Daria Galateria - Trabajos forzados
Aquí puedes leer online Daria Galateria - Trabajos forzados texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2007, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
Novela romántica
Ciencia ficción
Aventura
Detective
Ciencia
Historia
Hogar y familia
Prosa
Arte
Política
Ordenador
No ficción
Religión
Negocios
Niños
Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.
- Libro:Trabajos forzados
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2007
- Índice:3 / 5
- Favoritos:Añadir a favoritos
- Tu marca:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Trabajos forzados: resumen, descripción y anotación
Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Trabajos forzados" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.
Trabajos forzados — leer online gratis el libro completo
A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Trabajos forzados " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
DARIA GALATERIA nació en Roma en 1950. Se licenció en Literatura en la Universidad La Sapienza de Roma, con una tesis sobre el monólogo en Stéphane Mallarmé y Paul Valéry.
Desde 1975 trabaja como profesora de Lengua y Literatura francesa. Entre sus áreas de investigación se encuentran las memorias, especialmente de mujeres, de los siglos XVII y XVIII. Ha preparado la edición canónica en italiano de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, para Mondadori, y ha traducido a autores como Françoise Sagan, Anatole France, Jean Giono, Paul Morand o Boris Vian.
Comenzó su carrera editorial en 1977, con el estudio crítico André Breton. Posteriormente publicaría Parigi 1789 (1989), Il tè a Port-Royal (1995), Fughe dal re Sole. Memorie di cortigiani riluttanti (1996, Premio Grinzane Cavour), Scritti galeotti (2000) y Entre nous (2002). En 2007 publicaría su obra más exitosa, Trabajos forzados (Los otros oficios de los escritores), que se traduce ahora al castellano por primera vez.
En 2005 fue nominada como Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres en Francia. Actualmente dirige varios programas para la RAI. Asimismo, es colaboradora habitual de Il Manifesto, La Repubblica y L’Espresso.
Título original: Mestieri di scrittori
Daria Galateria, 2007
Traducción: Félix Romeo
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.0
[1] La traducción es de Marie Christine del Castillo, en su edición de los Poemas, de Paul Morand. Granada, Comares, 1996. (Nota del traductor).
Ya sea porque buscaban hacerse ricos, o tal vez simplemente para sobrevivir, los escritores se han entregado tradicionalmente a los oficios más diversos: desde buscadores de oro a carteros, desde soldados de fortuna a industriales, desde contrabandistas de opio a fogoneros en un barco en China; conductores de autobús, verdugos, guardias, vendedores de bisutería… Malraux fue ministro; Jack London sobrevivió como cazador de ballenas en el Ártico. Colette abrió un salón de belleza y Orwell pasó de ser policía en Birmania a vivir lavando platos en Londres. Gorki trabajó como pinche de cocina en el Volga; Saint-Exupéry pensó toda su vida que su verdadero trabajo era el de aviador; e Italo Svevo dejó de ser un gran industrial para poder escribir: le bastaba concluir una línea para sentirse pagado.
Trabajos forzados es una apasionante y amena guía de supervivencia que recorre los modos con que los astros más brillantes del universo literario han ido capeando el temporal del hambre.
Daria Galateria
Los otros oficios de los escritores
ePub r1.0
Titivillus 15.11.2018
S u padre era ingeniero. Durante la Depresión perdió el trabajo pero continuó saliendo de casa todas las mañanas como si aún fuera a la oficina. «Los hombres sin trabajo madrugan / bloqueados / con sus hermosas mujeres descoloridas», dice Bukowski en un poema. Su padre le golpeó con una fusta durante años, prácticamente cada día, y estar en el paro no mejoró su humor. Un acné devastador, una especie de dislexia, la pasión por la lectura y, con claro ánimo de provocar, las simpatías declaradas por Hitler aislaron al muchacho de sus coetáneos. En 1939, diplomado, y tras un honorable servicio militar para oficiales de reserva, encontró trabajo en un gran almacén, el Sears Roebuck. Surgía del Pico Boulevard junto a Los Angeles High, una escuela de las élites de la ciudad, en la que los padres esnobs de Bukowski habrían querido que el futuro escritor estudiase. La primera vez que un estudiante de la escuela entró y lo reconoció, y comenzó a burlarse de él, Bukowski empezó una sonora pelea, y fue despedido.
En septiembre de 1939 entró como becario en una escuela de periodismo en el Los Angeles City College. Era una escuela profesional, y más interesante que las superiores, pero Bukowski destacó por su escaso rendimiento y por sus comportamientos reprensibles. Se ganó dos advertencias y la beca no le fue renovada. Su padre descubrió que el muchacho usaba la máquina de escribir no para hacer sus deberes, sino para escribir cuentos, y lo tiró todo al jardín por la ventana: mecanoscritos, máquina y ropa. Charles le pidió diez dólares a su madre y se fue en autobús a la ciudad, donde se instaló «en una barraca de contrachapado». En 1941, tras abandonar el college, trabajó durante seis meses en las estaciones ferroviarias de la Southern Pacific y en el establecimiento de la Borg-Wagner en South Flower Street. Pero, como admiraba a John Fante, decidió salir a explorar la América «real» de los bares y de las fábricas. Salió en un pullman hacia Nueva Orleans y allí trabajó en un almacén, hasta que tuvo un poco de dinero. Entonces se despidió y se encerró en su habitación a escribir. Cuando el dinero empezó a escasear, se alimentó con chocolatinas, con la intención de retrasar el momento de volver a tener que trabajar en un enésimo «inútil trabajo de ocho horas». Frecuentaba un bar deprimente junto a Canal Street y pronto se marchó a Atlanta, en Georgia.
En Atlanta vivió en una barraca con el techo de cartón embreado y una única bombilla. Las revistas continuaban rechazando sus cuentos, pero prefería morirse de hambre antes que retomar un trabajo regular. Hasta tal punto, que un día escribió a su padre para pedirle dinero. Su padre le respondió con una carta llena de reproches. Charles decidió matarse con una descarga eléctrica, pero antes se puso a escribir y eso le distrajo. Luego se unió a un grupo de trabajadores que construían vías de tren. Atravesó Texas yendo hacia el oeste, y en la biblioteca de El Paso descubrió a Dostoievski. En el verano de 1942 estaba en San Francisco, donde se empleó como conductor de un camión de la Cruz Roja. El trabajo estaba bien pagado, las enfermeras eran cariñosas, la propietaria de la pensión le prestaba su gramófono. La situación era muy agradable, pero la patria le llamaba, y Charles Bukowski se presentó en la oficina de reclutamiento, donde logró superar los exámenes físicos. No obstante, tras el test psicológico fue exonerado por «psicolábil», y, además, por su «extremada sensibilidad».
Llegó el momento en que lo despidió también la Cruz Roja (esta vez por llegar tarde a un centro de recogida de sangre). A una entrevistadora, Fernanda Pivano, le contó en agosto de 1980: «Muy a menudo me decían: Bukowski, te despedimos. No porque no hiciese mi trabajo, sino porque me comportaba como si el trabajo no me gustase. Sabía trabajar duro, y lo hacía a menudo. Pero siempre estaba de cachondeo, o con mala cara. Si estaba en un trabajo tres semanas, decía: este trabajo dura mucho, todavía no me han despedido». Liberado ya de la Cruz Roja, volvió a vagabundear por América. A veces ponía el dedo sobre el mapa y ese gesto decidía su destino: fue así como acabó en Saint Louis, en Missouri, empaquetando vestidos en el sótano de una tienda de ropa de señoras.
Mientras tanto, seguía mandando cuentos a las revistas, inútilmente. Cuando se los devolvían, los rompía. A la revista Story envió un cuento que hablaba de un cuento que era rechazado por el director de la misma revista, una provocación que le trajo suerte. En la primavera de 1944, Bukowski pudo comprar rápidamente
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Libros similares «Trabajos forzados»
Mira libros similares a Trabajos forzados. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.
Discusión, reseñas del libro Trabajos forzados y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.