María Luz Gómez - La Virgen de la Almudena y San Isidro

Prólogo

Como soy madrileña, y mi familia materna lo ha sido durante todas las generaciones que conozco, me ha parecido oportuno escribir lo que sé de los patronos de Madrid: nuestra Señora de la Almudena y San Isidro Labrador, para compartir estos apuntes con quienes se interesen en ellos; y para que dando a conocer un poco más esta advocación o “retrato” de la Virgen, y “la vida y milagros” de este gran santo, más personas les sean devotas y deseen recurrir a su poderosa intercesión, sean o no madrileñas.

Estas tradiciones e historias datan de años tan antiguos, que posiblemente en muchos casos vayan entremezcladas con la leyenda. Para la vida de San Isidro he sacado también para ampliar mis escasos conocimientos, cosas de una antigua película que relato en parte, si bien a mi manera.

Empezaré hablando de la Virgen en primer lugar, como es de recibo.

La imagen de la Virgen de la Almudena

Los habitantes de la pequeña villa de Magerit (así se llamaba en aquellos tiempos la actual capital de España, hoy Madrid) eran muy devotos de la Madre de Dios; a la que veneraban en una Imagen que, según la tradición, trajo de Jerusalén el apóstol Santiago de Zebedeo junto con otras tallas y objetos sagrados, en su venida evangelizadora a la Hispania Tarraconense, ocho años después de la Resurrección y Ascensión de Jesucristo. Se tiene la idea de que fue tallada por Nicodemo basándose en una pintura de San Lucas.

A aquella Villita, sigue diciendo la tradición, llegó la imagen por medio de un grupo de discípulos de Santiago. El ya había sido decapitado en Jerusalén por orden de Herodes Agripa; pero muchos de los colaboradores que vinieron con él de Palestina en su viaje evangelizador, y de los conversos que había logrado en la península, viajaban por ella en grupos predicando el evangelio.

En Magerit fueron muchos los que se convirtieron al cristianismo. Cuando el grupo evangelizador partió de la Villa para recorrer en su apostolado otros pueblos y ciudades, dejó la imagen en la casa de una conversa. Fue instalada poco después sobre el altar de una capilla, construida en su honor en la cuesta de la Vega por la comunidad cristiana que dejaron fundada aquellos discípulos del Apóstol. Dieron a la imagen, por el lugar de su ubicación, el nombre de Santa María de la Vega, y fue nombrada Patrona de la Villa.

Se cuenta de aquellos tiempos, entre otros muchos milagros que se le atribuyen, uno bastante relativo, que me hizo gracia por la forma en que lo oí relatar. Parece ser que había desaparecido de cierta casa noble, un esclavo al que su amo apreciaba mucho; y que este encomendó a la Virgen de la Vega su aparición. El sacerdote de la capilla era un “cura muy de pueblo”. La madera de la imagen se había oscurecido con el tiempo, y se llamaba a la Señora “la Morena”.

Dicen que el cura se acercó a la imagen, y le habló más o menos en estos términos:

“Morena, tienes que conseguir de tu Hijo que aparezca ese esclavo. El amo ofrece cuatro escudos que nos vendrían muy bien. Tu capilla es pobre, y las limosnas de tus devotos pocas. Estamos muy retirados, y no vienen demasiado a verte”.

Luego se encaró con el Niño Jesús:

“Y Tú no te rías, que tienes que hacer lo que diga la Morena ”.

El esclavo apareció a la mañana siguiente, y el amo depositó los cuatro escudos en el cepillo del templo.

Otra antiquísima imagen de la Virgen, aunque no tanto como aquella, que fue (y lo sigue siendo) muy venerada en Madrid, es la de Nuestra Señora de Atocha; que posteriormente pasó a pertenecer a la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán.

Pero como Patrona de la Villa, fue considerada siempre la Virgen de la Vega, hoy Nuestra Señora de la Almudena.

Ocho siglos han transcurrido desde entonces, y nos encontramos ya en el año 712 de la era cristiana. El Rey godo Don Rodrigo ha sido vencido en la batalla de Guadalete por los capitanes musulmanes Muza y Tariks, y la invasión marroquí va avanzando en España.

Ante la inminencia de su llegada a Castilla, el Arzobispo de Toledo escribe a Magerit entre otras muchas villas, ordenando que se escondan bien todas las imágenes religiosas para evitar profanaciones.

Reunidos muchos cristianos (prácticamente ya todo Magerit lo era) en la capilla de su venerada Patrona, al terminar la santa Misa escucharon leer a un anciano sacerdote la carta del arzobispo. Tras la lectura, aquel pronunció un sermón muy religioso y patriótico, diciendo que lo primero que había que hacer era encontrar un buen escondite para la Imagen de la Virgen. Y lo segundo aprestarse a luchar contra la morisma. Lógicamente, la villa de Magerit resultaría vencida en aquel momento. Pero cuantos hombres pudieran hacerlo, deberían unirse al ejército que se formaría con los cristianos de otros lugares para luchar contra los infieles, impedir su avance, y recuperar sus tierras cuanto antes. Como ya sabemos, aquello no fue posible hasta pasados tres siglos, en que comenzó con fuerza la Reconquista.

Un herrero muy devoto de la Virgen, se levantó para decir que el conocía un buen sitio para ocultar la imagen. El sacerdote la tomó del altar junto con dos cirios, y él y la mayoría de los fieles marcharon tras el herrero. Este los condujo a la muralla que rodeaba Magerit, y por el lado exterior, ayudado por algunos hombres, derribó en parte la superior de uno de los torreones o cubos (de las dos formas eran llamados), y construyó en el hueco dejado un camarín en el que fue instalada la sagrada Imagen con los dos cirios encendidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Cerrando el camarín reconstruyó el torreón, que quedó exactamente igual a como estaba antes.

En aquellos tiempos la Villa era poco mas grande que el monte en el que hoy tienen su asiento la Catedral de la Almudena y el Palacio Real.

Y aquel secreto, olvidado con el paso del tiempo, se conservó en la familia del herrero de generación en generación.

Muza tomó Toledo y Magerit; y los musulmanes, que ya ocupaban media España, continuaron conquistándola hasta llegar a Francia, por la que pretendían seguir su victorioso paseo militar, pero no lo lograron. Fueron rechazados en la misma frontera.

Tan sólo resistieron en España algunos pequeños reductos del Norte, y daba la impresión de que su independencia no iba a durar mucho; pero fue una impresión equivocada. Covadonga, por ejemplo, jamás fue musulmana.

En el año 1.083 el Cid Campeador Rodrigo Díaz de Vivar, conquistó Toledo y sus alrededores. Una vez reconquistada la villa de Magerit, una muchachita llamada Miriam, última descendiente del herrero que escondió la imagen de la Virgen, conocedora del secreto, acudió al Alcázar para comunicárselo al Cid.

Este intentó encontrar la preciada Imagen sin conseguirlo. Los torreones eran muchos; no deseaba derribar la muralla; y no se encontró la menor señal indicadora de en cual de ellos estaba.

Dos años después, en 1.085, Miriam se dirigió al Alcázar de Toledo para comunicar de nuevo su secreto; esta vez al Rey Alfonso VI el Bravo de Castilla y León. Este se dirigió con la muchacha, acompañados de su esposa la Reina Constanza, al Alcázar de Magerit, intentando confirmar en la Villa aquella revelación. Pero encontró las mismas dificultades que había encontrado el Cid.

Lo que hizo de entrada, fue pedir al Obispo que consagrara la antigua capilla donde había sido venerada la imagen como Iglesia de Santa María la Mayor; y mandó pintar en uno de sus muros una Virgen con el Niño, lo más parecida posible a la descripción que Miriam hacía de la antigua Imagen, cuyo recuerdo había pasado en su familia de padres a hijos.