Romain Parmentier - Talleyrand

• ¿Nacimiento? El 2 de febrero de 1754 en París.
• ¿Muerte? El 17 de mayo de 1838 en la misma ciudad.
• ¿Principales aportaciones?
  • La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789).
  • La Constitución civil del clero (1790).
  • La primera Constitución francesa (1791).
  • La llegada y caída de Napoleón Bonaparte (1796-1821).
  • El Tratado de Lunéville (1801).
  • El Concordato (1801).
  • La Paz de Amiens (1802).
  • El Tratado de Presburgo (1805).
  • El papel activo que desempeña en la restauración de los Borbones (1814-1815).
  • El Congreso de Viena (1815).
  • La Conferencia de Londres (1830).

Charles Maurice de Talleyrand-Périgord, acusado de todos los vicios y calificado como diablo, traidor o, incluso, criticado por su cinismo, representa a la perfección la quintaesencia del arte diplomático, que practica con maestría. Talleyrand, que sobrevive a al menos 8 regímenes políticos diferentes, desde la monarquía absoluta del Antiguo Régimen hasta la Monarquía de Julio, solo tiene un objetivo durante toda su vida, que es la gloria de Francia, lo que le lleva a traicionar sin titubear a cualquier persona que lo haya apoyado en un momento dado si con ello logra alcanzar su objetivo.

Sin embargo, nada llevaba a pensar que este hombre talentoso destacaría en esa época. El joven Talleyrand, que nace con una discapacidad en el pie, se orienta hacia una carrera eclesiástica, no política. Aun así, tiene ganas de cambiar su condición y toma la primera oportunidad que se le presenta para fraguar su propio destino. Así pues, en 1789 se une a los revolucionarios y asciende los escalones del poder. Aprovecha las oportunidades y se alía con las personas influyentes de su época. Por el camino, descubre los logros del joven Napoleón Bonaparte, en el que percibe todo su potencial. Así, acaba participando en el golpe de Estado del 18 de brumario del año VIII (9 de noviembre de 1799), que coloca a Napoleón a la cabeza del país. Juntos, logran dar a Francia toda la grandeza de un imperio.

No obstante, poco importa para quién trabaje Talleyrand, ya que durante toda su vida conservará su independencia y defenderá sus propias ideas: moderación, equilibrio de las potencias europeas y paciencia son sus palabras clave. Con astucia, logra manipular a todos sus interlocutores. Actúa tanto a plena luz del día como desde las sombras y, a través de sus actos, llega a influir en la política de Francia y de Europa en una época en la que todos los giros drásticos son posibles.

Charles Maurice de Talleyrand-Périgord nace el 2 de febrero de 1754 en París, y es el mayor de una familia de 3 hijos. Sus padres, Charles-Daniel de Talleyrand-Périgord (1734-1788) y Alexandrine de Damas d’Antigny (1728-1809), provienen de la nobleza y viven en la Corte, en Versalles. No por ello su situación económica es fácil, sobre todo después de que las herencias favorezcan a otras ramas de la familia. Debido a sus cargos en la Corte, el joven Charles Maurice es criado lejos de sus padres. Esta situación es común en una época en la que lo más habitual era confiar los hijos nobles a amas de cría. No obstante, el diplomático se queja de ello en sus memorias y subraya la indiferencia y la negligencia de sus padres para con él. Sin embargo, este resentimiento solo sirve para justificar una discapacidad que va a condicionar toda su vida: su pie equinovaro.

Aunque en la actualidad se cree que se trata de una deformación de nacimiento, el diplomático siempre lo presentará como un accidente causado por su nodriza. Esta última lo habría dejado caer cuando este tenía 4 años y no le habría proporcionado los cuidados necesarios. Talleyrand siempre lo percibirá como el resultado del abandono de sus padres. En 1762, ingresa en el colegio de Harcourt, donde sufre las burlas de los otros niños. Pero las consecuencias de su pie equinovaro no solo se ven a través de las bromas de sus compañeros. En efecto, con 16 años y a pesar de carecer de convicción religiosa, el joven Talleyrand se ve obligado a seguir el camino eclesiástico.

A pesar de que por su estatus de hermano mayor estaba destinado a la carrera militar, Charles Maurice de Talleyrand-Périgord es apartado de ella, ya que sus padres consideraban que su discapacidad era demasiado importante como para soportar una carga así. Charles Maurice, destituido de sus derechos de primogénito en favor de su hermano menor Archambaud de Périgord (1762-1838), ve cómo se le impone una trayectoria eclesiástica. Así, en numerosas ocasiones afirmará: «Mis pies me convirtieron en cura» (de Waresquiel 2003, 38). Este destino que sus padres han trazado para él también está influido en gran medida por su tío Alexandre-Angélique de Talleyrand-Périgord (1736-1821), obispo coadjutor de Reims y arzobispo a partir de 1777. Así pues, el joven Talleyrand, resignado, entra en el gran seminario de Saint-Sulpice de París en 1770. Sale de él 4 años más tarde, tras haber recibido las órdenes menores y haber defendido una tesis de bachiller.

A partir de esta fecha, Talleyrand asciende progresivamente los escalones de la carrera eclesiástica con el apoyo de su tío. Esto no le impide llevar una vida libertina, opuesta a toda moral católica, recorriendo las casas de juego en cuanto tiene la más mínima ocasión. En 1775, recibe las primeras órdenes mayores al ocupar la función de subdiácono. A continuación, se convierte en canónigo de la catedral de Reims y en abad comendatario de Saint-Denis de Reims. Para acabar, su tío le permite llegar a ser diputado de la asamblea del clero de 1775. Este ascenso continúa cuando, en 1779, tras haber obtenido su título de Teología en la Sorbona, el joven abad es ordenado sacerdote con 25 años. Ese mismo año, su tío le ofrece el puesto de vicario general de la diócesis de Reims.

El ingreso en el sacerdocio abre nuevas puertas a este joven ambicioso. En 1780, recibe el puesto de agente general del clero de Francia. Además de un acceso al control de las finanzas de la Iglesia, de la que puede observar su inmensa riqueza, esta función le permite crear una red de personalidades influyentes y debutar en la diplomacia y en la gestión de los bienes inmuebles del clero. La última consagración de esta carrera sin vocación le llega a Talleyrand en 1788, cuando obtiene el obispado de Autun. Este hombre, que desde su infancia está movido por un importante deseo de revancha por un destino que jamás pudo elegir, ve en este nombramiento el medio para acceder al poder político: el contexto de la época en Francia le dará la razón.

La situación desastrosa de Francia a finales del siglo XVIII permite que el obispo de Autun dé sus primeros pasos en política. Es elegido diputado del clero en los Estados Generales de 1789 y participa activamente en la Revolución que acaba estallando. En particular, propone la nacionalización de los bienes del clero y que los eclesiásticos presten juramento. Dimite de su puesto de obispo en 1791 y, al año siguiente, es enviado a Inglaterra para mantener la paz con Francia. No obstante, el inicio del Terror lo lleva al exilio a Londres y, más adelante, a Estados Unidos, donde se queda 2 años.

Vuelve en 1796 y accede a la cartera del Ministerio de Asuntos Exteriores, una función que ocupará hasta 1807. Cuando cae el Imperio napoleónico (1814), toma las riendas del Gobierno provisional y restaura la autoridad de los Borbones. También participa en el Congreso de Viena, donde salva el estatus de Francia en el ámbito internacional. Talleyrand se muestra a favor de instaurar una monarquía constitucional, en vez de volver a una absoluta, algo que le vale el desprecio de los reyes Luis XVIII (1755-1824) y de Carlos X (1757-1836). Por el contrario, Luis Felipe I (1773-1850) lo aprecia y le propone la función de ministro de Asuntos Exteriores en 1830. No obstante, el diplomático prefiere convertirse en embajador en Londres, un cargo que ocupará hasta 1834. Talleyrand, que aspira a una jubilación merecida, vuelve a Francia, donde fallece en 1838 en París, a los 84 años.