Y colorín colorado, otro libro terminado…
¡G RACIAS de nuevo por esta oportunidad de poder seguir compartiendo!
En estas últimas páginas quiero agradecer a todas las personas que me han servido de inspiración en el proceso de escritura (durante y antes). Y como no hay mal que por bien no venga, agradezco a esta cuarentena de 2020 por darme el tiempo y el espacio para experimentar aún más con el ayuno intermitente y escribir el libro. Un tiempo en el que he estado más ermitaña y sola conmigo que nunca, me he sentido a la vez más acompañada que en ningún otro momento y he disfrutado muchísimo del silencio.
Quiero dar las gracias a La Pacha, comunidad en medio del Valle Sagrado de Cusco, Perú. Lugar y comunidad que me ha acogido y alojado durante todo este tiempo, y espacio donde he convivido con Martha, gracias a quien volví a retomar esta práctica.
Unas enormes gracias a Hauxita por muchísimas cosas… Primero, por impulsarme aún más en esta práctica, poniéndome en sus manos con prácticas aprendidas en la selva amazónica, y segundo, por hacerme reír tanto, por esta complicidad y por ser indiscutiblemente su «topo» favorito. Love you sister!
Gracias a Mariela Tiboni por encontrarnos durante mi escritura. Un regalo. Gracias por toda tu sabiduría, sensibilidad y cariño. Gracias por introducirme en el aprendizaje y la profundidad de los ayunos en seco y de agua.
Gracias, Pet, por tu compañía tan cercana aun en la distancia. Gracias por las noches en vela y por hacer que me duelan la barriga y la sonrisa de tanto reírme. Gracias por ser mi «zanahoria» y motivación. Gracias por tu amor.
Una vez más, agradecer a Jaume y Susana, de mi equipo, su apoyo incondicional. Me siento bendecida de poder contar con vosotros.
Gracias a Rocío Carmona, de la editorial Diana, por apostar por mí, y a Jordi Ferrer, de Angle Editorial, por hacer que ya casi sea una veterana en su familia literaria.
Y, por último, quiero agradecer a todos los testimonios que participaron en la composición y las conclusiones de este libro, y a ti, una vez más, por tu apoyo y confianza en mi trabajo.
Te mando un fuertísimo abrazo desde La Pacha.
Carla
Referencias bibliográficas
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Aksungar, F. B., A. E. Topkaya y M. Akyildiz, op. cit.
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Aksungar, F. B., A. E. Topkaya y M. Akyildiz, op. cit.
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> (consultado el 9 de noviembre de 2020).
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Ibídem.
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Kumar, S., y G. Kaur, op. cit.
Chiofalo, B., A. S. Laganà, V. Palmara, R. Granese, G. Corrado, E. Mancini, S. G. Vitale, H. Ban Frangež, E. Vrtačnik-Bokal, y O. Triolo, op. cit.
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> (consultado el 9 de noviembre de 2020).
> (consultado el 9 de noviembre de 2020).
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> (consultado el 6 de noviembre de 2020).
American Heart Association, op. cit.
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CAPÍTULO 1
El ayuno intermitente no es una dieta, sino un protocolo que se puede aplicar a cualquier tipo de alimentación. Ya seas carnívoro, omnívoro, vegetariano, vegano o crudivegano, el ayuno intermitente no entiende de etiquetas.
Este protocolo consiste en dejar una ventana de ayuno, es decir, en abstenerse de comer durante un tiempo determinado en el día (lo habitual es entre doce y dieciséis horas). De este modo se deja descansar al sistema digestivo y también se permite que el organismo se alimente de la grasita que «te sobra» en la ventana de «no comida».
Ahora es cuando más de uno se lleva las manos a la cabeza y piensa que es una locura. «Me voy a morir de hambre.» «Seguro que terminaré compensándolo con atracones.» «¿Qué va a pasar con mi metabolismo?» Estas y muchas más son las dudas habituales que nos acechan al saber de esta herramienta.
En breve te ofreceré una explicación más detallada sobre los tiempos y los tipos de ayuno, pero para tranquilizarte voy a hacer dos pequeños adelantos. En primer lugar, el ayuno intermitente restringe las horas en las que uno puede comer, pero en ningún caso las calorías que se van a consumir en el día. En segundo lugar, las horas de sueño están incluidas en el tiempo de ayuno (es decir, en las horas en que no comes). Así que no sufras, porque no es tan largo ni tan duro como pueda parecer a primera vista.
Una práctica milenaria
El ayuno intermitente no es algo que nos hayamos inventado ahora, sino una práctica que ha existido durante miles de años. El hecho de que nuestra sociedad haya pautado unos horarios para comer o haya estipulado hacer entre tres y cinco comidas por cultura popular o tradición no quiere decir que siempre haya sido así o que sea natural desayunar, almorzar y cenar, sino más bien al contrario. Nuestros antepasados, por lo general, comían cuando podían. Salían a cazar o a recolectar y a veces no encontraban nada, así que no siempre tenían un plato en la mesa y se pasaban horas sin comer.
Existe una tradición espiritual alrededor del ayuno; por ejemplo, los yoguis hablan de que el ayuno sirve para desapegarnos de nuestra dependencia del alimento y empezar a construir realmente la energía desde dentro. También hay culturas y religiones que siguen protocolos de ayuno, como en el Ramadán en la religión del islam, donde los musulmanes no comen ni beben durante las horas de sol y, cuando este se esconde, hacen una celebración acompañada de un gran festín. Tengo amigos hindúes que dejan los lunes como día de descanso y solo toman agua. Algunos sistemas médicos milenarios como el ayurveda nos enseñan que el cuerpo está preparado para recibir comida durante las horas de sol, las horas más pitta, en las que nuestro fuego interno, que se aloja en el estómago, está más activo y preparado para recibir comida y procesarla. Esto implica cenar temprano y desayunar una vez que ya está el sol arriba, con lo que se dejan largas horas de descanso digestivo.
Una herramienta de autoconocimiento
El ayuno intermitente es una práctica que te lleva a la observación de las reacciones del cuerpo. Es una herramienta más hacia la sanación, el autodescubrimiento, en aras de un propósito superior y mayor, el bienestar holístico. Para ello, debes tener una gran consciencia y la capacidad de interpretar las señales del organismo. Llegar a este punto requiere autoconocimiento y que hayas hecho previamente una transformación en tu relación con la comida y la percepción de tu figura.
No somos solo un cuerpo, sino mucho más que eso. Tenemos unos pensamientos, unos sentimientos, unas ilusiones y unos propósitos de vida que se albergan en él, o que más bien podemos satisfacer y vivenciar gracias a él.
El ayuno es una herramienta para seguir conectando con tu ser, con tu interior. Te ayuda a ir despertando cada vez más tu intuición, y es que, de hecho, te ayuda a mejorar la comunicación neuronal. Te da una mente más clara. Nos enfocamos entonces en una nutrición cuerpo-mente-alma, trabajamos con nuestro intelecto, con nuestras emociones y con la espiritualidad. Dejar descansar el cuerpo nos permite recuperar lo que en la filosofía china se conoce como el chi, esa energía interna que nos mantiene vivos. Ayuda a liberar de bloqueos y tropiezos a los canales energéticos dentro del cuerpo para que la luz y nuestra vibración circulen fluidamente.