Esta obra es una crónica cotidiana de la Costa Brava en los años treinta, un dietario de los últimos años de la República y de la guerra civil, pero también un entrañable relato de las peripecias desde la transformación del hotel en una colonia humanitaria para niños hasta el cruce de la frontera francesa. En 1934, la joven Nancy Johnstone y su marido, periodista del News Chronicle, decidieron abandonar Londres para construir un hotel en la pequeña localidad de Tossa de Mar, en la Costa Brava (Girona). Eran tiempos de descubrimiento de un paisaje y de un país, pero pronto el interés turístico de los huéspedes ingleses dio paso a la visita de corresponsales de guerra, poetas y pintores simpatizantes con la causa republicana. En 1936, el estallido de la guerra civil española destruyó para siempre aquel paraíso. Los Johnstone, sin embargo, se quedaron hasta el final, a fin de salvar a treinta niños refugiados y llevarlos, en dramáticas circunstancias, hasta el otro lado de la frontera, en el éxodo de enero de 1939.
Nancy Johnstone
Un hotel en la Costa Brava
(Tossa de Mar, 1934-1939)
Título original: Un hotel a la costa
Nancy Johnstone, 2011
Traducción: Juan Manuel Salmerón Arjona, 2016
Revisión: 1.0
07/03/2019
Autor
NANCY JOHNSTONE (Bath, 1906-?) vivió en Tossa de Mar desde octubre de 1934 hasta enero de 1939. Acabada la guerra civil española, y tras dedicarse a labores humanitarias en los campos de concentración del sur de Francia, se trasladó a Cuernavaca, México. Además de los dos libros sobre sus experiencias en Tossa de Mar, Hotel in Spain y Hotel in Flight —que Tusquets Editores reúne en un solo volumen, en edición de Miquel Berga—, escribió dos obras ambientadas en México: Sombreros Are Becoming y Temperate Zone. A partir de 1952 se pierde todo rastro de su vida. En este lúcido testimonio de un país durante la República y la guerra civil, Nancy Johnstone supo urdir con una prosa fresca un relato extraordinario, vivo, entrañable y misteriosamente olvidado, que, tras darse a conocer en catalán, aparece ahora por primera vez traducido al castellano.
Notas
[1]Art, vol. II (octubre de 1934-julio de 1935), Junta Municipal d’Exposicions d’Art, Barcelona. Para una aproximación al ambiente artístico de Tossa en los años treinta, véase el catálogo de la exposición comisariada por Gloria Bosch y Susanna Portell, «Berlín>Londres>París>Tossa… La tranquil·litat perduda», Fundació Caixa de Girona, 2007.
[2] En Estados Unidos se publicó al año siguiente, en Longmans, Green & Co., Nueva York, 1940.
[3]The Civil War in Spain, Gollancz, Londres, 1938. Orwell publicará una crítica elogiosa de este libro a pesar de las simpatías comunistas del autor, con el que discrepa sobre los Hechos de Mayo de 1937 y la ilegalización del POUM. Ambos mantuvieron una correspondencia que denota respeto y admiración mutua.
[4]The Adelphi, diciembre de 1939.
[5]The Saturday Review, 11 de mayo 1940.
[6] Vincent Sheean, Not Peace But a Sword, Doubleday, Doran & Co., Nueva York, 1939, págs. 351-358.
[7] Se marcan con comillas simples (") las palabras que en el texto original inglés aparecen en castellano y en catalán. (N. del E.)
[8] Josep María Corredor, Converses amb Pau Casals, Selecta, Barcelona 1967, pág. 379.
Introducción
Agradecimientos
Quisiera dar las gracias a Pere Gifra, Marta Planellas, Fernando Casal, María Roig, Gloria Bosch y Susanna Portell por hacerme partícipe sin reservas de sus propias investigaciones. Y a Pilar Mundet, Katia Zügel, Joan Planellas, David Moré, Vicenç Esteban, Jordi Font, Jaume Guillamet, Dolors Balcells de Lasarte, Josep Auladell y Marçal Casanovas, por facilitarme generosamente información y materiales de la más diversa índole.
En la década de 1930, muchos británicos empezaban a vislumbrar en España un posible destino sumamente atractivo. El país aparecía aún envuelto en tintes exóticos y remotos. Se había mantenido en la periferia del grand tour europeo de siglos anteriores y al margen del horror bélico en la primera guerra mundial. Alejado y ajeno, pues, a la pavorosa civilización mecanizada que había aniquilado a millones de jóvenes y desolado el corazón de Europa, España parecía un remanso de paz y tranquilidad. Cruzar los Pirineos suscitaba la ilusión de encontrarse con una sociedad inocente y rural, quizá una Arcadia inesperada. Emigrar o viajar a España tenía otro aliciente: para los británicos era un país, como dicen ellos, «gloriosamente» barato. Para algunos jóvenes escritores británicos, hastiados del cinismo de la vida social en la metrópoli del imperio, la escapada a la Península prometía un entorno ideal para dedicarse a la escritura en condiciones óptimas; así lo intuyeron en su momento Robert Graves en Mallorca, Gerald Brenan en Andalucía o John Langdon-Davies en Cataluña.
Alentados por ese espíritu, la autora de este libro y su marido, Archie, descubren accidentalmente Tossa de Mar, uno de los enclaves más remotos de la Costa Brava catalana. Eligieron la Costa Brava para sus vacaciones de aquella primavera de 1934 siguiendo el «método» de Archie, que consistía, al parecer, en buscar un lugar que no conociera ninguno de sus amigos. Enseguida sienten que han dado con un paraje ideal y con su propio destino. Sobre la situación política española comparten la visión de la izquierda británica del momento: la nueva República está intentando consolidar una revolución pacífica que pronto permitirá su incorporación al grupo de naciones democráticas europeas y que ahuyentará los fantasmas de la España reaccionaria, es decir, el clero, los terratenientes y los militares intervencionistas. Nada que temer, pues.
Archie Johnstone es un veterano periodista escocés que lleva años trabajando en Fleet Street, la arteria periodística del Londres de la época. A punto de cumplir los cuarenta años, siente, como les ocurre a muchos en ese oficio, la urgencia de cambiar radicalmente de vida, y acaba de encontrar a la compañera ideal para animarlo a dar el paso. Nancy, más joven y entusiasta, tiene, además, un programa: irse a vivir al extranjero. Aunque nació y se crió en el plácido ambiente burgués y la amable vida provinciana de Bath, en el sudoeste de Inglaterra, Nancy ha heredado el temperamento inquieto de sus ancestros irlandeses. Pronto cumplirá treinta años. Enérgica y tenaz, está convencida de que una de sus misiones en este mundo consiste en inocular en su marido el gusto por la vida alternativa; y está segura de que en Tossa de Mar encontrarán la manera de ganarse razonablemente el pan, de vivir como reyes y de explorar a fondo sus capacidades literarias. Una vez allí, comprobarán que no son los únicos «pioneros».
En realidad, Tossa ya tiene visitantes habituales a los que, año tras año, se suman nuevas incorporaciones. Precisamente en octubre de 1934, y coincidiendo con la compra de los Johnstone del terreno para la construcción de su curioso hotel, la revista Art dedica un número extraordinario a la colonia de artistas extranjeros de Tossa, muchos de los cuales son alemanes que huyen del régimen nazi. En una crónica antológica, Rafael Benet evalúa la nómina de visitantes y residentes de aquel rincón de la costa que es, además, «una huerta fresal —donde se recogen fresas durante todo el año— regada por una riera en la que habitan tortugas en libertad». Algunos de los residentes mencionados en la crónica de Benet, como el pintor Oskar Zügel o el arquitecto judío Fritz Marcus, ciudadanos alemanes los dos, aparecen profusamente en este libro. Y entre los recién llegados destaca el angélico Marc Chagall, el gran pintor-poeta que, escribe Benet, «con sus ojos azules ha venido a sorber todos los azulados de Tossa». En justa correspondencia, Chagall estampa para la revista una dedicatoria especial en forma de eslogan: