Nathalie De Salzmann - No saber es formidable
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- Libro:No saber es formidable
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- Editor:Ganesha
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- Año:2014
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Nathalie De Salzmann de Etievan
Título: ¡No saber es formidable! NATHAUE DE SALZMANN DE ETIEVAN Foto de portada: Christian Van Den Abeele Paginación electrónica: Estela Aganchul © Nathalie De Salzmann de Etievan, 1989 Primera edición: Bogotá, Colombia, 1989 Primera edición en Venezuela: Septiembre de 1996 Todos los derechos reservados de acuerdo a las Convenciones Internacionales y Panamericanas sobre los Derechos de Autor. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida en forma alguna o por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones, o cualquier sistema de registro y recuperación de información, conocido o por inventarse, sin permiso por escrito del editor. ISBN: 980-6404-00-9 Impreso en Venezuela - Printed in Venezuela EDITORIAL GANESHA Apartado postal 189 Los Teques, Edo. Miranda Venezuela. Fax: (58 32) 634855 CONTENIDO
PREFACIO CARTA A LOS LECTORES INTRODUCCIÓN PRIMERA PARTE
CAPITULO I LA SITUACIÓN ACTUAL El mundo de hoy Los padres en el mundo de hoy Los niños en el mundo de hoy
CAPITULO II LA EDUCACIÓN ¿Qué es educar? Lo que se enseña, lo que se aprende El educador ante una nueva concepción educativa
SEGUNDA PARTE CAPITULO III PRINCIPIOS BÁSICOS PARA UNA NUEVA EDUCACIÓN El amor al esfuerzo, el reto El amor al trabajo El desarrollo de la atención La educación no competitiva La importancia de buscar: no saber es formidable La necesidad de confianza El sentido de la responsabilidad La educación de la voluntad La necesidad de amor La exigencia y la libertad Preparación para la vida
CAPITULO IV
UNA VERDADERA EDUCACIÓN INTEGRAL Una verdadera educación integral La educación del sentimiento La educación de la mente y la inteligencia
CAPITULO V LA FORMACIÓN DE UNA CONCIENCIA La religión y los niños Ideas sobre el bien y el mal El sufrimiento en la formación de la conciencia
CAPITULO VI LA EDUCACIÓN DEL SEXO La educación del sexo La homosexualidad La masturbación
TERCERA PARTE CAPITULO VII CUALIDADES QUE DEBE TENER UN EDUCADOR El Educador Estar abierto ante los niños Aceptar el aprender mientras se enseña Tener un interés propio Aprender a ser honesto Cumplir con el deber Ser positivo frente a lo negativo Aprender a ser firme
CAPITULO VIII COMO APLICAR ESTAS NUEVAS IDEAS EDUCATIVAS Un nuevo acercamiento a herramientas antiguas La disciplina El castigo El respeto Un tratar diferente para el educador El paro. Una necesidad para el educador El tratar: Qué es y su importancia El desconcierto
CAPITULO IX LA NECESIDAD DE UNA COMUNICACIÓN ABIERTA La relación maestros-padres Relaciones entre educadores
CUARTA PARTE CAPITULO X PROBLEMAS DE LA EDUCACIÓN Y ALGUNAS SUGERENCIAS PRACTICAS Problemas que surgen del caos de la vida actual La televisión Las drogas El ruido Problemas inherentes al ser y sugerencias prácticas a tomar La violencia Sugerencias prácticas para tratar con niños violentos Los caprichos Sugerencias prácticas para tratar con niños caprichosos La vanidad Sugerencias prácticas para tratar con niños vanidosos La envidia Sugerencias prácticas para tratar con niños envidiosos La destructividad Sugerencias prácticas para tratar con niños destructivos La mentira Sugerencias prácticas para tratar con niños mentirosos El robo Sugerencias prácticas para tratar con niños que roban Niños difíciles No hay niños-problema Niños que llaman continuamente la atención Sugerencias prácticas para tratar con niños que llaman continuamente la atención Niños que no se quieren a sí mismos Niños que no tienen sentimientos Niños dispersos Niños pasivos y demasiado tranquilos Niños desordenados Niños que copian a los demás Niños que insultan Niños que acusan Niños que dicen groserías Niños crueles con los animales Niños con problemas para comer Niños egoístas Niños que lloran mucho Niños irresponsables Niños con miedo, niños inseguros Niños que se burlan Recursos prácticos para situaciones difíciles Formas de tratar la falta de atención CAPITULO XI LOS JÓVENES Algunas sugerencias para tratar con los jóvenes
CAPITULO XII PRACTICAS QUE SIRVEN DE APOYO A LA EDUCACIÓN El arte y la música al servicio de la educación El juego al servicio de la educación Juegos para el instinto Juegos para el sentimiento Juegos para la mente Juegos para el cuerpo CONCLUSIONES PREFACIO Una dirección y una esperanza Las ideas que se expresan en este libro no provienen de lecturas ni de elaboraciones mentales. Todas ellas están enraizadas en la experiencia directa de su autora con niños, adolescentes y adultos, a lo largo de más de cuarenta años de búsqueda. Estas ideas-que habría que llamar más bien constataciones- tienen valor precisamente porque son concretas y prácticas, porque se fundan en la observación atenta de niños, maestros y situaciones educativas, en el curso de una vida dedicada a comprender y ayudar al ser humano Quienes escribimos estas líneas somos maestros y padres del primer colegio fundado por la señora Nathalie de Etievan. Estamos convencidos de la importancia de este libro y de su diferencia con muchos otros que conocemos sobre educación. Resultado de una práctica activa, interesada y perseverante de la docencia, fruto de un continuo tratar, a través de muchas y muy diversas formas, ante las dificultades de la educación moderna, él propone un auténtico modelo educativo, un modelo que-desde la experiencia de nuestro propio tratar y ante sus resultados positivos- reconocemos como coherente y válido. En nuestro esfuerzo por acercarnos a una educación más completa y armoniosa para nuestros alumnos y nuestros hijos, hemos recibido un constante apoyo y dirección de la señora Nathalie. Ella no nos ha dado recetas. Nos ha propuesto orientaciones claras y ha despertado en nosotros el entusiasmo para tratar-una y mil veces- por nosotros mismos, y así aprender por nuestra propia experiencia. Ella nos ha mostrado, por ejemplo, que la educación del sentimiento, tan descuidada hoy día, es fundamental; que no es maestro el que ya sabe, sino sobre todo el que trata de estar constantemente atento y abierto a aprender; que no podemos pedir nada a nuestros hijos o a nuestros alumnos, si antes no lo hemos exigido, con honestidad, de nosotros mismos. El libro está lleno de proposiciones como ésas, que sentimos justas, verdaderas. Aporta consideraciones sensatas sobre problemas que padres y educadores confrontamos a diario (la disciplina, el castigo, la educación sexual, la televisión, las drogas...). Entrega sugerencias prácticas acerca de cómo entenderá niños con características específicas (niños violentos, caprichosos, envidiosos, destructores...) y cómo ayudarlos a reencontrar un equilibrio. En cada caso se trata de descubrir las verdaderas causas del problema (que a menudo están en uno mismo como padre o como maestro) y de resolverlo mediante una exigencia de atención y esfuerzo, primero en uno, después en el niño. Y todo esto, desde una perspectiva positiva, esperanzadora, desde una valoración, una confianza y un cariño hacia uno y hacia el niño. Esta obra no fue concebida ni escrita, en principio, como libro. Fue compuesta a partir de múltiples notas, apuntes y transcripciones de las conferencias que a través de los años la señora Nathalie ha venido realizando en varios países y de los diálogos que sostiene permanentemente con los educadores de sus colegios. Ha nacido -puede decirse- dentro del aula. Contiene un saber muy real, muy práctico y sencillo, basado en intentos y dificultades concretas, y sentimos que el lector puede recibirlo así. La experiencia de la señora Nathalie en Venezuela, así como la del Colegio "Los Hipocampitos", fundado por ella en 1974 y actualmente radicado en Carrizal (Edo. Miranda, Venezuela), se ha extendido hacia otros países. En Cali y en Lima, y más recientemente en Santiago de Chile, otros grupos de educadores y de padres han percibido el valor de este modelo y se esfuerzan por hacerlo realidad en otros colegios, que funcionan también bajo la orientación personal de ella. Para nosotros, que tenemos el privilegio de trabajar como maestros o de tener a nuestros hijos en uno de estos colegios, este libro es un aporte valioso para quien quiera cumplir honestamente con su responsabilidad como educador -¡y los padres también lo somos, por cierto!- para con sus hijos y alumnos. En medio de las crecientes dificultades económicas, sociales, y sobre todo éticas, que confrontamos, en medio de esa oleada de confusión y escepticismo que se nos viene encima, por la carencia de valores justos para nuestras vidas, sentimos que este libro aporta una dirección y una esperanza. Una dirección justa y una esperanza concreta, realizable día tras día, en la difícil pero apasionante tarea de educar. Maestros y padres fundadores del Colegio "Los HIPOCAMPITOS” Carrizal, agosto de 1988 Carta a los lectores Queridos lectores: Desde muy pequeña fui educada de acuerdo a las ideas de G.I. Gurdjieff, expresadas en el libro Fragmentos de una Enseñanza Desconocida de P.D. Ouspensky. Esta enseñanza despertó en mí un profundo interés por buscar una forma de educar que ayudara al niño a despertar su conciencia y a desarrollar su sentimiento. Este libro es una recopilación de varias conferencias dadas en muchos países, en el curso de varios años, y también de reuniones sostenidas con mi equipo de maestros. Debido a estas razones, hay repeticiones, por las que de antemano quiero pedirles disculpas. Por otra parte, quiero subrayar aquí, que mi carácter es entero y con una marcada tendencia hacia lo categórico. Algo de esto se notará en mis palabras: Quisiera que ustedes, al leer este libro, pongan las cosas en su sitio. Esas exageraciones o maneras absolutas de decir las cosas, no revelan ninguna violencia o negatividad de parte mía, sino por el contrario, un sincero deseo por el bien de todos y una profunda convicción de que eso es posible. Gracias, Nathalie de Etievan Introducción En este libro nos proponemos mostrar el estado actual de las cosas, en un lenguaje sencillo y sin tapujos. Después de trabajar durante veinte años formando jóvenes y preparando maestros, fundamos en 1974, una escuela para niños y jóvenes en la cual hemos puesto en práctica nuestras ideas. Nos decidimos a comunicar nuestra experiencia ante el resultado de nuestro tratar, nuestros logros y fracasos; y la angustiosa situación que viven los niños, los jóvenes y los padres, en el mundo de hoy. En este momento de la humanidad todos podemos ver la actitud del joven ante el mundo que él siente y percibe: una actitud de negación, de rechazo. No quiere recibir nada de él. Una actitud que es angustiosa para todos. ¿Qué va a ser de estos jóvenes el día de mañana? No están acostumbrados a ser responsables ni a poner sobre sus hombros el peso de una dificultad. Esta situación trae como resultado el intento de evasión, recrudecimiento en el uso de las drogas, dejadez y abandono. Por su parte, los adultos se sienten desconcertados, no saben cómo enfrentar esta circunstancia, a la vez que se opera en ellos un frenesí de vivir sus propias vidas, con su correspondiente transferencia de valores. Los intercambios de parejas, la consecución de dinero como meta primordial, la búsqueda de poder sin asumir la responsabilidad que ello conlleva y la permisividad sin límites que hace del mundo un lugar donde nada es malo, todo es válido. Desgraciadamente esta situación y su trayectoria apuntan hacia un mañana peor que hoy. Es por lo tanto imperiosa y necesaria una educación dirigida a despertar la conciencia, a infundir en los niños la confianza en sí mismos para enfrentar la vida, responsabilizarse, y utilizar su inteligencia conjuntamente con sus sentimientos. Después de haber visto y leído sobre tantas maneras de educar, que no dan resultados suficientemente satisfactorios, debemos decir, afirmar, que los padres y maestros a quienes nos dirigimos a todo lo largo de este libro, tienen que ser como los educadores antiguos: seres absolutamente dedicados a su profesión, con un profundo interés en lo que están haciendo e incondicionalmente decididos a aprender tanto como a enseñar, afín de ser más y por consiguiente, poder dar más. Deben ser maestros con una apertura especial hacia los niños, un afecto, un amor. Ayudar a un ser humano a transformarse, a convertirse de niño en hombre verdadero, es la mayor ayuda que se puede dar a la humanidad y al mismo tiempo, da a la persona cuya vocación es educar, la felicidad más profunda que existe en la vida. Esto que proponemos viene a ser, en esencia, un verdadero sacerdocio. Educar de esta manera, de una manera realmente integral, en la cual educar y aprender no es tan sólo una parte de la vida sino la vida en sí, impone ciertas condiciones y por lo tanto, son quizás pocas las personas a quienes podemos interesaren trabajar de esta forma. Hacemos un llamado a unirse a nosotros a todos aquellos seres, maestros o no, que leyendo este libro se interesen en ampliar su inteligencia y su posibilidad de amar, y que tengan algo positivo para dar a los niños. Otra de nuestras dificultades proviene de que consideramos indispensable dar a los niños una atención más personalizada. Esto quiere decir tener pocos niños por aula, lo que a su vez representa doble cantidad de maestros y de salarios. Los niños necesitan que se les propongan muchas cosas diferentes (carpintería, mecánica, judo, artesanías...) para ampliar su mundo de experiencias y facilitar que sepan en el futuro escoger realmente lo que quieren y se encuentren mejor preparados para enfrentar la vida. Todas estas actividades cuestan. La educación así, no da dinero. Con ella no se gana dinero, no es negocio, y no debe serlo. Esta clase de educación tiene una dimensión e importancia innegables, pero es muy costosa. Por otra parte, la idea déla educación gratuita recae sobre el Estado, que al no poder hacerle frente a la enorme carga económica, la convierte en una educación masiva y niveladora. Estudiando la humanidad desde el comienzo de su historia, se notará que cada vez que surge una propuesta, inmediatamente ocurre una reacción contraria y en ambos casos hay exageraciones. La última tendencia generalizada en la educación occidental, en la segunda mitad del siglo XIX, fue la del mundo Victoriano. Exagerada en cuanto a prohibiciones de toda clase, creando inhibiciones en los seres y provocando, tal como son las cosas, la reacción contraria actual: todo está permitido. Ni los principios en que se fundamentó la reina Victoria, ni aquellos en los que se basan los educadores modernos, que reaccionan contra el pasado, están en lo cierto. No lo están porque son exagerados y lo exagerado nunca es lo justo. La verdad está siempre en algo medido, equilibrado. De igual modo, la educación dirigida sólo a la mente y al cuerpo, no es equilibrada porque se olvida de un factor importantísimo-, la educación del sentimiento. Nosotros quisiéramos ayudar a ese factor de equilibrio contribuyendo así a reencontrar un sitio justo entre dos exageraciones. Este libro es el resultado de años de trabajo con maestros, educadores y psicólogos y está basado en conversaciones y discusiones con ellos. Tiene como meta alertar a padres y maestros, brindándoles una herramienta práctica para educar y de ese modo, influir positivamente en su ambiente. PRIMERA PARTE CAPITULO I La situación actual El mundo de hoy El mundo del hombre de hoy es un mundo sin límites. Un mundo en el cual surge una angustia eseral; donde la negatividad ha penetrado tiñendo todo a su paso y donde el sexo, el miedo, la avidez de poder y la violencia, parecen regir la vida. Basta con mirar cómo se desenvuelve nuestro día, para darnos cuenta de cómo la negatividad lo impregna desde el momento en que salimos de nuestra casa. Los niños de los vecinos, los conductores en la calle, el jefe en la oficina, todos ellos buscan sobre quién o sobre qué descargar su estado de ánimo. Si iniciamos la lectura de la prensa, entre los titulares de la primera página es difícil encontrar una noticia agradable. Todo se refiere a guerras, disturbios, drogas, incomprensión, tensión, matanzas, despilfarro e incompetencia. Incluso en los círculos familiares, cuando hay un niño por nacer, se dice: "¿para qué traer un niño en esta época?". Los puntos de vista, las opiniones y aun las perspectivas del futuro, se ven desde el lado negativo. Y la negatividad no es otra cosa que la negación de sí mismo. El proceso comienza por negarse a sí mismo y desde ahí, desde ese sentimiento, se continúa negándolo todo, pasando por muchas formas que van desde la cólera hasta la autocompasión. Casi nada se hace sin la sombra de lo negativo que cubre y envuelve todo; tanto a la gente y sus reacciones, como a las cosas, a los acontecimientos y sus circunstancias. Otro signo de este siglo es la violencia, que nos atrapa como un alud. Comienza a rodar como una cosita de nada desde lo alto de la montaña, y se hace más grande, creciendo cada vez más, tomando mayor impulso, mayor velocidad, llevándose consigo gente, casas, ciudades y países. Como producto de nuestra manera de ver las cosas y de fallas en nuestra educación, en nosotros también crece la violencia y se hace cada vez más grande, hasta que ocupa el primer puesto y casi no cabe nada más dentro de uno mismo. Otra característica de hoy es la permisividad que existe dentro de un mundo sin límites ni barreras. Esta situación impide que el ser adquiera una conciencia moral, indicadora de lo que es el bien y el mal, y ocasiona en los hombres una gran inseguridad. Nada se pide, ni se exige, ni se indica. Es el sí irrestricto frente al no inflexible, el no tradicional. Este mundo también está marcado por el signo del materialismo, donde los valores que imperan son el dinero, la adquisición de cosas y la avidez de poder. "La valoración" o "lo que vale" el ser humano, la persona, se establece a partir de lo que tiene, de lo que gasta o del poder que ostenta. Por lo tanto, la vida se mira como fuente de placer sin el cual no tiene valor. Es esa búsqueda de placer que se obtiene pagando por él sólo dinero, lo que rige las vidas y, por lo tanto, es válido el uso de cualquier medio para obtenerlo. El crimen se organiza y prospera porque es la propia sociedad quien lo patrocina. Otro problema es el sexo. Está mal enfocado, mal comprendido y ocupa un sitio que no le corresponde. Se tiene un actitud contradictoria frente a él, porque a la vez que es buscado, se le desprecia o se le rechaza. En este mundo caótico, contradictorio, angustiante y al mismo tiempo, demasiado estructurado, a los padres -que no han madurado suficientemente y necesitan ellos mismos pasar por muchas experiencias personales- se les supone capaces de saber y poder educar a sus hijos. Pero la realidad es que ésta es una tarea por encima de sus posibilidades. Los padres en el mundo de hoy Sostener un hogar en los momentos actuales, se ha convertido en una "maratón" que obliga a la pareja, hombre y mujer, a trabajar para conseguir un ingreso que les permita hacer frente a las responsabilidades económicas. De ahí que por fuerza mayor, los padres de hoy se han convertido más en proveedores que en educadores de sus hijos. Cuando regresan a su casa después de ese trajín diario con tantas vicisitudes, en un mundo lleno de presiones y conflictos ante el cual, en la mayoría de los casos, se sienten impotentes, ¿qué es lo que traen? Cansancio, tensiones y problemas que provocan una tirantez que engendra en el hogar miedos, angustias e inseguridades. Ante este hecho, el padre educador se excusa y cede su puesto al padre proveedor. Excusa que no le sirve al niño para llenar el vacío producido por esta situación. Los niños, ante esta falta de atención, que reciben como falta de amor, se sienten abandonados y reaccionan de diferentes formas: evasión, agresión y drogas. Los padres, en compensación, y para mitigar su profundo sentimiento de culpa, inundan a sus hijos de juguetes y obsequios, tratando de esa manera de asegurar su cariño. Por otra parte, algunos padres, habiendo recibido una educación, en determinados casos permisiva y en otros represiva, y al no ver resultados positivos para sí mismos, han reaccionado contra ese tipo de instrucción, impartiendo una completamente contraria a la que recibieron. Con ese ir y venir de un extremo al otro, sólo se pueden obtener resultados negativos. También hay padres que no recibieron ninguna educación específica. En esta situación no tienen experiencia a la cual acudir y, por lo tanto, sin un punto de referencia, no saben qué hacer y abandonan antes de haber tratado. Este abandono los lleva a sumergirse más en su imaginación o en sus ambiciones, sin enfrentar ni confrontar la realidad, sea la de sus hijos o la que le presentan los educadores de sus hijos. Rechazan cuanto les dicen los maestros. En lugar de ayudar al educador, en la mayoría de los casos, y para mitigar su sentimiento de culpa, se constituyen en "defensores" de sus hijos con el consiguiente perjuicio para estos. Otros más, sin convicción propia, repiten la educación recibida o ensayan diferentes fórmulas "prefabricadas", por lo cual los resultados también son negativos. Este estado de cosas lleva a los padres a alejarse de la' educación de sus hijos y a volcar su interés, con mayor énfasis, sobre cosas externas, ajenas a la vida interior del ser humano: ganar dinero, buscar placer, prestigio y posición. Los resultados de tal circunstancia, son sentidos por sus hijos como una falta de interés, cuando en realidad son queridos por sus padres. Esta situación de aparente ausencia de afecto e interés, lleva a niños y jóvenes hacia reacciones y actitudes que los separan aún más, y que dejan en los padres un sentimiento de impotencia. Un sentimiento de que la situación los ha rebasado, que en algunos casos puede parecer demasiado tarde para corregirla o evitarla. Dentro de las circunstancias que determinan la situación actual y la relación existente entre padres e hijos, está el problema de la relación entre los padres mismos. En demasiados casos es una relación mal llevada. Cada uno culpa al otro de su propia infelicidad. Se reprochan mutuamente, dejando en el niño la impresión de que "el otro me debe algo, pero yo no le debo nada a nadie" o, lo que es lo mismo, "tengo derechos, pero no deberes". Situaciones generales como ésas, dificultades en el hogar, relaciones difíciles con los hijos, enfrentamientos diarios con un mundo frecuentemente hostil y negativo, llevan al ser humano a tratar de escapar de sí mismo, de su vida interior tan llena de recriminaciones, sentimientos de culpabilidad y de impotencia. El mundo exterior que, con sus exigencias e imposiciones, enfrenta al hombre con sus limitaciones, también contribuye a que éste trate de escapar de su propia realidad, buscando el desahogo en el alcohol, en el sexo desenfrenado, y en todo aquello que le ayude a lograrlo. Una realidad que para ser enfrentada requiere un conocimiento de sí mismo, el sentirse querido y el querer a sus seres más allegados: su familia, su mujer y sus hijos. Casi todo lo que el mundo de hoy le ofrece al ser humano parece arreglado para que la atención sea puesta totalmente en lo de afuera y no quede nada para su vida interior. Mientras esto no cambie, mientras esa dirección de la atención no se invierta y se equilibre, las cosas habrán de empeorar cada vez más. Y no es que el hombre no quiera acercarse a su mundo interior. El ser humano tiene un anhelo profundo de superación y un gran deseo de relacionarse con algo superior: Dios, llamado de diferentes maneras. Pero, al no ser educado en una verdadera búsqueda espiritual de su propia esencia, basada sobre un trabajo para el conocimiento de sí mismo, se encuentra con un enigma demasiado complejo y difícil de descifrar sin la base adecuada, y como consecuencia, este anhelo se distorsiona y toma otros caminos. Los niños en el mundo de hoy El niño, que es como una esponja, absorbe este mundo mezclado, negativo, confuso, y al mismo tiempo reacciona contra él. No está preparado para ese, ni quiere recibirlo, pero, si no se le presenta algo de mejor calidad, si no le llega una dirección positiva con la suficiente continuidad, si no recibe afecto y atención justos, provechosos y estimulantes... ¿qué alternativa le queda? El niño se siente inmensamente solo. La ausencia de los padres en el hogar y la carencia de valores espirituales lo llevan a una vacuidad, a una falta de sentimiento y a un irrespeto por el mundo. La mala relación que tienen los padres entre sí, hace que el niño no pueda creer en el amor, pues no lo ha visto alrededor suyo, ni ha sido sembrado en él. No sabe lo que es, no lo siente, no vive en él y, por lo tanto, no puede producirlo. La educación de hoy en día está casi exclusivamente dirigida a desarrollar la mente. Hay una admiración exagerada hacia lo que se llama inteligencia o capacidad intelectual a expensas de los sentimientos y del cuerpo. Simón Bolívar dijo: "el talento sin probidad es un azote". Es este énfasis desequilibrado el que hace que tanto en la escuela como en el hogar se den tan sólo explicaciones teóricas dirigidas únicamente a la mente del niño, quien las entiende y graba pero no las comprende, porque al no estar involucradas sus otras partes -cuerpo y sentimiento- no son asimiladas. Se le explican las cosas al niño sin tomarlo en cuenta integralmente, sin tomar en cuenta sus sentimientos y su instinto. Se olvida al niño por unas ideas que resultan ser más importantes que él. Los padres no saben que hay que expresar externa e intencionalmente sus sentimientos hacia sus hijos y por lo tanto, estos no reciben la cantidad ni la calidad de cariño que necesitan. Y es ese cariño el factor fundamental para que en ellos se desarrolle la estima y la confianza en sí mismos. Claro está que los padres perciben que hay una falta, pero desafortunadamente sustituyen el esfuerzo diario de dar cariño por satisfacciones exteriores que son mucho más fáciles de proveer; uno simplemente va y las compra. En estas condiciones niños y jóvenes buscan refugio en la televisión, en los amigos, en la droga, en los objetos, en la pasividad o en la rebeldía. Intentan evadir la realidad tratando de crear un mundo excitante. Encuentran en sus amigos seres absolutamente iguales a ellos, con sus mismas carencias; por eso se sienten seguros y cómodos con ellos. Estas asociaciones de seres que aún no están formados y que no comprenden su papel en la vida ni lo que ésta representa, los lleva a copiar cuanto ven a su alrededor, lo que les presenta el cine y la televisión... que no es siempre lo más edificante. Copian actitudes entre ellos mismos y crean una manera de ser negativa, pasiva y a veces violenta. De ahí las pandillas y otras formas de rechazo a la sociedad y de negación del mundo en que viven, incluyendo todo aquello que representa autoridad, dirección o disciplina. Otro vehículo de escape es la televisión, cuyos programas de mayor audiencia están centrados en la violencia, utilizando como disculpa la lucha del bien contra el mal. Aun detrás de los programas llamados "educativos" hay en muchos casos temores y agresión. Hasta en los dibujos animados hay violencia solapada, en la cual el "bueno" ejerce violencia física sobre el "malo", o en el mejor de los casos se burla de él en forma hiriente. No hay castigo por matar al malo, si eres el bueno. En general, los demás programas infantiles, de muy baja calidad en cuanto a presentación de los valores espirituales y morales que podría tener el ser humano, son además de una pobreza intelectual apabullante. El resultado de todo esto, es que el joven no encuentra nada que lo estimule en su casa, no ve cosas ni ejemplos positivos en sus amigos, ni en la televisión, y se refugia en el rechazo, en la droga y en la evasión de todo tipo de responsabilidad. Sin embargo, en el fondo, detrás de todas esas acciones, lo que hay es una gran inseguridad. Así va construyendo un modo de ser pasivo -aun físicamente- en contra de un mundo en el cual no cree ni puede respetar. Toda esta situación del niño proviene de una sola carencia básica: la profunda necesidad de amor. ¿Cómo aprender a dar amor? A través de una atención dirigida y voluntaria, varias veces durante el día. Esta clase de atención o amor, puesta inmediatamente sobre el niño, en repetidas ocasiones, es absolutamente necesaria para poder educar y a la vez aprender a expresar los sentimientos más profundos que se tienen hacia él. El niño es un ser abierto que necesita y le falta guía y dirección constante. Hay que acercarlo físicamente, acariciarlo, y también tocar su sentimiento. Hacerle sentir el cariño y el amor que uno le tiene. En nuestra escuela los maestros son entrenados en el desarrollo de una atención más fina y en dejar fluir libremente la expresión de afecto o sentimiento positivo que tienen hacia los niños. Cuando el niño recibe este sentimiento, se impregna de él, lo almacena y luego lo expresa libremente también, capacitándose así en dar y recibir amor. En estas condiciones el niño se siente aceptado, respetado y querido. Al absorber estos sentimientos positivos, sentirá lo mismo hacia su propio ser, respetándose, aceptándose y queriéndose de manera justa, sin tintes de vanidad ni egocentrismo pernicioso. Desarrollará seguridad y confianza en sí mismo. Es esto exactamente lo que el niño habrá de proyectar en su relación con los demás, iniciando así una cadena de nuevas posibilidades en las relaciones entre los seres humanos. Lo negativo habrá dejado de ser interesante para él y no tendrá necesidad de adoptar actitudes agresivas o de rechazo hacia sí mismo ni hacia los demás.
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