Cocina rápida para familiascon niños
Sylvie Aubonnet-Caupin
Cocina rápida para
familiascon niños
Ilustraciones deAnne-MariePineau
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. DE VECCHI EDICIONES, S. A . .
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Traducción de Cristina Sala.
Ilustraciónde la cubierta de Jesús Gracia.
Ilustraciones del interior deAnne-MariePineau.
© De Vecchi Ediciones, S. A. 2012
Avda. Diagonal, 519-521 - 08029 Barcelona
Depósito legal: B. 28.188-2012
ISBN: 978-84-315-5447-7
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Prólogo
¿ Sabe usted que el mejor medicamento para vivir el mayor tiempo posible con buena salud es nuestra alimentación?
Somos lo que comemos... y, en la actualidad, mientras que los progresos de la medicina son extraordinarios, la esperanza de vida disminuye en Estados Unidos debido a una mala dieta.
Una buena comida es ante todo un placer, un arte de vivir que debe transmitirse de generación en generación. El hecho de preparar uno mismo lo que come es la mejor garantía de calidad, puesto que, al hacerlo, utiliza materias primas sencillas y buenas, y puede controlar la calidad y la cantidad de grasa, sal y azúcar. Además, resulta económico: los productos caros son, normalmente, los elaborados y precocinados, y no los básicos. Se trata sobre todo de un buen momento para estar con la familia y los niños: ¡puede compartir tantas experiencias mientras pela zanahorias o prepara una mousse de chocolate...!
Hoy en día, dedicamos una media de 20 minutos diarios a cocinar. Hace veinte años, eran 2 horas.
Pero ¿es necesario recuperar la forma de vida de nuestras abuelas: ir al mercado todos los días, abandonar la vida profesional y las actividades de ocio para cuidar mejor de la familia? ¡No, de ninguna manera! Puede utilizar los recursos de la sociedad moderna, como el uso de congelados, el microondas o la entrega a domicilio, pero debe evitar recurrir regularmente a la comida rápida o comer demasiado a menudo platos preparados.
¡Le aseguro que con mis recetas no pasará más de 30 minutos al día en la cocina!
En las familias que conozco encuentro a menudo dos tipos de exceso. Algunas viven inmersas en la anarquía alimentaria: cada uno se sirve de la nevera cuando quiere, come lo que desea y descongela lo que le apetece, es decir, pizzas o hamburguesas, y nunca judías verdes o sopas. Otras tienen pánico a engordar y acaban demonizando la crema de avellanas, el kétchup , los pasteles, la comida rápida y los refrescos: ¡comer, entonces, se convierte en algo austero y triste!
En las primeras familias, la obesidad suele ser frecuente; en las segundas, también, puesto que la obsesión por «comer bien» entraña muchas veces problemas de comportamiento alimentario y el efecto yoyó (adelgazamiento seguido de recuperación de un peso superior al inicial).
Seguramente, el equilibrio se encuentra entre las dos y la mejor manera de no engordar consiste en no ponerse nunca a régimen. Se trata de disfrutar de una alimentación equilibrada y desarrollar una actividad física regular.
Este libro desea reconciliarle con el placer de preparar comidas sencillas y deliciosas, y es el fruto de mi experiencia como madre de cuatro niños, médica de familia en activo, profesional competente en nutrición y golosa apresurada... a quien le gusta también dedicar un tiempo al deporte y a vivir la vida.
Veinte consejos
1. Coma cuatro veces al día: hágalo a las horas estipuladas, no entre comidas. El mejor método para conseguir una alimentación equilibrada consiste en respetar este ritmo.
Un desayuno con productos lácteos, fruta y féculas; una comida con verduras, féculas y carne o pescado, lácteos y fruta; una merienda con féculas y lácteos, y una cena parecida a la comida. ¿Ha visto a alguien que coma a cualquier hora un plato de sopa o unas zanahorias ralladas, o un bistec a media tarde?
2. Coma a una hora fija (pero no sea estricto): nuestro organismo se acostumbra así a lo que necesita. Si nuestra alimentación es regular, captaremos fácilmente las calorías necesarias sin incurrir en excesos.
3. Si el niño tiene hambre entre horas, haga que espere... ¡Comerá mejor cuando llegue la hora! Si la espera se hace insoportable, dele fruta o un trozo de pan.
4. Un niño que come en la mesa no tiene necesidad de hacerlo entre horas.
5. El hecho de que el niño o el adulto tenga siempre hambre entre horas significa que sus comidas son insuficientes: en general, le faltan proteínas e hidratos de carbono. Esto favorece el «picoteo».
6. Prepare comidas variadas, que incluyan por lo menos verdura (cocinada o cruda) y fruta.
7. Puede consumir la fruta y la verdura congeladas o en conserva: también son buenas para la salud.
8. Elkétchupno es demasiado calórico (105 calorías por 100 g, tanto como un yogur de fruta). Suele ser bueno para que los niños coman verdura, de modo que es mejor que ingieran estos nutrientes con kétchup que no hacerlo. El kétchup está compuesto de tomate, especias y azúcar. Elija el menos azucarado: así evitará enmascarar demasiado el sabor de las verduras y no animará en el niño su apetencia por las cosas azucaradas. Dé preferencia al kétchup más natural (en general, es el más caro), sin aditivos ni potenciadores del sabor.
El kétchup es mucho menos calórico que la mayonesa (710 calorías), incluso que la mayonesa ligera (414 calorías).
9. Consuma platos preparados únicamente de vez en cuando, los días que no tiene tiempo de cocinar, por ejemplo.
10. Prepare fritos sólo de vez en cuando (máximo, una vez por semana). Tenga en cuenta que, por ejemplo, las patatas fritas al horno contienen la mitad de grasa que las fritas en aceite. Una ración de patatas fritas es cuatro veces más calórica que una de pasta.
11. La bebida que mejor quita la sed es el agua. Acostumbre a los niños a beber agua. Un litro de refresco o de zumo de fruta aporta 20 g de azúcar... ¡y se lo beben muy rápido! Además, nuestro cerebro no registra prácticamente las calorías aportadas con las bebidas: así, las personas que toman bebidas azucaradas no comen menos, mientras que las que consumen las calorías equivalentes con la comida se sacian antes.
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