INSÓLITAS
NARRADORAS DE LO FANTÁSTICO EN LATINOAMÉRICA Y ESPAÑA
Teresa López-Pellisa
Ricard Ruiz Garzón
(eds.)
Insólitas. Narradoras de lo fantástico en Latinoamérica y España
Primera edición digital: marzo de 2019
ISBN epub: 978-84-8393-640-5
IBIC: FYB
Colección Voces / Literatura 274
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© De la edición, introducción y notas: Teresa López-Pellisa y Ricard Ruiz Garzón, 2019
© De los textos, sus autoras, 2019
© De esta portada, maqueta y edición: Editorial Páginas de Espuma, S. L., 2019
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INTRODUCCIÓN
LAS HIJAS DE METIS
Solo la ciencia ficción y la literatura fantástica pueden mostrarnos mujeres en ambientes totalmente nuevos o extraños. Pueden aventurar lo que podemos llegar a ser cuando las restricciones presentes que pesan sobre nuestras vidas se desvanezcan, o mostrarnos nuevos problemas y nuevas limitaciones que puedan surgir.
Pamela Sargent
Dice el diccionario que lo insólito es lo raro, lo extraño, lo desacostumbrado.
En esta antología, lo insólito es todo aquello que resulta extraordinario. Lo que se sale de lo común, lo inusual, lo fabuloso o lo inexplicable: lo que aspira a ir más allá de la realidad.
También resulta aún insólito, por desgracia y salvo excepciones que comentaremos, el hecho de que una antología —mixta o no— reivindique a las «insólitas», es decir, a escritoras de las diferentes ramas de la narrativa no realista. Y aún resulta más insólito, y da que pensar, que esta labor no se hubiera llevado a cabo, hasta ahora, entre Latinoamérica y España. Como en los inventos absurdos de las viejas películas de espías, la principal intención de este prólogo es por tanto (y por insólito que parezca) aspirar a su inmediata autodestrucción: que caduque pronto, que no haga ya falta, que sus hallazgos, si los hay, dejen de ser necesarios; que el objetivo final de las antólogas que lo redactan —sonará asimismo insólito, pero en este contexto es más que de justicia el plural femenino— se desintegre en una realidad en la que las mujeres que escriben, y entre ellas las que escriben fantástico, dejen de estar olvidadas, silenciadas e invisibilizadas. Será entonces cuando tenga sentido, como debería ser, el disfrute sin más de los cuentos seleccionados, que por otro lado han sido escogidos ante todo por su calidad. Juzguen si no, que para eso están.
Existe un ejemplo que ilustra bien a juicio de las abajo firmantes la pretensión de revindicar la nómina presentada. Lo protagoniza Metis, una injusta desconocida para la mayoría de las lectoras (sí, también hay hombres entre ellas; ojalá el plural genérico fuera igual de reivindicativo). El caso es que Metis, la ignota y remota Metis, pertenece como otras diosas a la época clásica, pero apenas la conocemos porque resulta que su marido, el viejo Zeus, la devoró. Tal cual. Se la comió enterita mientras estaba embarazada de su hija común, Atenea. Todos conocemos al padre y a la hija, pero en un acto de inexplicable complicidad antropofágica hemos acabado borrando a la titánide Metis de nuestra memoria colectiva. Cosas que pasan, ¿no?
Pues no, no son cosas que pasan, no sin más, y además eso no es todo. Gracias a su desaforada ingestión, que no digestión, Zeus asimiló el poder de su primera esposa, y pudo con él procrear mediante un parto cuando menos singular: Atenea, ya adulta, vestida y armada, brotó de su cabeza con la obstétrica ayuda de Hefesto. En palabras de la poeta catalana Maria Mercè Marçal, nació también con ello un fructífero paralelismo:
No es nada diferente a la experiencia de la escritora: literariamente hija del Padre, de su ley, de su cultura —el gran parto masculino contra-Natura—: del padre que, en todo caso, ha deglutido y utilizado la fuerza femenina y la ha hecho invisible. No hay ningún referente femenino materno: no hay genealogía femenina de la cultura. Protegida por el legado paterno de la armadura que la envuelve, que le ahorra, tal vez, recordar que su cuerpo es como el de Metis expoliada e invisible, la imagen de Atenea evoca, en un primer vistazo, la mujer que asume un arquetipo viril, pero también puede ser, simplemente, la mujer revestida de Mujer, es decir, de la feminidad entendida como una construcción conceptual masculina.
Atenea nace por tanto sin madre, sin un referente femenino, y tan solo puede contemplarse en la proyección paterna de la que dispone, tras haber nacido con la imagen que Zeus ha creado en su mente sobre cómo deben ser su cuerpo y sus atributos. Con esta metáfora, Marçal plantea como en pocas ocasiones la necesidad de liberar a Metis, esto es, de reivindicar la historia de la literatura escrita por las mujeres en Occidente, y en el caso particular que nos ocupa, de construir una genealogía literaria femenina de lo insólito en Latinoamérica y España. Metis, es cierto, desapareció, pero no lo hizo por azar. Le ocurrió algo insólito, sí, pero no casual. No hay imágenes sobre ella a lo largo de la tradición occidental, pero existió y siempre ha existido y por eso es necesario aún hoy, o más hoy que nunca, llevar a cabo su visibilización.
De ahí, en fin, que este prólogo se titule «Las hijas de Metis». Como su «madre», las herederas de este linaje están ahí, existen, escriben y publican aunque muchos no las vean. En numerosas ocasiones, a las antólogas nos han preguntado si hay escritoras de lo fantástico o la ciencia ficción en español. La pregunta es sesgada, pero no innecesaria: dichas autoras existen y han existido siempre. La cuestión que debería preocuparnos, en consecuencia, es por qué no conocemos lo suficiente a esas escritoras de lo insólito que han enriquecido el género a lo largo de la historia. ¿Por qué? ¿Por qué sabemos tanto de Zeus y casi nada de Metis? ¿Quién ha devorado a nuestras autoras?
Insólito sí, ¿y femenino?
Los relatos escogidos para esta antología forman parte, como se ha dicho, del género de lo insólito. Se trata de narraciones que pertenecen a diferentes ámbitos de lo no mimético. En relación a las categorías de lo insólito, sin embargo, existe un debate terminológico al que no son ajenas las antólogas. Así, para una de ellas, es importante distinguir las categorías de lo fantástico (incluyendo el terror sobrenatural con monstruos y fantasmas), la ciencia ficción y lo maravilloso (con todas sus modalidades, entre las que se incluiría la fantasía épica). A partir de las propuestas de David Roas, lo fantástico se caracteriza por la inclusión de un elemento sobrenatural o imposible que transgrede las leyes que organizan el mundo real. Lo fantástico recrea nuestra realidad para destruirla y quebrarla a partir de la introducción de un fenómeno imposible que nos inquieta y nos angustia. El lector y los personajes del texto se sienten amenazados por los fenómenos extraordinarios de un relato camuflado en el modelo realista, tal y como sucede con los cuentos de Edgar Allan Poe. En cambio, lo maravilloso como hiperónimo incluye diferentes categorías con sus propias reglas internas, como el realismo mágico, la fantasía épica o el