A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. DE VECCHI EDICIONES, S. A.
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Prólogo
Deseábamos hacer un libro para aquellos que no se mueven con soltura en la cocina, llenar, con esta obra (tantas veces soñada por los inexpertos), ese hueco que dejan todos los tratados, repletos de recetas, pero en los cuales faltaba esa sencilla, simple y fácil explicación que iniciase al lector en los conocimientos básicos de lo que es realmente la cocina.
Conocer, paso a paso, lo que es un alimento, cómo se compra y cuándo; cómo se limpia y prepara; cómo se cocina mejor; qué cualidades o características especiales tiene, y dar recetas simples, de esas que hacemos todos, cada día, en nuestra casa y que, precisamente por fáciles se omiten en los buenos libros de cocina. Además, estas recetas sirven, en ocasiones, como base, o sea, que después de su detallada y clara exposición, con tiempos de preparación y tiempos de cocción y valor económico de la receta, vienen unas variantes, en las cuales se sugiere la forma de modificar la receta base, de manera que esta pueda ofrecer otras posibilidades.
Como punto de partida hemos tenido en cuenta, a la vez, que se tratase de un recetario sencillo y económico; cuando una receta resulta cara se debe a que el alimento es de precio alto. En las recetas de otros libros suele ser muy frecuente que los ingredientes hagan subir el coste. No ocurre así en el libro que usted tiene en la mano. Aquí todo es verdad y todo se ha pesado, medido, calculado y escrito para orientarle, responder a sus dudas y ayudarle en esa tarea, a la cual son muchos los que por necesidad tienen que enfrentarse por lo menos dos veces al día (comida y cena), con la tarea de cocinar.
Cuando alguien pregunte a un librero o a un autor ¿qué libro me recomienda usted para cocinar que me lo enseñe todo, desde el fuego hasta la sal, o poner el aceite y hacer de forma correcta cualquier plato sencillo de cocina? La respuesta no puede ser otra que ofrecerle este libro.
En mi larga y extensa experiencia he escrito muchos libros precisamente sobre el tema que nos ocupa y, cuando unos recién casados o unos estudiantes que comparten piso me han preguntado por un título mío que pudiese servir para hacer la cocina sencilla y normal, he tenido que decir, con pena, que ese todavía no lo había escrito; ni yo ni nadie, pues requería un verdadero estudio y un tiempo bastante largo en su preparación, pero por fin puedo responder, afirmativamente, a esta pregunta.
He aquí el libro esperado y deseado que enseña a cocinar desde la A hasta la Z. Sólo deseo que les sea verdaderamente útil.
Introducción
Para saber cocinar es necesario aprender varias cosas:
Aprender a conocer los alimentos que tenemos a nuestro alcance para así saber limpiarlos, prepararlos y cocinarlos de la forma más idónea, sacándoles con ello, total rendimiento. Esto lo encontrará perfectamente explicado en este libro.
Aprender a medir con todo lo que tenemos a mano. Ejemplo: cucharón, cuchara, cucharilla, taza de café, taza de desayuno, vaso de vino y vaso de agua. Todos ellos de medidas corrientes que se encuentran a nuestro alcance.
Aprender a pesar, cuando así lo indique la receta, nada de hacerlo a ojo; 400 g son 400 g, no 450 g.
Aprender a echar la sal, resulta un poco difícil de lograr pero es posible si ponemos cuidado en ello y, sobre todo, comenzamos por echar siempre de menos antes que de más. Esta es una regla de oro. En todo caso se puede solucionar mejor si echa de menos (añadiendo sal después) que si echa de más. Lo salado (caso de ser un caldo o un guisado) se arreglará añadiendo agua o leche y hasta un poco de azúcar.
Aprender a echar el aceite o la grasa que se pr ecisa. Aunque esto viene indica do ya en cada una de nuestras recetas, no está de más que recordemos que la grasa no debe sobrar nunca, pues las comidas grasientas son poco apetecibles; sólo los fritos se salvan de este punto. Hay que ser parcos y no espléndidos con la grasa.
Aprender el grado de calor del fuego. Si difícil era el punto cuatro, sobre la sal, este también lo es bastante. Existen tantos tipos de cocina con quemadores de tan diferentes clases y tamaños que, aun utilizándose gas en todas ellas (butano o gas natural), es casi imposible que lográramos unos grados de calor exacto. Además, contamos con fuegos naturales de leña (en el campo); carbón (raramente); electricidad (rápida o lenta, según el tipo de placa-quemador).
Por todo lo enumerado aconsejamos tener presente lo siguiente:
a ) Los quemadores pequeños servirán para los pucheros y cazuelas más pequeños.
b ) Los quemadores grandes servirán para los más grandes.
Este es un método lógico que permite, además, ahorrar energía.
c ) Al principio de un guiso o hervido el fuego debe ser vivo con el objeto de apre surar el inicio, pero cuando el rehogado o la ebullición se haya conseguido bastará sólo con mantenerla. Para ello será suficiente bajar la intensidad del fuego hasta lograr nuestro deseo; en ocasiones un puchero que empezó en un quemador grande, al máximo, mantendrá su cocción en otro pequeño al mínimo.
d ) Los fritos se hacen siempre a fuego intenso, sobre todo el pescado pequeño entero. Algunos preparados congelados exigen fuego muy vivo y de ello depende el éxito de la fritura.
e ) En cuanto al horno se refiere, la cuestión es todavía más difícil. Los hornos de gas sólo funcionan por arriba (grill) o por abajo (horno). Si tratamos de tostar (gratinar) unos canelones o unos macarrones, la parrilla o «grill» nos irá bien, pero si precisamos que el calor sea uniforme tendremos que alternar ambos fuegos cuidando mucho hasta lograr que el alimento en cuestión se nos haga tal como deseamos.
Para esto son indiscutiblemente mucho más prácticos los hornos eléctricos que funcionan con las dos fuentes de calor a la vez, y con un regulador preciso de la temperatura. Incluso existen cocinas con horno que tienen reloj.
Cómo debe ser nuestra dieta habitual
La dieta corriente debe tener en cuenta dos cosas: las necesidades alimentarias y las posibilidades económicas. Así que el verdadero problema reside actualmente en encontrar la forma más barata de alimentarse manteniendo, además, un perfecto estado de salud. Para ello se tendrá en cuenta, al escoger un alimento, que sea el de mayor valor energético y biológico y que sim ultáneamente sea el más económi co; estas condiciones las reúnen perfectamente: la leche, el pan, las patatas, los arenques y las sardinas frescas. La alimentación debe estar constituida por arroz u otros cereales, trigo, centeno o maíz, en otras por patatas o legumbres, siendo muy buenos los garbanzos, las judías y los guisantes; el complemento de origen animal nos lo proporcionará la leche, los huevos, el pescado y la carne.