ASALTO A OZ
ANTOLOGÍA DE RELATOS DE LA NUEVA NARRATIVA QUEER
ALANA PORTERO, ÁNGELO NÉSTORE, AIXA DE LA CRUZ, VICENTE MONROY, GEMA NIETO, LLUIS MOSQUERA, MIGUEL RUAL, MIRIAM BEIZANA VIGO, DARÍO GÓMEZ DE BARREDA, ÁLVARO DOMÍNGUEZ, RODRIGO GARCÍA MARINA, PABLO HERRÁN DE VIU, ELIZABETH DUVAL, ÓSCAR ESPIRITA, SARA TORRES
Primera edición: noviembre de 2019
© del prólogo: Rubén Serrano
© de los relatos (por orden de publicación): Alana Portero, Ángelo Néstore, Aixa de la Cruz, Vicente Monroy, Gema Nieto Jiménez, Miguel Rual, Lluis Mosquera, Miriam Beizana Vigo, Darío Gael Gómez de Barreda, Sara Torres, Álvaro Domínguez, Rodrigo García Marina, Pablo Herrán de Viu, Elizabeth Duval, Óscar Espirita.
© de las fotografías: Rubén Martínez (Rubén Serrano), Lua Quiroga Paul (Alana Portero), Martín de Arriba (Ángelo Néstore), Isabel Wageman (Aixa de la Cruz), BaronneDeneuve (Miguel Rual), David Coll (Lluis Mosquera), Pablo Giménez (Miriam Beizana Vigo), Paola Andrade Daza (Darío Gómez de Barreda), Marta Velasco Velasco (Sara Torres), Rodrigo García Marina (Rodrigo García Marina), Christian Colomer (Pablo Herrán de Viu), Elizabeth Duval (Elizabeth Duval), Julia de Velázquez (Óscar Espirita).
© de esta edición: Dos Bigotes, a.c.
Publicado por Dos Bigotes, a.c.
www.dosbigotes.es
info@dosbigotes.es
isbn: 978-84-121091-2-2
Depósito legal: M-35181-2019
Impreso por Kadmos
www.kadmos.es
Diseño de cubierta:
Raúl Lázaro
www.escueladecebras.com
e-Pub: Jesús Alés - sputnix diseño editorial
Todos los derechos reservados. La reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, deberá tener el permiso previo por escrito de la editorial.
RUBÉN SERRANO
Nació en Monóvar, Alicante, en 1992. Es periodista especializado en realidad LGTBI+, género y cultura. Ha escrito para eldiario.es, El Salto y Público. Tiene un máster en Periodismo Internacional, ha sido corresponsal en Londres para la Agencia EFE y ha pasado por las redacciones de PlayGround, EFE, Cadena SER, Levante TV e Información. Es autor del relato «Asfixia» en la antología Vagos y maleantes(Egales, 2019). Es el impulsor del movimiento #MeQueer en España y de la campaña #LeyLGTBIya. En Twitter es @rubenserranom.
PRÓLOGO
VIDAS QUE YA NO SE CALLAN
Cuando somos adolescentes deseamos encontrarnos en los libros. Estamos a la caza de historias, personajes y vivencias que plasmen en palabras las preguntas que se hace nuestra cabeza, las dudas que sentimos por no ser el chico o la chica que esperaban nuestros padres, profesores o compañeros de clase y los sentimientos que era mejor no pronunciar en voz alta por temor a recibir insultos o a ver cómo la cara de quienes más nos quieren se transformaba en decepción. Cuando dábamos con estas historias, las guardábamos como si fueran una reliquia. Eran la única forma de saber que no estábamos solos y solas. Que no éramos las únicas personas del planeta que se sentían así. Nos sentíamos acompañados.
Por eso tenemos la necesidad de leernos, de encontrarnos y de identificarnos. Este libro es un espacio para todo eso. Nosotros, nosotras, nosotres, los maricas, las bolleras, las personas bi, trans, no binaries, de género fluido, queer, los viciosos, la aberración del sistema, los enfermos, quienes estamos al margen, quienes no somos tan importantes, quienes somos la mierda para muchos, quienes recibimos palizas en la calle, a quienes nos insultan en el colegio, a quienes nos echan de casa, a quienes medicalizan sus cuerpos, a quienes aún nos someten a terapias de conversión, a quienes nos hacen sentir vergüenza, a quienes aún nos persiguen, asesinan y torturan. Nosotros también somos literatura.
A las puertas de 2020, la literatura LGTBI+ española no está tan escondida como lo estaba en los años de la dictadura franquista y de la transición. Las grandes editoriales le han perdido el miedo a publicar ficciones no heterosexuales y cada vez vamos teniendo más espacio. Prueba de ello son novelas recientes aclamadas como Cuerpos malditos de Lucía Baskaran (2019), Malaherba de Manuel Jabois (2019), Lectura fácil de Cristina Morales (2018), o la revelación de las letras catalanas Permagel (Permafrost en castellano, 2018) de Eva Baltasar. Pero no nos engañemos, todavía siguen siendo residuales en comparación con obras con tramas heterocentradas, cis, normativas y que cumplen con los cánones del binarismo y del sistema sexo-género. Lo LGTBI+ sigue siendo confinado mientras que la etiqueta «literatura cisheterosexual» sigue sin aparecer en la clasificación de ninguna librería o gran almacén.
Los quince relatos que componen este volumen lanzan un grito común para que nos podamos encontrar. Quieren llenar el silencio impuesto sobre nuestras voces. En su eco aún se escuchan las palabras que varias firmas inmortales forjaron en la narrativa de nuestro país hace ya algunas décadas. Algunos nombres perviven en nuestro recuerdo y otros nos suenan a desconocido, pero lo cierto es que todos han contribuido a que hoy podamos leer este libro. Como Marsha y Sylvia en Stonewall y las mujeres trans en Las Ramblas de Barcelona, todos estos nombres tiraron la primera piedra para liberar, significar y construir nuestra literatura.
El franquismo nos ejecutó a tiros, nos encarceló, nos sometió a electroshocks, nos desterró, nos encerró en campos de concentración y nos borró literalmente del mapa. La reforma de la Ley de Vagos y Maleantes en 1954 y la aprobación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social en 1970 legalizaron nuestra persecución. Éramos unos parias, unos degenerados. Éramos enemigos del régimen fascista. Nuestra existencia estaba prohibida y también nuestra representación. Consecuentemente, el deseo homosexual en la literatura tenía que ser muy sutil para evitar que la censura lo eliminase. Durante estas casi cuatro décadas represivas se publicaron novelas con personajes homosexuales, pero estos eran muy puntuales, extravagantes, pervertidos, dignos de compasión y moralmente reprobables. Es decir, solo se aceptaba nuestra aparición de forma negativa.
Sin embargo, hubo un grupo de escritores y escritoras que supieron esquivar los órganos censores. Los más famosos de esta época fueron los hermanos Moix, Terenci y Ana María. Al primero, le instigaron a convertir en mujer al hombre gay que formaba parte de los personajes de su novela El día que murió Marilyn. Escrita en 1969, Moix se negó y decidió publicarla más tarde. Una de las obras más aclamadas fueron sus memorias, publicadas en tres volúmenes entre 1990 y 1998, en las que narró el miedo, la soledad y la angustia de configurar su sexualidad durante el franquismo. Mientras tanto, su hermana Ana María publicaba Julia en 1970, una obra exenta de palabras explícitas que obliga a leerla entre líneas para entender que la protagonista estaba enamorada de su profesora. La joven Julia era consciente de que ser lesbiana no era posible y de que su deseo no era correcto, lo que derivó en una autoculpa que también reflejó Montserrat Roig en Tiempo de cerezas (1976). Asimismo, en 1970 Juan Goytisolo ya hablaba desde su autoconciencia de opositor y disidente sexual en Reivindicación del conde Don Julián.
Para «maricones y travestis» —así era como el franquismo se refería a lo que hoy llamamos personas LGTBI+, sin tener en cuenta ni a mujeres lesbianas ni personas bisexuales ni trans—, la verdadera transición democrática comenzó en enero de 1979 cuando entró en vigor la despenalización de la homosexualidad. El deseo hacia personas del mismo sexo pasó de ser un tabú a formar parte de la cultura popular del país, ocupando tanto debates televisivos como películas. En el marco editorial, este aperturismo inició dos caminos paralelos: por una parte, aparecieron personajes homosexuales más complejos que ya no eran vistos como unos desviados ni eran descritos desde la exclusión social; y, por otra parte, aún persistían los personajes traumatizados que arrastraban el miedo interiorizado y el devenir trágico del fascismo. En esta etapa, la identidad trans también inicia su incursión en la literatura y lo hace ligada a la realidad de la época, es decir, al mundo del espectáculo, de la prostitución, de la clandestinidad y del transformismo.