuando el emir Abderramán III (